Libros de ayer y hoy
Los políticos son siempre iguales. Prometen construir un puente incluso donde no hay río: Nikita Jrushchov
¿Cortina de humo o trampolín mediático para su consulta popular cudadana del 1 de agosto?
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no deja de sorprender. Ahora fue su discurso dominical, pronunciado el pasado 25 de julio en el Castillo de Chapultepec, en el que lanzó varias proclamas en contra de los Estados Unidos de América, interpretada por varios analistas como una aspiración a liderar a los países socialistas en contra del imperio. Aunque otros lo consideraron un galimatías, hubo también quien festejó con humor el homenaje involuntario al padre del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Con motivo del 238 Aniversario del natalicio de Simón Bolívar, el libertador de América, fuente de inspiración para muchos de los políticos de la región, AMLO no pudo resistir la tentación de lanzarse espada en mano en contra del poderoso vecino del norte, nuestro principal socio comercial, empleador de millones de migrantes -legales e ilegales- de origen mexicano, benefactor de vacunas anti-Covid y más, con un discurso que impactó a propios y extraños.
Con la confianza que caracteriza “a quien nada sabe nada teme”, acostumbrado a pontificar sin dique alguno de contención, nuestro señor presidente aprovechó la presencia de todos los representantes de los países integrantes de la CELAM para lucirse y exaltar el sueño bolivariano, y por qué no exhibir la política hegemónica y expansionista de los Estados Unidos de América.
Aunque reconoció que “sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas”, insistió: “sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”. Es más, apuntó que el crecimiento de China ha fortalecido en Estados Unidos la opinión de que debemos ser vistos como aliados y no como vecinos distantes.
Aprovechó la ceremonia para declarar abiertamente su admiración a la Cuba socialista: “Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento, es toda una hazaña. Puede que mis palabras provoquen enojo en algunos o en muchos, pero como dice la canción de René Pérez Joglar de Calle 13: yo siempre digo lo que pienso”.
Sin importar las consecuencias de sus dichos y traicionando la confianza tradicional que el Estado mexicano concede al Jefe del Ejecutivo para dirigir y manifestarse libremente en política exterior, según sostienen constitucionalistas: confiando en la rectitud, buen criterio y patriotismo del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, quien funge como jefe de Estado, jefe de gobierno y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
Y continuó AMLO con la exaltación de virtudes inexistentes ” Creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba, merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa misma razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad”.
Creo que lo de la nueva Numancia fue un recurso retórico porque si hace referencia a la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, no se ajusta la trama de esa tragedia a la realidad de la isla antillana, pues en esta destaca la decisión del pueblo numantino de no entregar nada ni a nadie al enemigo invasor -los romanos- y deciden suicidarse colectivamente para dignificar con su muerte la derrota.
En Cuba, como recién constatamos, el pueblo es oprimido por un gobierno dictatorial que levanta a su ejército en contra de quienes protestan y piden a gritos: “Libertad”, “Patria y vida”, castigándolos con cárcel, muerte y exilio.
Las recientes condenas de la mayoría de las naciones del mundo a la represión de un gobierno tiránico que acalla las protestas ciudadanas con fuerzas militares no hicieron mella en la alocución del presidente mexicano que, inspirado, exaltó virtudes inexistentes.
En el que fue considerado el primer discurso de posicicionamiento sobre la política exterior mexicana, nuestro presidente reconoce también la necesidad de avanzar en la integración a Estados Unidos y Canadá, iniciada en 1994, cuando se firmó el primer tratado, el TLCAN.
Asi fue como dijo lo impensable, el enemigo de los neoliberales evocó la máxima obra de su “innombrable” -Carlos Salinas de Gortari-. Y a casi 30 años de distancia coincidió con el expresidente impulsor principal del neoliberalismo, al proponer construir en la región algo semejante a la Unión Europea.
Y por qué no, ya encarrilado, AMLO se manifestó por sustituir a la OEA “por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie”. Ojalá y sus dichos hicieran la diferencia, parece ignorar que se ha librado una larga lucha para hacer más justas y equitativas las resoluciones de los organismos multilaterales, actualmente con preeminencia de las naciones desarrolladas debido a la relación aportaciones-votos.
Sin duda, corresponde al jefe del Ejecutivo “dirigir nuestra política exterior y celebrar tratados internacionales”, entre otras atribuciones establecidas conforme al Artículo 89, fracción décima de la Constitución General de la República, pero en qué beneficia al pueblo de México que lance balandronadas -como el mismo las llamó-, ¿acaso cree que el gobierno estadunidense por tener un presidente más diplomático que Donald Trump -a quien él reverenciaba- no podría tomar represalias en detrimento de el pueblo que gobierna?
Si quiere cumplir sus facultades con honor y buen juicio creo que debería asesorarse adecuadamente, contamos con expertos en el servicio exterior mexicano, diplomáticos de carrera, incluso el Senado de la República, corresponsable de la política exterior, bien haría en ejercer esta facultad por el bien de México.
Quizá haya muchos incondicionales -chairos, subordinados, aspirantes presidenciales, advenedizos, acomodaticios, agradecidos- que celebren que López Obrador se explaye con sus acostumbradas ocurrencias y pullas que van de la ironía a la ofensa, pero en política exterior es necesario que alguien lo oriente sobre la connotación de tratar de leerle la cartilla a los Estados Unidos, más aún cuando el pleito no es con México, sino con Cuba desde hace más de 60 años.
Finalmente, un grupo de observadores creen que su gran discurso de Chapultepec se suma a las tácticas de distracción que ha usado el líder de la 4T para crear cortinas de humo y rehuir las críticas a su gobierno, por los errores y omisiones que cada día cuestan miles de vidas -por la pandemia, violencia, falta de medicamentos, desaparición de programas y de fondos y fideicomisos, etcétera- sumado el alto costo al erario de la cancelación de obras y la puesta en marcha de otras sin plan de viabilidad ni límite presupuestal.
Incluida la gran consulta popular ciudadana del próximo domingo 1 de agosto: innecesaria, imprecisa, onerosa, sólo para justificar promesas de campaña incumplidas y autoproclamarse en el único presidente con autoridad moral para descalificar a todos los del pasado, a la oposición, a los periodistas, a los intelectuales.
La pregunta que finalmente habrá que responder es: ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?.
Vale destacar la validez de los argumentos en contra de participar: la consulta no establece que se entablarán juicios contra expresidentes. No se deje engañar: aún cuando se obtuvieran los más de 37 millones de votos por el Sí, necesarios para que los resultados sean vinculantes, se iniciaría sólo un proceso de esclarecimiento de las decisiones de actores políticos del pasado -así de genérico-, pero no se afectaría en particular a algún expresidente.
Si existen razones y pruebas para juzgar a quien sea -expresidentes o actores políticos- por crímenes o delitos del pasado, es obligación y atribución de las autoridades llevar a cabo los juicios sin necesidad de consultar a los ciudadanos.
Por favor no le dé más armas a un presidente que pese a muchas evidencias en contra, sigue rehuyendo la responsabilidad de aceptar y sancionar la corrupción de sus allegados, incluidos dos hermanos, y sigue creyéndose poseedor de la verdad universal.