Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
En los primeros días de la pandemia, resultaba impensable que el número de vidas perdidas pudiera llegar a los tres dígitos.
Hoy, sin embargo, ya se contabilizan en México cien mil muertes a causa de la pandemia, según cifras oficiales.
Pero la tragedia adquiere tintes de espanto si tomamos en cuenta las estimaciones del número real de vidas perdidas; 300 mil, por lo menos, según especialistas no oficiales.
Y si era una tragedia imaginar la posibilidad de perder 60 mil vidas, según llegó a decir Hugo López-Gatell, entonces qué debemos pensar de las cien mil o las 300 mil muertes alcanzadas hasta hoy, a causa de la pandemia.
Lo cierto es que, a querer o no, asistimos a uno de los mayores crímenes de Estado en la historia de México.
¿Por qué?
Porque están a la vista de todos no sólo la indolencia oficial y el manejo equivocado del gobierno de López Obrador –en la atención a la pandemia–, sino la irresponsabilidad criminal al destruir, de manera deliberada, el sistema de salud, justo cuando más se necesitaban los recursos económicos que le han escatimado a la salud, por órdenes directas del presidente.
Lo cierto es que todas las decisiones del gobierno federal fueron equivocadas, contrarias a los protocolos universales que siguieron otros países que lograron contener la pandemia, lo que confirma que muchos miles de mexicanos que perdieron la vida a causa del virus, hoy seguirían vivos si el gobierno hubiese actuado de manera correcta.
Pero cuando la pandemia está completamente fuera de control y cuando se ha llegado a un millón de contagios en todo el país, tanto el presidente, como el subsecretario López-Gatell, cuestionan a medio y periodistas por “cometer el pecado” de exaltar la cifra de cien mil muertes por Covid-19.
Es decir, de nueva cuenta el gobierno de Obrador recurre a la estrategia “del avestruz”; de esconder la realidad, como si ocultando la gravedad de cien mil vidas perdidas y un millón de contagios en todo el país, pudieran desaparecer la tragedia y sus efectos mortales.
Sin embargo, apenas empieza el calvario al que sometió a millones de mexicanos el criminal gobierno de López Obrador. ¿Y, por qué es sólo el principio?
Porque por orden presidencial, la mayoría de diputados de Morena –y sus aliados–, decidieron dejar sin “presupuesto etiquetado” no sólo la atención urgente de la pandemia para el año próximo, el 2021, sino que no existe el dinero público para que el Estado mexicano pueda adquirir las vacunas contra el Covid-19, una vez que estén disponibles en el mercado mundial. Sí, por orden del presidente, no se presupuestaron recursos especiales para atender la pandemia y tampoco para comprar las vacunas.
¿Y cómo se le llama a esa irresponsabilidad del Estado y del presidente mismo, quien prefiere gastar el dinero de los mexicanos en ocurrencias como el Tren Maya, la inviable Refinería Dos Bocas, el inservible Aeropuerto de Santa Lucía, el catastrófico rescate de Pemex y el clientelismo electorero, en tiempos de elecciones?
¡Sí, es un crimen de Estado! Esa es la mejor definición.
Pero tampoco ahí germina la tragedia nacional a causa del manejo erróneo de la pandemia.Resulta que a causa de las venganzas del presidente contra la industria farmacéutica –nacional y extranjera–, los distintos laboratorios privados desmontaron buena parte de la infraestructura que hacía posible el traslado de medicamentos, en condiciones especiales.¿Y eso qué quiere decir?Que sin una adecuada “cadena de frío” –de al menos 80 grados centígrados bajo cero–, no será posible que llegue a México la vacuna de Covid-19 y que se disperse a centros de salud y hospitales de todo el país.
En pocas palabras, que el irresponsable gobierno de López Obrador no sólo no destino presupuesto especial para la atención de la pandemia, sino que tampoco reservó presupuesto para la compra de la vacuna y, para colmo, no existen las condiciones técnicas y logísticas elementales para traer a México la vacuna y para distribuirla con las medidas de seguridad, a todos los hospitales y centros de salud del país.
Por eso se debe insistir en que la irresponsabilidad del gobierno de López, frente a la pandemia, no tiene otro nombre que el de crimen de Estado.
Al tiempo.