Pedro Haces, líder de la CATEM
● Anaya le apareció a Nieto Castillo como el mayor obstáculo en su carrera por la gubernatura de Querétaro. Pretenden frenarlo antes del 2021.
No sé si Ricardo Anaya Cortés busque la gubernatura de Querétaro. De lo que estoy seguro es que Santiago Nieto Castillo persigue esa candidatura por Morena y utiliza a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para sacar del camino al ex candidato presidencial, que podría ser su más fuerte contrincante.
Después de la filtración de los videos del ex particular del gobernador Francisco Domínguez Servién, Guillermo Gutiérrez Badillo, donde se ve que recibe grandes bolsas de dinero en efectivo, presuntamente de Emilio Lozoya Austin, el mandatario tendrá que jugar a ganar tomando distancia.
Para ser competitivo en la contienda electoral necesita una marca muy conocida, como la de Anaya Cortés, porque nadie le asegura que no hay más información videograbada que será utilizada en plena campaña para dinamitar al PAN y a su candidato.
En la trinchera de Morena, con la mira puesta en el 2021, Santiago Nieto arrancó una campaña de intensa presencia en el estado y a nivel nacional, sabedor de que el conocimiento del electorado es vital, sin embargo le apareció el ex candidato presidencial, también queretano, como su mayor obstáculo.
En estos momentos Pancho Domínguez es una presencia tóxica para cualquier candidato, ya sea Anaya, el coordinador de los senadores panistas Mauricio Kuri, la vicepresidenta Guadalupe Murguía o el ex alcalde Marcos Aguilar, así que no tiene más que actuar con mucha madurez, alejarse y apoyar.
El mandatario queretano vio que las cosas van muy en serio. Un día antes de la gira de Andrés Manuel López Obrador que arrancó en la capital del estado y continuó en San Luis Potosí y Zacatecas, el presidente exhibió en la mañanera el video que había salido a la luz un día antes, a sabiendas que horas después estaría con Pancho.
Así de rudo el juego.
Domínguez mostró su enojo en el matutino discurso de apertura, mientras a sus espaldas López Obrador se lo quería tragar con la mirada. La fotografía circuló en medios de comunicación y redes como una escena de odio.
Un día antes por la noche en San Luis, los gobernadores de la Alianza Federalista mostraron músculo e intenciones, ante la amenazante información filtrada, seguramente por el gobierno federal como preámbulo de una guerra más intensa.
Repito, no sé si Anaya busque la gubernatura, pero sería una sólida plataforma con miras al 2024. Dirá que no lo ha decidido, que tampoco ha deshojado la margarita por alguna candidatura de representación popular, y que menos piensa en el 2024.
Es una posición obvia y obligada a unas cuantas horas de anunciar el retorno a la vida pública. Tendrá que medir el pulso de la nomenklatura del partido, cuya directiva encabezada por Marko Cortés está muy incómoda por el regreso inesperado que los saca de su burocrática zona de confort.
También tendrá que medir a los gobernadores panistas y aliancistas, además de probar de nueva cuenta la artillería del gobierno de López Obrador que lo quiere fuera del 2021 y del 2024.
Esa artillería inició tan pronto Anaya mostró en rostro con la declaración de Santiago Nieto sobre la investigación de la UIF en su contra, por la acusación del ex director de PEMEX, quien dice le entregó 6 millones de pesos como soborno, en el marco de la aprobación de la Reforma Energética.
Y aún cuando nadie se traga la credibilidad de Lozoya, ‘contratado’ como sicario electoral de la Cuarta Transformación, con trato dorado, viandas y champaña en su domicilio preventivo, el capítulo sirvió para que, a pregunta sembrada, precisamente en Querétaro, Nieto Castillo hiciera la amenazante declaración.
“No tengo ninguna opinión”, dijo esta mañana López Obrador como respuesta a una reportera sobre la aparición de Ricardo. La frase arrancó risas por las prisas presidenciales para matar el tema y cederle la palabra al canciller Marcelo Ebrard Casaubón en la conferencia de Palacio Nacional.
El panista fue su mayor contrincante en el 2018, la perversa complicidad de Enrique Peña Nieto -tal vez el presidente más corrupto de la historia moderna de México- se encargó de aniquilarlo con información totalmente manipulada que fue aclarada como falsa en tribunales, pero ya era demasiado tarde.
Creo que Anaya se equivocó en la campaña al declarar abiertamente que metería a la cárcel a Peña Nieto. Desató la furia del hombre que tenía el poder en sus manos para inventarle cualquier trama, además de poner las condiciones para signar un pacto de impunidad con López Obrador.
Peña Nieto ahora disfruta de un exilio dorado, pero debe ser el segundo, o tal vez el primero más preocupado por el retorno de Ricardo Anaya Cortés.