Poder y dinero
Todos los mexicanos debieran conocer la siguiente historia antes de votar, el 2 de junio; una historia que confirma que un mal gobierno mata más ciudadanos que las balas del crimen.
Nos referimos al caso de un niño, de 12 años de edad, quien fue baleado la tarde del pasado martes, en Paraíso, Tabasco, cuando trató de rescatar a su madre de un intento de secuestro.
Los criminales huyeron y dejaron al niño herido.
Al momento que llegaron los servicios de emergencia, el menor aún estaba con vida y gritaba: “¡No quiero morir…! ¡no quiero morir…!”, en medio de contorciones de dolor.
Sin embargo, luego que fue trasladado a un hospital público, el niño falleció debido a la falta de insumos básicos para salvar su vida.
En efecto, al menor no lo mataron las balas criminales, sino la indolencia y la indiferencia oficiales en un sistema de salud pública que, según el presidente mexicano, es como el de Dinamarca.
Sin duda una tragedia de espanto cuyo responsable directo de llama López Obrador. ¿Y por qué el responsable es Obrador?
Porque se trata de la dolorosa realidad que viven miles de mexicanos todos los días; realidad que, en una democracia saludable, sería capaz de cambiar el sentido del voto de los fanáticos que aún creen en esa farsa llamada 4-T y en su demencial y locuaz mesías.
Y es que no hay duda que estamos ante un hecho criminal que, como en pocas ocasiones, retrata la ingobernabilidad criminal que producen la complicidad oficial con las bandas mafiosas, por un lado y, por el otro, la incompetencia y el mortal desabasto de medicamentos e insumos médicos, provocados por la destrucción del sistema de salud pública.
Sí, una tragedia que va más allá de los casi 200 mil crímenes violentos que han enlutado a igual número de familias durante el sexenio.
Un crimen más doloroso que los miles de feminicidios y atrocidades que tolera y estimula el gobierno fallido y criminal de López Obrador.
Tragedia que, como ya se dijo, retrata los grandes fracasos del gobierno federal; el de la violencia sin freno –producto de la complicidad oficial con las bandas criminales–, y la destrucción del sistema de salud pública, que tiene a 50 millones de mexicanos en el total abandono y que ya cobró más de un millón de muertos.
Pero acaso lo más cuestionable de la tragedia que nos ocupa, es que millones de mexicanos se niegan a ver el saldo negativo de un mal gobierno –uno de los peores gobiernos de la historia–, que ha convertido a México en un país bañado en sangre.
¿Qué más debe pasar, luego de las casi 200 mil muertes violentas en el gobierno de AMLO; qué más debe pasar luego de que a diario pierden la vida en hechos violentos por lo menos 90 mexicanos, que debe pasar para que muchos entiendan el error de votar por Morena?
¿Qué más esperan los fanáticos de Obrador, para abrir los ojos, si se han producido más de cien mil desaparecidos, si el secuestró está desatado, si a diario son cometidos 10 feminicidios, si el número de periodistas asesinados es el más alto de la historia en México y el más alto del mundo?
¿Qué tiene que pasar en el sistema de salud pública –aparte de que ha sido destruido por completo–, para que entiendan esos millones de simpatizantes de Morena, que votar por más de lo mismo no es más que un acto de complicidad con un gobierno criminal?
Esa es la verdadera tragedia que vivimos en México; la tragedia de que millones de ciudadanos –de todos los estratos sociales y todos los niveles socioeconómico–, no quieren ver que una mala decisión al votar, también mata, también empobrece, también lleva al desempleo, a la ingobernabilidad y también cobra vidas inocentes.
Sí, porque una decisión equivocada en la presidencial de 2018, llevó al poder a un grupo criminal como el de López Obrador; grupo que financió al partido Morena con dinero de las mafias del hampa; favor que hoy se paga con la impunidad a las mafias que secuestran, roban, trafican con drogas y con personas.
Y es que, en una democracia real, con gobernabilidad plena, en donde se hacen valen la Constitución y sus leyes, no habría ocurrido el secuestro que derivó en un menor de edad baleado.
En una democracia funcional, no habrían saqueado el sistema de salud pública y el niño baleado habría sido atendido en un hospital público, con los insumos necesarios y hoy estaría con vida.
Sí, el niño baleado y muerto en Paraíso, Tabasco, perdió la vida a causa de un gobierno que no cumple su responsabilidad fundamental; la defensa de la vida y los bienes de los ciudadanos y que tampoco cumplió el derecho humano a la salud.
Un mal gobierno, como el de López Obrador mata. Pero todo será peor en un eventual gobierno de Claudia.
Al tiempo.