Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Las notas y declaraciones sobre la reincorporación de México al Consejo de Seguridad de la ONU, me hizo recordar tanto la campaña del presidente Luis Echeverría para alcanzar la secretaría general de ese organismo como la llamada Idea Juche, del norcoreano Kim Il Sung, que sigue contando con tantos adeptos entre los aliados políticos de la 4T, destacadamente el Partido del Trabajo.
No debemos olvidar que desde antes de concluir su mandato, Echeverría realizó una fuerte campaña internacional como promotor de su particular visión del mundo como líder, él se consideraba así, de veras, del Movimiento de Países No Alineados, y de su Carta de Derechos y Obligaciones Económicas de los Estados, una aspiración por demás “ingenua”, como la calificó en algunos cables (de 1975 y 76) la embajada de EU en México, revelados por Wikileaks, toda vez que se le consideraba un estadista “relativamente no sofisticado, (que) tiende a sobresimplificar”, y “descarta o a veces ignora las advertencias de aquellos institucionalmente responsables de aconsejarlo”.
Lo describen también como un hombre “algo puritano, (que) mantiene un ritmo de actividad extenuante (no siempre productivo), (pero que) ama los reflectores. Su reacción a las crisis es impredecible, pero tiene una tendencia al ‘actúa ahora, reflexiona después’”, además de que considera su Carta de Derechos…, como “la virtual panacea para los males del mundo”. El informe de la embajada de EU a Washington también destaca “un toque de megalomanía”, así como el “posible crecimiento de un aspecto mesiánico en su carácter”.
Como es de todos conocidos, el mundo se libró de él con el mejor remedio que encontraron los líderes de ese organismo: no eligiéndolo. Lo que siguió para Echeverría fue la nada, el vacío, la muerte civil.
Por todo esto no pude dejar de equipararlo, a Echeverría, con Don Peje, sobre todo por la ola de elogios, encabezada por su secretario de Relaciones Exteriores, que no canciller, como se hace llamar, Marcelo Ebrard, para quien el reciente nombramiento de México es el reconocimiento a las “ideas” de AMLO. Uf, sin mencionar que esa posición de México responde a la solicitud que hicieran primero Felipe Calderón y luego Peña Nieto, y a la que únicamente se le dio seguimiento. México la ha ocupado ya en cuatro ocasiones, entre otros representado por Muñoz Ledo, removido en 1985 luego de un escándalo de copas en las calles de Nueva York.
Según Ebrard dicha posición servirá para que nuestro país coloque en el mundo los temas de la perspectiva de género y la desigualdad, tan caros a su jefe. Es decir, poco menos que nada, una total intrascendencia en momentos en que el mundo se debate en al menos dos crisis globales, de salud y económica, además de la comercial. Su papel, no lo dijo Ebrard pero eso ocurrirá en los hechos, será servir de comparsa a los intereses de Estados Unidos, y sobre todo de su admirado jefe Donald Trump.
Las palabras de Ebrard me remitieron a otro contemporáneo de Echeverría, el también Gran Líder de Norcorea, Kim Il Sung, quien defendió su “Idea Juche” no sólo como “autosuficiencia” de la nación, sino también para definir a las masas populares como “dueñas de la revolución”, que conciben al ser humano como “dueño transformador del mundo”, por lo que debe desarrollar “una conciencia” para llevar a la sociedad hacia la “unicidad ideológica” de “un líder, un partido”. ¿Les suena conocido?
En Norcorea, se podía entender. ¿Será que también nosotros ya estamos listos para asumir el reto de la Nueva Idea Juche, que seguro se llamará La Idea Juche para el Bienestar?