Contexto
Hacia finales de la década pasada, había un dueño de una cadena de televisión, Emilio Azcárraga Milmo que, sabedor de que tenía una concesión del estado mexicano para operar Televisa, quién declaró en 1982, cuando se le preguntó porqué el PRI tenía mas tiempo en televisa: “somos evidentemente soldados del presidente de la república”, y todos los demás partidos sabían que, también eran soldados del PRI.
Fueron años difíciles para la oposición, que luchaba fuertemente para hacerse ver en la televisión, a tal grado que en 1988, su principal periodista y conductor del noticiero nocturno, Jacobo Zabludovsky, fue el centro de una campaña de boicot a su programa encabezada por el candidato presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, que pedía: “no veas 24 horas porque oculta la verdad”.
Casi 30 años después, el presidente de televisa, Emilio Azcárraga Jean declaraba sobre el papel de su empresa en el nuevo México del Siglo XXI: “nosotros somos soldados de México”.
Las cosas habían cambiado, y la empresa televisiva que se acercaba al poder presidencial, era Televisión Azteca.
Desde la campaña presidencial del 2018, se notaba la cercanía con el candidato presidencial de morena, quien ya siendo presidente de la república, designó como Secretario de Educación Pública a Esteban Moctezuma Barragán, quién durante más de 15 años fungió como Presidente de Fundación Azteca.
Posteriormente, otorgó en enero del 2019 a Banco Azteca, sin haber participado en un concurso o licitación pública, la emisión y manejo de las tarjetas del bienestar, que es donde se depositan los apoyos a aquellos que son beneficiarios de los programas sociales.
Meses después, en agosto del 2019, otra empresa de su grupo, Seguros Azteca, fue beneficiada también, mediante la adjudicación directa por parte de el gobierno de la CDMX, con el contrato de seguro de accidentes para funcionarios y policías, que equivale a una prima mensual de casi 6 millones de pesos.
A la misma empresa, en marzo de este año, se le otorgó un contrato para el aseguramiento de bienes patrimoniales, también por adjudicación directa por 969 millones de pesos.
Por eso llama la atención que, siendo Ricardo Salinas el empresario más reconocido por su “labor social” con contratos multimillonarios, en plena crisis por el coronavirus y ante el llamado del subsecretario López Gatell de marcar sana distancia y quedarse en casa, que haya hecho un llamado a sus trabajadores a no detener las actividades de sus empresas afirmando que: “es una falsa premisa, que el COVID-19 significa muerte”.
Dicha afirmación parecería ir en contra de las medidas sanitarias instrumentadas por las autoridades gubernamentales, pero no parece ir en contra de lo que el Presidente de la República ha hecho, desdeñando dichas medidas de sana distancia.
Cuando días después, Javier Alatorre, el principal conductor del noticiero de televisión azteca, hace un llamado en su programa a no hacerle caso a la información del encargado de enfrentar la crisis de salud, porque sus cifras son irrelevantes, es más, dijo: “se lo decimos con todas sus palabras, ya no haga caso a Hugo López Gatell”. Muchos pensaron que era una afrenta directa al Presidente López Obrador, misma que desmiente un día después en un video presidencial, donde afirma que: “se equivocó mi amigo Javier Alatorre, cometió un error”.
Valdría la pena decirle al Presidente, que un llamado como el del conductor, puede significar desobedecer el articulo 73 fracción XVI, que hace obligatorias en el país las disposiciones generales del Consejo de Salubridad General, que en este caso, fue una Declaratoria de Emergencia Sanitaria.
Y por otra parte, está el apercibimiento que la secretaría de gobernación le hace a televisión azteca por el incidente, y que el propio presidente minimiza al recomendar que: “no haya ninguna sanción, aún cuando se trate de un exceso, de una irresponsabilidad, que quede a salvo el derecho a manifestarse, la libertad de expresión”.
Más allá de esta recomendación, que parece fuera de lugar, sobre todo por el trato diferenciado que ha dado a los periodistas que han sido críticos de su gobierno, lo que verdaderamente importa es que el Presidente, parece presentarse más como soldado de la televisora, que como promotor de la unidad nacional.
Tenemos a un inquilino de Palacio Nacional que levanta sospechas, que se pelea con artistas, deportistas y comediantes, y que utiliza escándalos ad hoc, diseñados en su televisora, para ocular los cuestionamientos que cada día se intensifican sobre la veracidad de la información que entrega la Autoridad Sanitaria diariamente.
México necesita con urgencia un líder que afronte la crisis con responsabilidad; al Presidente convertido en promotor de políticas pública de inclusión; a la voz que, concentrado en resolver los problemas del país, convoque a la suma de esfuerzos; al primer defensor del Estado de Derecho; en pocas palabras, al Presidente que México necesita.