Poder y dinero
Siempre no solo será sana sino necesaria la distancia entre el poder y el periodismo.
Esa relación así, a distancia, no solo conviene al periodismo sino a quien lo ejerce Y también a quien gobierna.
La materia económica ofrece una enorme ventaja: no solo se puede sino se tiene que ejercer un análisis y en su caso una crítica basada en los datos:
Cifras proporcionadas por organismos públicos y/o privados serios contribuyen a evitar hasta lo posible el que haya mala intención en lo que se escribe o se dice.
No obstante, para muchos no vale lo anterior.
Basta con que uno critique la obra de AMLO para que tenga uno bien ganado el infierno y los peores calificativos posibles.
No bastan los datos. Es más, salen sobrando, estorban.
Quien reacciona desde la apasionada trinchera chaira basta con que una persona, mexicana o no, articule una critica o un razonamiento que cuestione la obra del Presidente para que sea merecedora del insulto, de la descalificación en automático. No piensan, reaccionan y con un hígado muy grande explotan en calificativos que insultan, degradan o al menos eso procuran.
Se les paga para que denuesten porque en la azotea nada tienen frente a los datos o los argumentos fundamentados.
No dialogan ni debaten porque no tienen fundamentos ni ideas para hacerlo, por eso caen en la fácil tentación de insultar.
Un “que chingue a su madre”, cualquiera.
En materia económica el resultado que obtiene el actual gobierno a tres años de haber ganado el privilegio de tomar las decisiones fundamentales en este país es malo. Punto.
Así están los datos. Una recesión leve en el 2019 como resultado de su primer año de gobierno.
Un abrumador retroceso en 2020 como resultado de una emergencia sanitaria histórica.
No se puede culpar al Gobierno de la pandemia aunque sí se puede cuestionar el por qué no tomó la decisión de apoyar a empresas que son las grandes empleadoras en este país y que no son las grandes, sino las Pymes (78 de cada 100 empleos formales los sostienen las MiPymes).
El gobierno no quiso hacerlo.
México fue el país que menor invirtió en su población y/o de sus empresas durante la emergencia sanitaria. No vamos a cambiar eso.
También evitó el endeudar al país aunque ello no resultó suficiente para que la deuda en relación al PIB aumentara: pasó de 44.9% en que ya estaba a finales de 2018 hasta 52.8% a fines de 2020.
Ahora, ante la perspectiva de crecimiento económico como rebote en 2021, en mayo se encontraba en 47.7% del PIB.
A este gobierno no se le puede atribuir, hasta este momento, el haber contratado más deuda que tendrá que ser pagada por futuras generaciones.
Pero en cuanto empleo no vamos bien. El reto es muy muy importante. La administración federal reconoce un adeudo de 543 mil empleos para llegar a los que ya se contaban en febrero de 2020.
Datos del IMSS señalan que en todo 2020 se perdieron 647 mil 710 empleos formales.
No se pudo generar los dos millones de empleos que el Presidente prometió en abril de 2020.
Ni preguntar tiene sentido. Punto.
México es una nación en la que viven 125 millones de personas. De ellas 75 millones tienen posibilidad de trabajar por la edad que tienen. Solo trabajan 50 millones y más de 30 millones no tienen un ingreso que les permita adquirir más allá de una canasta básica.
Si un trabajador de estos 30.4 millones quiere soportar su consumo básico mas el de otra persona no podrá hacerlo. No le va a alcanzar.
De la calidad del empleo no se habla: 25% de quien tiene trabajo lo tiene en condiciones precarias.
Trabaja más de 48 horas semanales y gana hasta dos salarios mínimos o bien menos de 36 horas y gana un salario mínimo.
Ambos ingresos no permiten margen para superar la pobreza.
Ahí están los datos de la Asociación Ciudadana Frente a la Pobreza. Acudan a ellos.
La pandemia agregó casi 11 millones de desempleados y creció el subempleo.
Antes de la pandemia había 18.6 millones de trabajadores (as) con ingresos suficientes para adquirir una canasta familiar (dos canastas básicas alimentarias). A la fecha, según datos de la Acción Ciudadana frente a la Pobreza son 16.4 millones.
El total de trabajadores (as) mexicanas con un salario remunerado realmente y con condiciones legales satisfactorias (Seguro Social, beneficios sociales extras y salario con capacidad para ahorro) no llega a los 10 millones de las 50 millones de personas que tienen trabajo.
Son nueve millones. Nueve de 50 millones.
Datos. Sirven para que se tengan claras las metas y se marquen las estrategias.
El Presidente quiere pasar a la historia como el mandatario tranformador. Sería injusto asegurar ahora que no lo va a hacer. Esperemos a que transcurra su segunda mitad de mandato.
Por lo pronto, lo que lleva, le marca un reto enorme.
No es de más trabajo, sino de incrementar las capacidades de que la maquinaria económica para un trabajo formal y realmente remunerador.
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