Pedro Haces, líder de la CATEM
Muchas veces he escuchado, a propósito de la fuerte embestida contra los latinos a través de la política migratoria instrumentada por el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que el peor enemigo de un latino es otro latino.
En el país del norte se llegó a afirmar que la victoria obtenida hace casi cuatro años por el actual Presidente, se debió a que la mayoría de los latinos con derecho al ejercicio del sufragio radicados en Estados Unidos, le dieron su voto a Donald Trump, apoyando sus propuestas sobre política migratoria, para cerrarle el paso a más latinos de incorporarse al famoso sueño americano.
La realidad es que quién apostó por el voto latino en esas elecciones, fue la candidata del partido demócrata, Hillary Clinton, a quien el porcentaje de ese voto latino, si bien le favoreció, no fue suficiente para ganar, porque estados como Florida no hicieron la diferencia. En cambio, el incremento del porcentaje del voto latino para el candidato republicano, si hizo la diferencia y lo llevó, de la amenaza, a la instrumentación de esas políticas públicas antiinmigrantes.
Incluso se llegó a decir que una gran cantidad de mexicanos radicados en los Estados Unidos, estaban de acuerdo en la construcción del muro que impediría que los mexicanos indocumentados, pudieran llegar a ese país y buscar oportunidades de desarrollo.
Pareciera que en ese país, se actualizó el dicho que hizo famoso el actor mexicano Héctor Suárez, con su personaje de Tránsito en la película “el mil usos”, en donde el sueño mexicano consistía en que los hombres que vivían en una situación de pobreza en el campo, salieran de sus comunidades para ir al Distrito Federal a buscar fortuna.
La frase que quedó en la memoria es parte de la canción que se escucha al final de la película, cuando Tránsito, el trabajador del campo, no alcanza su objetivo, pero en cambio, si pasa por un gran sufrimiento: “ya no vengan para acá, quédense mejor allá”.
Traigo a la memoria esta anécdota, porque he escuchado algo similar en el terreno de los partidos políticos en nuestro país, especialmente en el Partido Acción Nacional. El dicho es, que el peor enemigo de un panista es otro panista. Lo peor del caso es que lo haya dicho, entre otros, el gobernador de Baja California, que ni militante del PAN es.
El afirmó en el mes de julio del año pasado que: “El peor enemigo del PAN está en el PAN… no me puedo preocupar por eso, porque está fuera de control. Es una vergüenza la institución del PAN en Baja California, han destrozado nuestro estado y se han destrozado ellos mismos al grado de que ni siquiera se respetan entre ellos. Es un partido desfondado al igual que el PRI, ahí están las consecuencias, que no le echen la culpa a los demás por lo que está pasando, son ellos mismos. Que arreglen sus problemas”.
Desde enero del 2019, un grupo importante de liderazgos panistas en Puebla, nos hemos esforzado para tratar de buscar la unidad y promover la inclusión de integrantes de diferentes equipos en los órganos de decisión, sin embargo y desafortunadamente, hasta el momento no ha sido posible, con lo que pareciera que algunos al interior del PAN, le quieren dar la razón al gobernador de Baja California, trasladando la realidad que se vive allá, a nuestro estado, haciendo real esa expresión de desprecio al compañerismo, a la lucha por los mismos ideales y a no reconocer que el adversario principal está afuera de las filas del Partido Acción Nacional.
Coincido con la Presidenta del PAN, pero de Zacatecas, que los enemigos del PAN son y deben seguir siendo, la corrupción, la impunidad, la pobreza y la inseguridad, que por ahora aquí en Puebla, no representa ningún panista, por la sencilla razón que el PAN no gobierna el estado, ni las principales ciudades.
Sirva de reflexión para quien quiera escuchar y contribuir a la unidad del PAN, para que no se haga realidad la expresión señalada arriba, pero aplicada al PAN: “ya no vengan para acá”.