Contexto
No hay mal que por bien no venga, reza el dicho popular. Y a pesar de los estragos generados por el Covid 19 hasta ahora, más los que vendrán después que de ello se salga o se adapte a el; la pandemia vino a zarandear la vida humana dejándonos patidifusos y orillándonos al confinamiento forzoso en casa como una medida de supervivencia.
Por contradictorio que parezca, su aparición trajo cosas buenas. Pues nos impulsó a replantearnos muchas cosas y nos despertó de nuestro letargo. Nos ha ido dejando diversas enseñanzas y aprendizajes y que dependerá de cada quién el descubrirlas y aprovechar éstas lecciones de vida.
Éstas son diversas y numerosas pero tan sólo mencionaré algunas a modo de ejemplo y reflexión:
1-Nos enseñó a valorar y a agradecer y cuidar lo que tenemos. El ajetreo de la “modernidad y desenfrenado materialismo e individualismo” de la vida nos hizo perder o replantear el rumbo de la humanidad y revalorar nuestras vidas.
Cada vez más fue creciendo la insensibilización y la pérdida de la jerarquía de los valores, llevándonos a una deshumanización in crescendo al priorizarse el logro de los objetivos en sí mismos y a costa de lo que fuere; descuidando lo importante por lo “urgente”: urgencias mal entendidas. A grado tal que nos inmolamos a nosotros mismos sin sentido y ya no digamos el abandono u olvido de nuestros familiares y amistades que dejamos.
2-Olvidamos que la vida es corta, el tiempo pasa y es eterno pero la vida se acaba, es finita. Es propio de la naturaleza humana valorar más lo escaso, lo finito; pero tratándose de la vida creemos que no lo es y que habrá tiempo para todo y no es así.
Hay que darle la importancia debida y encontrar nuestro propio punto de equilibrio entre nuestros deberes, el trabajo, la familia, el descanso, etc. y dejarnos de esa falsa visión de la laboriosidad y consumismo.
3-Aprender a vivir consigo mismo y los demás. El confinamiento y aislamiento social nos han dado la oportunidad de conocernos más a nosotros mismos y aquellos con quienes vivimos con el correr del trato casi permanente del día a día.
Se abrieron nuevos procesos de convivencia y desarrollo y ejercicio de las virtudes y cualidades. No ha sido fácil y menos para los que cohabitan en la estreches o carecen de trabajo o padecen de algún tipo de enfermedad propio o entre los suyos.
4-Hay que aprender a ahorrar y saber cuándo y qué comprar. La precaria situación económica lo hace difícil: a unos más que a otros. Pero hay que procurarlo en lo individual, en pareja o como familia e incluso como empresario.
Hay que verlo no tanto como la manera de tener o acrecentar el bulto de dinero sino de un cambio de mentalidad en el sentido de que no hay que gastar todo lo que hoy se tiene sino de darle un mejor manejo; no comprar por comprar sino razonar y ponderar la compra; al hacerlo comenzaremos a tener ése dinerito extra que nos saque del apuro.
5-Nos ha hecho ver la importancia del cultivo de la paciencia y la resiliencia: consiente o inconscientemente queremos la inmediatez: luego por eso las cosas suelen no salir a la primera por el desenfreno. Demorar un par de segundos nos parece demasiado. Vivimos en la época del click, del touch por el acostumbramiento del uso de los dispositivos electrónicos. Nos hemos dejado envolver por el apresuramiento y la inmediatez muchas veces por falsas “urgencias”, o más bien por la impaciencia de terceros o por nuestra propia laboriosidad mal entendida o desorganizada.
En la medida en que seamos más pacientes, seremos perseverantes y llegaremos lejos; como dice el dicho: el que persevera alcanza. El impaciente x inquieto no avanza, se estanca.
Piénsalo, sería una lástima que lastima: salir de esta pandemia como entramos, sin haber crecido como personas, sin haber aprendido algo de las lecciones de vida recibidas.
“Una escultura de piedra, no se hace con la simple caricia de la mano”
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