Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Presentamos una denuncia en contra de Alfonso Durazo, por la sencilla razón de que existieron evidentes omisiones previas a la masacre en contra de mi familia.
En varias ocasiones, integrantes de la comunidad, como mi primo Julián LeBarón, señalaron lo peligrosa que era la zona, y que realmente les preocupaba la inseguridad que existía en los diversos caminos que comunicaban al estado de Chihuahua con Sonora, ya que criminales habían desparecido personas que transitaban por ellos.
Además, no eran pocas las ocasiones que habían visto a gente armada rondando por estos caminos o veredas; y también se estaba arraigando el hecho de que se extorsionaba cada vez más a familias o a empresarios de la región. Todo esto se hizo público en su momento.
Fueron muchos los valientes que alzaron la voz pidiendo la intervención de las autoridades federales, sin tener una certeza de que al hacerlo, su vida estaría a salvo, todo lo contrario, sabían que automáticamente se convertirían en un blanco para los criminales.
Se llegó al extremo de que se llamaba a la policía porque en domicilios cercanos se escuchaban gritos de gente que esta siendo torturada, y cuando llegaba la policía, no hacían nada, o mejor les pedían su silencio a los denunciantes, en un franco tono amenazante.
Así era esta zona, una bomba de tiempo, que explotó un 4 de noviembre de 2019, donde mujeres y niños de mi familia fueron arteramente asesinados.
Sobre la investigación de los hechos se ha avanzado, es justo reconocer el trabajo de la Fiscalía General de República y de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), de hecho también abona el hecho de la colocación de un cuartel de la Guardia Nacional en la región, pero ¿por qué esperaron hasta que corriera sangre de inocentes para actuar?
Previo a este escenario, las autoridades federales y locales de Seguridad sabían por lo menos 4 meses antes de la masacre, que el camino de terracería que une el noreste de Sonora con el Noroeste de Chihuahua estaba tomado por grupos armados pertenecientes al crimen organizado.
Entre sus funciones Alfonso Durazo y José David Anaya Coolley, como titulares de las secretarías de Seguridad Federal y local de Sonora, eran legalmente responsables de garantizar la vida e integridad de la población, más aún porque se les hizo de su conocimiento el riesgo de la zona. De hecho, Julián LeBarón se reunió con el Coordinador Estatal de la policía federal para solicitar seguridad en los caminos de la región.
Lo que nos deja esta experiencia es que pueden existir dos hipótesis para no haber brindado seguridad en la zona y permitir que operara el crimen organizado, o existía complicidad, o negligencia, y en ambos casos, las conductas son sancionables.
Eso esperemos lo determinen las autoridades correspondientes.
Al realizar la denuncia, los compañeros de la prensa, a quienes les debemos un amplio agradecimiento por acompañarnos por todo este trance, hicieron la pregunta ¿por qué hasta ahora realizamos esta acción?, dejando entrever que podía obedecer a cuestiones electorales. Esta observación nos enseñó una parte corrosiva de la política nacional, sin embargo, reflexionamos, en que si las denuncias legítimas deben esperar a no afectar un proceso de elección, alentaríamos todo un sistema de justicia, y muchas más víctimas estarían en la orfandad.
Hace algún tiempo recordé un video donde Alfonso Durazo señalaba que “ninguna organización criminal puede crecer sin el patrocinio policial, pero al mismo tiempo, no hay patrocinio policial a las organizaciones criminales, si no es producto del aval de un alto político, de un alto funcionario” lo cual nos llama la atención, esperemos no haya sido una confesión.
Finalmente, ¿cuál es el corazón de esta demanda?
Hoy en México hay cientos o miles de voces en todas las comunidades que están pidiendo auxilio, que están solicitando ayuda fervientemente, están solas, desprotegidas, vulnerables a las manos del crimen, y ante esto ¿qué hacen las autoridades? ¿De nuevo sencillamente escucharán sin atender?, ¿serán políticamente correctos en sus dichos cuando en sus acciones demuestran lo contrario?
¿Se pueden prevenir las masacres? Claro que sí. Pero se necesita un poco más de buena voluntad, se requiere estrategia, y dejar de lado la indolencia o las omisiones que hoy, permiten que mueran cientos de mexicanos a diario.