Contexto
Alguien que carezca de entendimiento cabal de cómo funciona la economía y qué papel juegan en ella los bancos centrales justificadamente se preguntaría por qué no pueden usarse las Reservas Internacionales en favor de las mejores y más nobles causas en favor de los pobres, que en México son muchos.
Ciertamente no se trata de repartirlas entre 52.4 millones de pobres o 9.3 millones de pobres extremos que hay en el país (datos del Coneval).
O ¿por qué no?
tres billones 892 mil 900 millones de pesos (aproximadamente) pudieran servir para algo.
Alcanzaría para dar a cada pobre o pobre extremo 63 mil 818 pesos, pero como no se trata de eso, pudiéramos con esa lana invertir en mejores hospitales o escuelas o caminos vecinales o lo necesario para que los pobres vivieran mejor.
No creo que alguien propusiera repartir las reservas (194 mil 645 millones de dólares) entre los pobres con la idea de disminuir esa calamidad social pero ciertamente habrá quien defienda la idea de usar las reservas para garantizar que las obras que tengan impacto favorable entre los más pobres puedan ser financiadas por ese dinero que finalmente al país pertenece.
Pudiera costearse el nuevo aeropuerto en Santa Lucía aunque menos de 8 por ciento de la población mexicana acostumbre usar ese transporte y sean más los que tienen que conformarse con ver los aviones despegar y aterrizar desde los puentes peatonales cercanos a las terminales aéreas.
Podríamos construir algo así como 13 refinerías de Dos Bocas con la cantidad de dinero involucrada en las reservas internacionales o darles un mejor fin.
Pudiéramos no tener un Tren Maya sino varios. Muchos.
No faltará quien así lo crea y defienda públicamente la idea ahora, sobre todo, que el Banxico ya dio color de no simpatizar con el Gobierno de la autoproclamada 4T.
El Presidente de México lo cree así. Cree que el no haberle dado dinero producto del remanente cambiario el año pasado es una prueba de que el Gobernador del organismo (financiero) autónomo no simpatiza con su línea de pensamiento estratégico.
Ergo: “se le acabó el veinte” a Alejandro Díaz de León como Gobernador del Banco Central.
En más de 25 años de autonomía solo en 10 ocasiones hubo remanente cambiario y ahora no hubo fichas suficientes para otorgar dinero al gobierno para que de ellos financiara sus obras o compensara el dinero que ha pagado para adquirir vacunas para la población.
Pudieron explicarle al Presidente cómo estuvo la toma de esa decisión ya que dentro de Banxico están personas de su confianza como Gerardo Esquivel, Jonathan Heath o Galia Borja Gómez. Pudieron haberle dicho que no fue Alejandro Díaz de León quien tomó esa decisión sino un grupo de personas que analizaron la situación financiera del Banco de México y en función de ella tomaron la voluntad que tomaron.
Nada personal, debieron explicarle sus piezas de confianza que no solo están ahí, en Banxico, sino participaron en la toma de esa decisión a la que no fue ajena la Secretaría de Hacienda.
Producto de este pasaje, el Presidente anticipa que Alejandro Díaz de León, con un legado correcto y leal a los principio de autonomía se va jubilado del Banco Central de México para que llegue un gobernador partidario de la “economía moral” y con “dimensión social”.
Tiene el Presidente tres fichas dentro del Banco Central pero pudiera también proponer a alguien más con esas dimensiones. Está en la Ley ese procedimiento y no se le puede regatear al titular del Poder Ejecutivo la posibilidad.
Si de lo que dijo el Presidente puede interpretarse que buscará el gobierno ampliar las responsabilidades del Banco Central vale la pena recordar que para Banxico la única misión que tiene es cuidar el poder adquisitivo de la moneda, es decir, controlar la inflación.
Por lo regular los Bancos Centrales tienen esa encomienda como única aunque también hay otras responsabilidades en el caso de la FED, equivalente a nuestro Banco Central pero de Estados Unidos porque allá (Estados Unidos) no solo se ve la estabilidad de los precios sino también “maximizar el empleo “ y contribuir a “moderar las tasas de interés” en el largo plazo.
¿Puede ampliarse la responsabilidad del Banco de México? Ciertamente. Pudiera también por ley contribuir a lograr un mayor crecimiento y mejor distribución de la riqueza en el país e incluso, si así se modifica la ley, en un absurdo pudiera tener la encomienda de contribuir al bienestar de los más o propiciar que los habitantes de México sean felices o “más felices” de lo que ahora ya somos o son (algunos).
Todo eso se puede si se modifica la Ley y si el Presidente acaba metiéndole la mano de sus voluntades a un organismo autónomo, el más importante en nuestra economía y cuya osadía tendrá un costo que espero no tengamos que conocer porque no solo no nos va a gustar sino no nos va a convenir.
Así… más o menos.
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