Marcelo Ebrard dejó París en 2016 para trasladarse a Estados Unidos.
Hace dos años, por estas fechas.
Cumplía una encomienda:
Andrés Manuel López lo mandó a establecer contactos con los dos candidatos a la Casa Blanca, Hillary Clinton y Donald Trump, y en eso se adelantó a Enrique Peña.
Es decir, tuvo mayor visión política a un gobierno con una gran estructura internacional pero menos tacto: la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), la principal embajada de México y medio centenar de consulados en ciudades clave.
-Vengo en representación del próximo Presidente de México –dijo en buen inglés en sus solicitudes de audiencia-, con un mensaje de amistad.
Ebrard, detallamos entonces, se concentró en sus dos principales amigos demócratas, el ex presidente William Clinton y la candidata a la presidencia del imperio, Hillary Clinton.
Hizo campaña por ella.
Transmitió su mensaje sobre todo a los mexicanos residentes en Estados Unidos con derecho a voto, pero en concreto llevó el mensaje de conciliación de su amigo López.
Perdió su favorita, pero él no.
A RECOMPONER UNA RELACIÓN DAÑADA
Marcelo Ebrard buscó a los dos bandos contendientes por la Casa Blanca.
Sus principales amigos eran los Clinton y encontró receptividad.
Eran tiempos de contienda en Estados Unidos y, en los fragores de una lucha agresiva republicana, apenas fue posible iniciar la relación Hillary Clinton-Andrés Manuel López.
A diferencia del Gobierno mexicano, Ebrard no se ciñó a un solo frente.
Buscó a su viejo amigo Rudolph Giuliani, quien como alcalde de Nueva York instrumentó la política de seguridad denominada tolerancia cero y Ebrard quiso implantar en el entonces Distrito Federal.
Fracasó aquel proyecto, pero la relación continuó y, alcanzado el poder, esa estrategia está ante un panorama promisorio.
Es el primer resultado de la diplomacia ebrardista: el viernes la misión estadounidense de primer nivel acordada con Donald Trump acudirá a la casa de campaña de López en la colonia Roma.
Estarán el yerno y asesor de la Casa Blanca Jared Kushner y los secretarios de Estado y del Tesoro, respectivamente Michael Pompeo y William Duncan, en busca de una buena relación no lograda con Enrique Peña.
Los acuerdos, si los hay, dirán qué tan brillante viene la relación México-Estados Unidos o López-Trump.
EL PAPA, AMLO Y SCHOLAS OCCURRENTES
Hace un par de meses, cuando Andrés Manuel López invocó la intervención del papa Francisco para pacificar México, la mayoría de los prelados católicos soltó la carcajada.
-Seguramente lo va a designar procurador general de la República –me dijeron con ironía dos de ellos.
Como Presidente triunfante y en víspera de ser declarado Presidente electo, el tabasqueño ha formalizado la solicitud de participación y esos mismos purpurados están expectantes.
A ver qué contesta monseñor Jorge Mario Bergoglio.
Pero sí hay antecedentes del Papa argentino: desde hace dos años impulsa acciones de inclusión social y a favor de la paz a través de la fundación Scholas Occurrentes, representada en México por Héctor Sulaimán Saldívar.
Atiende a miles de jóvenes en distintos programas sociales, artísticos y de desarrollo ciudadano y esta semana fortalece esa cruzada con la asistencia de expertos internacionales.