Libros de ayer y hoy
Circula una nota periodística donde la cantante Yrma Lydya recibió un doctorado honoris causa juntamente con el médico José Manuel Mireles Valverde (ambos ya gozando de la luz eterna).
( https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/yrma-lydya-cuando-la-artista-fue-reconocida-en-el-senado-y-camara-de-diputados )
Indaguemos un poco:
Le damos zoom en la nota a la fotografía del diploma que sostiene el líder social calentano y leemos “Claustro Académico Universitario”.
Buscamos el nombre así y aparecen las pistas:
https://www.elnorte.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=https://www.elnorte.com/dan-arbitrariamente-doctorados-honoris/ar1738126?referer=–7d616165662f3a3a6262623b727a7a7279703b767a783a–
Juzgue usted, en la misma ceremonia recibió el mismo reconocimiento que los dos galardonados ya mencionados, ni más ni menos que Laura Bozzo. En otras ediciones lo obtuvieron “Lola La Trailera” y otros personajes más, provocando reacciones como la del enlace anterior y notas como las siguientes:
También es de consulta obligada el intento de deslinde de la diputada quien, en su momento influyó en el préstamo del espacio. Gran ejemplo de que lo que haces hoy tiene eco en el futuro.
En fin, van mis reflexiones al respecto:
Los doctorados honoris causa valen en la medida del prestigio de la comunidad universitaria que los expide y bajo los criterios meritocráticos establecidos en su normatividad interna.
Queda a su vista el nivel de selección que hubo en el proceso mencionado, donde se entregaron reconocimientos a perfiles tan heterogéneos.
Los recintos legislativos, aunque deslumbran, no necesariamente dotan de reconocimiento a los actos que se realizan en su interior, menos aún, si son prestados a externos.
Más aún, recibir en el recinto de un congreso un diploma no es lo mismo que recibirlo de parte del poder legislativo. Hay una gran diferencia.
Para obtener un doctorado hay que estudiar e investigar hasta construir conocimiento; para obtener uno honoris causa hay que transformar la sociedad en la que uno vive. Ambos esfuerzos son extraordinarios y debe haber evidencias de ello.
El modus operandi de estas organizaciones que reconocen a líderes, personas públicas y artistas -donativos voluntarios pagados por anticipado incluidos- es fácil de indagar. Adelante.
Tomemos una posición al respecto: me han ofrecido en más de alguna ocasión esta clase de diplomas y los he rechazado, al igual que he visibilizado lo sucedido e informado a quienes han estado en riesgo de aceptarlos. Invito a hacer lo propio.
No omito reiterar que, aunque varias personas reciban un mismo diploma, el sendero vital es completamente individual, así como sus méritos alcanzados y el legado que dejan al morir.
Finalmente, si esto pasa con un doctorado honoris causa, ponderemos qué alcances tendrá en el largo plazo la autorización de grados y cédulas profesionales de doctorado, en unos cuantos meses, en línea y con escasísimas evidencias de aprendizaje o pírricas aportaciones al conocimiento humano. Estamos a tiempo de aprender lecciones al respecto.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles