Libros de ayer y hoy
Tema por demás escabroso por todos los aspectos que encierra o engloba dentro de la esfera del matrimonio o de la relación de pareja y es muy poco tratado; al menos, hecho de ladito. Y no es para manos pues la perfección humana no existe, y ser virtuoso no es nada fácil pues presupone mucha fuerza de voluntad y constancia entre otras muchas cosas.
En el matrimonio o relación de pareja se presupone el deseo, la intención y la voluntad de estar vinculado una persona con otra y que ésta –según la religión, cultura, tradición y leyes de su sociedad- se protocoliza mediante la celebración de una ceremonia que lo formaliza.
Sin profundizar en ello, esto básicamente es por dos motivos o sentidos: uno sociológico, que lo reconoce como la institución social sobre el cual se funda la familia y perpetúa la especie; y el teológico o religioso en cuanto al establecimiento de una comunidad de vida.
Y por lo tanto, presupone principalmente entre otras cosas, la fidelidad que deben tenerse entre ambos en aras de lograr el objetivo intrínseco de ello; lo que los hace a ser leal y mantener su compromiso. Por lo tanto todo su pensar, decir y hacer ha de ir encaminado a ello. No es fácil y queda claro todo lo que se ocupa para perseverar.
Su antónimo es costumbre asociarlo con el aspecto carnal, cuando alguno de ellos o ambos tienen relaciones sexuales con terceras personas. Mas sin embargo el bordado se cose más fino. Es decir, la fidelidad es más amplia y profunda pues trasciende lo corpóreo llegando al espectro mental de los sentimientos y emociones. Por lo que la infidelidad también se da en un engaño mental y afectivo y que al ir creciendo, invariablemente se pasa a lo carnal o a la dependencia emotiva.
Y nunca falta el roto pal’ descosido, que estando en un estado de vulnerabilidad por el motivo, causa o desavenencia que sea, se cruce en el camino (en el gym, en el trabajo o en el club) alguien (excompañeros, exparejas o una “nueva amistad”) en la cual de manera única o cotidianamente al tratarse comiencen a darse las “coincidencias” en gustos, aficiones y experiencias de vida o bien, “sentimos” que nos “tratan y entienden” mejor y hacen buena cara, etc. de tal forma que nos hace sentir mejor o más “a gusto”.
Ahí es cuando comienzan a emerger las emociones empolvadas y se comienzan a revivir cosas olvidadas, nublándose sigilosamente nuestra mente que se comienza a exaltar los pequeños detalles positivos de esa(s) tercera(s) persona(s) y contrario sensu, se magnifican los pequeños detalles negativos del cónyuge.
Es en éste momento que se cruza o comienza a romperse ésa línea delgada que separa la fidelidad de la infidelidad y que debe de cuidarse. Pero ¿cómo detectarlo?, aquí algunas preguntas a modo de reflexión: ¿Qué tantas cosas le escondo u omito a mi pareja? ¿Sueño despierto con la otra persona? ¿Soy capaz de compartir o mostrar mi cel. sin problema? ¿Comienzo hacer comparaciones o valoraciones entre una y otra persona? ¿Siento monotonía o desaliento en mi relación? ¿Me siento más “conectado” con la otra persona que con mi cónyuge? ¿Me gusta y gozo con el galanteo provocador? ¿Exagero con la afabilidad en algunas personas más que otras? ¿Aprovecho el “ser” muy apapachador, besucón o piropeador para sacar provecho a mí placer libidinoso: quién quite y pega, no?
“En defensa del estado de derecho y del orden constitucional y sus instituciones”
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