Comienza la limpia en Veracruz
Sobre una pila superior a los 250 mil fallecimientos de mexicanas y mexicanos, tendrá que escribirse la crónica de la emergencia sanitaria más extrema a la que se haya enfrentado México… y el mundo.
Lo que ya pasó ya pasó y no podemos modificarlo.
Comentaba con el Dr.Saúl Arellano, perteneciente al Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (UNAM), que encabeza Rolando Cordera, que debimos haber creado al menos dos comités emergentes para atender, desde antes, en enero de 2020 la llegada del bicho a nuestro territorio: uno debió definir las estrategias en materia de salud y el segundo en materia económica.
En estos comités debieron ser integrados por los expertos más versados en el tema de la emergencia sanitaria que se venía y en el tema económico pues sabíamos, habría de hacernos mucho daño la pandemia en nuestro comportamiento productivo.
Debimos haber tomado las ideas de los mexicanos más aptos para aportar soluciones anticipadas para recibir sugerencias y aplicar estrategias para aminorar el daño de lo que se venía.
No importando si fueran de otras administraciones federales o fueran científicos o talentos de la iniciativa privada o de las universidades fifis. El reto era nacional. El Gobierno Federal debió haberse anticipado con las mejores ideas para esquivar hasta donde hubiera sido posible el daño estructural al país y a las familias.
Era claro que el virus habría de hacer daño de forma diferenciada. No podríamos evitarlo, pero sí evadir que los daños fueran muy profundos. La llegada del Covid 19 agravaría la recesión que ya presentaba la economía y generaría mayor pobreza, desempleo y extremaría la injusta distribución del ingreso.
No lo hicimos: el daño está causado y contando.
La pandemia se ha ensañado sobre los sectores urbanos más que sobre los rurales.
Ha golpeado más a las zonas en donde la informalidad económica es una constante e incrementado la pobreza. Generó un desempleo que tardará en resarcirse y ocasionó mayor pauperización entre la población.
Le doy un dato que no exige grandes reflexión: 75% de los municipios en el país tienen más de 50 por ciento de su población por debajo del nivel de pobreza. ¿Quiere otro dato? Ahí le va: en tres entidades del país, Oaxaca, Chiapas y Guerrero, el promedio de ingresos de su población con trabajo es menor a los mil pesos mensuales. Esto es $33.33 pesos por día cuando mucho.
Más, por si se quedó con apetito de datos: 40% de quienes trabajan tuvieron ingresos por debajo del nivel del recurso necesario para adquirir una canasta alimentaria básica que es de mil 500 pesos al mes para zonas urbanas y de mil pesos mensuales para las zonas rurales.
Y en esa contundencia estadística, llegó cínica la pandemia a nuestro país. Y nos acabó haciendo pinole.
La débil situación de nuestra infraestructura del Sistema de Salud no resistió la demanda de servicios porque ya venía arrastrando sexenios de descuidos y desatención.
Al final de 2018 la población en pobreza se calculaba oficialmente en 53.5 millones de mexicanos (as). Los estrategas en materia económica de nuestra máxima casa de estudios estiman que luego de esta emergencia sanitaria pudieran incorporarse entre 22 y hasta 32 millones de mexicanas y mexicanos más al ejército de pobreza nacional.
Porque no solo no fuimos capaces de atender con seriedad la futura llegada de la pandemia a nuestro territorio sino tampoco hemos hecho nada para propiciar que la recuperación económica sea más ágil.
El gobierno renuncia a ejercer su rectoría en materia económica y como cree que establecer políticas públicas en pro de la generación de empleo y creación de empresas es una forma de privilegiar al sector neoconservador empresarial pues no habrá de mover un dedo en su favor y por ende de la economía nacional en su conjunto.
Necesitamos ese golpe de timón que no habrá de llegar.
Así es que, si usted sabe rezar, comience.
@etorreblancaj en Twitter
En Facebook, Economía de Frente, Entorno al Dinero (lunes a viernes de las 6 a las 8 horas) y
Universo Pyme.
En podcast: Economía al Dente.