Poder y dinero
Morelia, Mich., 8 de octubre, 2017- “Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba “Historias vividas”, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. En el libro se afirmaba: “La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión”. Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi dibujo número 1 era de esta manera: Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo. — ¿Por qué habría de asustar un sombrero?— me respondieron. Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante…” (“El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry).
Antoine de Saint, nació en Francia en 1900 y falleció en 1944. Novelista y aviador francés. Sus novelas estuvieron relacionadas con su experiencia como piloto. Vivió en Argentina, trabajó en el correo postal aéreo. Tuvo varios accidentes, varios de ellos en el desierto.
Uno puede leer una serie de interpretaciones del relato breve de “El Principito”. En uno de los análisis dicen que La Rosa, personaje del relato, es el objeto más preciado del Principito, está inspirada en Consuelo, esposa del escritor francés.
Desde la primera vez que leí “El Principito” me pareció que se trataba de un cuento para niños, pero dedicado también a los adultos.
En el inicio del relato, Antoine describe su decepción ante la poca imaginación de los adultos. El pequeño personaje recorre planetas como el del avaro, el alcohólico y de otros que muestran lo extraño y maniáticos que somos los adultos. Habla del amor y la amistad.
Sin duda un bello cuento que nos recuerda que no es fácil mantener una mente sana y llena de fantasía. Lo más común es lo material y la perturbación ante el escaso sentido de la vida. André Gide escribió sobre el libro “Vuelo Nocturno” de Saint Exupéry, que todo lo cuenta con conocimiento de causa. “El haberse enfrentado al peligro confiere a su libro un sabor auténtico e inimitable. Poseemos numerosos relatos de guerra o de aventuras imaginarias donde el autor a veces hace gala de un flexible talento, pero que provoca la sonrisa de los verdaderos aventureros o combatientes que los lee”.
Finalmente, el principito es nuestra conciencia y su pureza, y son los adultos quienes destrozan los valores, aunque también hay quienes los orientan, sobre todo quienes tienen almas de niños.