Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
El PRI a punto de la derrota en el Edomex
Exageró Oscar González Yáñez, candidato del Partido del Trabajo al gobierno del estado de México, al afirmar que su declinación en favor de Delfina Gómez Alvarez transferirá a la candidata de Morena 10 o 12 puntos porcentuales de la votación. Cuando hay declinaciones nunca se sabe bien a bien cuántos votos aporta el partido declinante al aspirante que recibe ese apoyo.
Pero no hay duda de que la maniobra ejecutada el viernes por el PT y Morena incrementa y fortalece las tendencias que hasta hace quince días mantenían en empate a la representante de Morena y al candidato del PRI, Alfredo del Mazo Maza, quien figuraba a la cabeza por apenas un punto y medio. Las encuestas pronosticaban entre 3 y 4 por ciento de la votación para el candidato del PT, y si ese caudal pasa íntegro a Morena, algo que ya no podrá ser medido por los encuestadores, la aritmética sugiere que Delfina Gómez ganará la contienda del próximo domingo.
Sin embargo, la elección del Estado de México es todo menos un juego aritmético. La novedad es que también en el terreno político lucen empatados el PRI y Morena. El respaldo simultáneo del SNTE y de la CNTE, lo que significa miles de votos, le facilita además a Morena suficiente maniobrabilidad el día de la elección para tener representantes en todas las casillas y vigilar la limpieza de la jornada electoral, capacidad que sólo el PRI tiene.
Es de esperar que Movimiento Ciudadano también se sume a Morena en estos últimos días de la campaña. Este partido no tiene a su alcance mejor decisión que esa, pues no participa en la elección mexiquense con un candidato ni es parte de coalición alguna. De ser así, la candidata de Morena agregaría quizás otros dos o tres puntos porcentuales y entonces sí le resultaría prácticamente imposible al PRI contener el sufragio por la maestra Delfina Gómez. En el otro lado de la moneda, aun si la candidata panista Josefina Vázquez Mota declinara por el perredista Juan Zepeda Hernández, o éste por ella, tal ajuste no le daría el triunfo a ninguno de ellos. Esta eventualidad solamente redefiniría los términos en que se desarrolla la justa entre los dos punteros, pues lo más probable es que ocurriera una desbandada de votos perredistas y panistas hacia Morena y el PRI, como también lo prevén las encuestas. Los panistas no votarían por el perredista si esa fuera la línea de su dirigencia, y los perredistas de base no votarían por el PAN.
Delfina Gómez es un fenómeno político por sí misma, a pesar de que su impulso inicial provenga de la popularidad del presidente de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Son muy conocidos algunos casos de diputados y senadores del PRD mediocres y hasta repudiados socialmente, que en las elecciones del 2012 obtuvieron su triunfo gracias a la presencia y acompañamiento de López Obrador. Delfina Gómez no era una política profesional hasta hace muy poco tiempo, cuando se aventuró a ser candidata a la alcaldía de Texcoco, y eso se le nota y lo percibe y califica favorablemente el electorado. Esa mezcla de factores, y el malestar social contra los gobiernos del PAN y del PRI, es la que llevó a la candidata de Morena a crecer a una velocidad sorprendente en las preferencias electorales medidas por las encuestas, hasta convertirse en la candidata que desafía la hegemonía priista en el estado de México y la única capaz de vencer a todos sus contrincantes si la elección se polarizara y fuera sólo entre dos.
De acuerdo con los datos de las encuestas (las encuestas serias), el PRI será derrotado el 4 de junio por Morena. Como manifestamos anteriormente en este espacio, por esa razón al partido del presidente Enrique Peña Nieto le resultaba imperioso romper la posibilidad de una alianza de facto con el PRD o el PAN en respaldo a Delfina Gómez, y conseguir el apoyo al menos de otro partido, el que sea, para alcanzar una mayor votación.
No ha conseguido hasta hoy a otro partido, pero en cambio el PRI ha obtenido oxígeno del hecho de que el PRD se haya negado a hacer declinar a su candidato Juan Zepeda en favor de Delfina Gómez, la opción más lógica en el contexto que vive la elección en ese estado. Es obvio, como quedó en evidencia la semana pasada, que tanto al PAN como al PRD les complace la posibilidad de que el PRI conserve la gubernatura del estado de México, a pesar de que para las elecciones de 2018 proclamen la necesidad de “sacar al PRI” de la Presidencia mediante una alianza entre ambos. No es necesario especular si detrás de estas decisiones del PAN y del PRD se halla la mano del gobierno federal, un factor omnipresente a lo largo del proceso electoral y puntal de Alfredo del Mazo, pues el hecho incontrovertible es que sus acciones benefician al PRI.
El PRI llega, pues, a las elecciones del 4 de junio en el peor escenario y con los pronósticos en contra. En una democracia madura y sólida, en este momento habría ya señales de apertura a la alternancia y de un traspaso institucional sin condiciones. Lo que se advierte, sin embargo, son indicios de que el PRI intentará aferrarse al poder a como dé lugar y cueste lo que cueste.
Exagera Del Mazo
“De nuestro triunfo depende el futuro del priismo, depende el futuro de este país”, dijo ayer Alfredo del Mazo. “Todo lo que somos, todo lo que hemos trabajado, todo lo que hemos construido durante tantos años está en juego en esta elección”, agregó. Exagera. Su partido ya perdió dos veces la Presidencia de la República, y no pasó nada. No pasó ni lo que la sociedad esperaba y legítimamente debía pasar. Al contrario, que el PRI pierda en el estado de México, y el próximo año otra vez la Presidencia, sería una prueba no de que el país se desmorona, sino de que está vivo y sabe cómo tomar el futuro en sus manos. [email protected].