Para Contar/ Arturo Zárate
35 estaciones migratorias, ratoneras
Todas las formas de gobierno son valoradas exclusivamente en la medida en que tienden a promover la felicidad de quienes bajo ellas viven.
Adam Smith (1723-1790) Filósofo y economista escocés.
Por Víctor Sánchez Baños
Fue un brutal crimen por omisión. 38 muertos y 30 heridos el saldo de un motín de indocumentados guatemaltecos, venezolanos y otras nacionalidades que buscaban el sueño americano en su paso por el país.
Cada indocumentado es un drama social y humanitario. Recorrer 1,800 kilómetros entre Tapachula, Chiapas, y Reynosa Tamaulipas, o 3,200 entre esa ciudad y Tijuana, Baja California, no es asunto simple como subirse a un camión o caminarlos durante semanas.
En el camino se encuentra con delincuentes, secuestradores, violadores, explotadores laborales, ladrones, policías y agentes de migración corruptos y, lo peor de todo, la muerte en algunos casos.
Mueren ya sea en accidentes, al interior de cajas de remolques, al ser secuestrados por el crimen organizado, cuando se suman a las bandas de narcos o asesinos, o en las mazmorras del Instituto Nacional de Migración.
Personal del INM dejó encerrados a los migrantes durante el incendio. Estos migrantes estaban en una central migratoria.
Hay 35 Estaciones Migratorias, ubicadas en 24 entidades federativas, lo cual se traduce en una capacidad total para albergar a 3 mil 647 personas simultáneamente, de acuerdo a datos oficiales. Hay más de 20 mil detenidos; y las 35 estaciones son auténticas ratoneras con condiciones infrahumanas.
Son cárceles donde los migrantes están en condiciones infrahumanas. Algunos llegan a pasar meses e incluso años presos, por delitos que no son culpables, como el ingresar sin documento a territorio nacional.
Lo ocurrido en la estación migratoria de Ciudad Juárez, se inició por una protesta de los migrantes que exigían, mejores condiciones, alimentos dignos, la devolución de sus documentos y, al final de cuentas, con el trato humanitario que les prometió el gobierno de la República, a través del presidente de López Obrador, al convertir a México en la tercera nación; un sitio seguro para tener a los migrantes que quieren pasar a Estados Unidos. Sin embargo, serían deportados la próxima semana.
Este un acuerdo al que llegó el gobierno morenista con el gobierno de Donald Trump, ante la andana de caravanas de seres humanos de países centroamericanos y otras latitudes como India, África.
Al exigir condiciones dignas en la cárcel y ante los oídos sordos de los carceleros, incendiaron colchones y usaron una conexión eléctrica. Después todo un infierno, ya que no les abrieron las puertas y los mantuvieron encerrados. Ahí murieron asfixiados, en su mayoría.
Pese a errores graves, ante la falta de protocolos para enfrentar crisis como esta, la clase política no se hace responsable. Detuvieron la noche del martes a los carceleros, pero a ningún alto funcionario que tenía bajo su responsabilidad la vida de los inmigrantes presos.
Al convertirnos en “tercer país seguro”, por la sumisión de las autoridades mexicanas ante los caprichos de políticos estadounidenses, asumimos responsabilidades. Los seres humanos no son moneda de cambio político. Que le quede claro a AMLO. Debe dárseles un trato humanitario, siempre.
El problema no sólo es de las personas que son detenidas y enviadas a las estaciones migratorias, sino a los cientos de miles de migrantes están en las calles de las ciudades de todo el país. La mayoría de ellos están en condiciones de miseria, que piden limosna para sobrevivir, tanto ellos como sus mujeres e hijos.
Saben que sólo un puñado será aceptado en la Unión Americana.
Por cierto, ejemplos de sobresaturación en los centros de detención migratoria de Reynosa, Tamaulipas; Chiapa de Corzo, Chiapas; el Siglo XXI, en Tapachula. este con capacidad de 960 personas, pero están hacinados más de 1800. Duermen parados y les dan de comer frijol con gorgojo. Esa es la cruel realidad de quienes sueñan por mejorar sus vidas, alejados de la violencia, la miseria y la marginación.
PODEROSOS CABALLEROS… DELFINA: La pérdida de información del programa La Escuela es Nuestra, de parte de la SEP, durante la administración de Delfina Gómez, es imperdonable. Teresa Castell de Oro, diputada federal por Acción Nacional, alertó sobre la falta de controles y transparencia en los programas federales. La vicecoordinadora del PAN en el Senado de la República, Kenia López, señaló que las acciones de Delfina al frente de la SEP, es tan solo una muestra de la ilegalidad que se vive en el país y los malos manejos de los funcionarios federales. Durante la gestión de Delfina en la SEP, se perdieran 93% de expedientes que comprobaban el ejercicio de recursos del programa de la Escuela es Nuestra en 2021, por parte de los Comités Escolares, conforme la Auditoría Superior de la Federación. La ASF detectó que miles de escuelas recibieron recursos durante 2019 y 2020 sin fiscalización alguna, lo que muestra la opacidad desde hace más de tres años, en el manejo de esos fondos y obvio el resultado de que no haya expertos creando las mejores políticas educativas. Vaya cara dura. Delfina Gómez hace campaña, sabiendo que robó dinero a sus empleados siendo alcaldesa y conociendo también que destruyó la SEP a su paso. *** EDMUNDO JACOBO: Mañana les platicaré sobre la manera como le hicieron manita de puerco al secretario ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, para que renunciara. Todo lo armaron, en forma burda desde la oficina de Ignacio Mier, líder de la Jucopo de San Lázaro.
PODEROSOS CABALLEROS… TELEFÓNICA: Telefónica, que en México bajo la marca Movistar, preside Camilo Aya, refuerza la inclusión digital según el Digital Inclusion Benchmark, al obtener, de nuevo, el primer puesto en dicho ranking realizado por World Benchmarking Alliance, que analiza cómo ayudan las empresas tecnológicas más influyentes a promover una economía y una sociedad digital más inclusiva. Telefónica logró 85.2 puntos sobre 100, entre 200 empresas tecnológicas más influyentes, de 39 economías.
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