Poder y dinero
Con los niños no hay que meterse. Punto.
Menos, todavía, en las formas tan virulentas en que han hecho mención, medios de comunicación y redes sociales, del hijo más pequeño del presidente electo.
No solamente está fuera del ámbito político, así como del periodístico, sino que no se llega a ningún sitio. No se consigue el fin, supongo que de eso trata, de criticar al padre.
La respuesta de Beatriz Gutiérrez, su madre, fue precisa. Y obtuvo, de inmediato, la mejor respuesta, incluso de los críticos.
Frente a eso se decidió la salida del periodista que había subido la fotografía a un diario de circulación nacional. No obstante, su trabajo ahí durante 20 años. Sin queja alguna.
A continuación, se desató un operativo político-periodístico en redes sociales. Aprovechando este hecho para responsabilizar a López Obrador de la “renuncia” del periodista. Como si viviésemos el México de hace 30 años donde ese era el modus operandi, o se intentase repetir el tema de la salida de Carmen Aristegui de la radio comercial.
Vaya que hemos recorrido camino. Lo sabemos quiénes, tengo 42 años en el oficio, tenemos tiempo sobreviviendo a los enojos del poder, pagando exilio, cárcel o perdiendo el techo. Los hombres de poder en nuestro país han ejercido éste contra los periodistas incómodos con una saña inmoral.
¿Era el caso del periodista despedido por una fotografía de un niño?
Para documentar el asombro de millones, el presidente electo rompió todos los esquemas para hacer declaraciones que, extrañamente, no fueron reproducidas de forma masiva. Donde salió a defender al periodista. Diciendo, además, que no importaba que fuese su hijo, que su despido no era justo.
Lo que provocó, aunque el silencio compartido no lo haya magnificado lo suficiente, un rostro muy diferente de la relación entre el hombre más poderoso, que eso ha comenzado a ser ya López Obrador, y los periodistas.
A sus expresiones, hay que sumar la petición directa que hizo para que la empresa periodística recapacitara en el despido. Lo que no fue escuchado, pero eso es otra historia. Los dueños de los medios de comunicación tienen, y tendrán siempre, razones distintas a las que muchos periodistas podemos imaginar. Las excepciones, como la de la infinita libertad que cada columna reconozco y agradezco a Paquita Vázquez Raña, en que coincidimos son pocas.
Lo más interesante, signo de la libertad de expresión en estos tiempos de cólera, de virulenta crítica, de agravios continuados en redes sociales, es que López Obrador salió en defensa del periodista. Y asumió, dijo, con toda la fuerza de su palabra, que su despido no era justo.
A partir de ahí muchos ya saben de qué lado, de que lado de la libertad, estará lo que el próximo mandatario ha dicho que es justo.
Bienvenidas, con gratitud, sus palabras. Siempre es bueno tener a un defensor…
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