Contexto
Que nadie se sienta sorprendido.
La pandemia más la recesión de 2019 nos iban a costar un incremento en el número de pobres en México.
Así fue.
Datos confiables del Inegi y las interpretaciones y lecturas de ellos por parte del Coneval nos ofrecen el tamaño de la factura.
Hay en el país 3.8 millones de mexicanos o mexicanas que se agregaron al ejército de pobres en el país.
Nos pudo salir más alta.
De hecho a finales de 2020 se creía que la cifra era cercana a los 10 millones.
Millones se dice rápido pero la palabra no expresa con precisión la dimensión del daño social de esta calamidad.
Me permito ponerle a Usted, de otra manera, estas cantidades:
Los mexicanos que entre 2018 y 2020 se agregaron a la pobreza equivalen a 44.7 Estadios Azteca a su máxima ocupación.
Si habláramos del total de pobres y pobres extremos en el país equivaldrían a 655 Estadios Azteca.
De ese tamaño es el reto.
Tan solo de pobres que se agregaron a la lista, la cantidad es de 3.8 millones, de los cuales 2.1 millones caben en la clasificación de pobres extremos.
Terrible.
No podía ser de otra manera si tomamos en cuenta que esas personas están en un país cuyo gobierno renunció a invertir recursos fiscales y monetarios en apoyo a empresas y familias durante la pandemia.
En cuanto a recursos monetarios, el Banco de México extendió líneas de apoyo para aprovechar la extensión de financiamientos, pero los posibles beneficiarios subejercieron la posibilidad.
Ciertamente, la pandemia generó pobreza no solo en México, sino en prácticamente todo el mundo.
“En octubre de 2020, las previsiones de Perspectivas Económicas Mundiales estimaron que en el mundo, entre 88 millones y 115 millones de personas caerían en la pobreza extrema en 2020.
Si tomamos los pronósticos incluidos en la edición de enero de 2021 de dicho informe, podemos prever que la cantidad de nuevos pobres surgidos como consecuencia de la pandemia de Covid 19, en 2020, aumentará a entre 119 millones y 124 millones.
Este rango de estimaciones está en línea con otros cálculos basados en previsiones alternativas de crecimiento elaboradas recientemente.”
Pueden consultar: últimas estimaciones del impacto de la Covid 19 en la pobreza mundial, worldbank.org.
En 20 años, el esfuerzo en el mundo logró abatir en mil millones de personas la pobreza extrema, algo que se revirtió en tan solo un año y medio desde que inició la emergencia sanitaria mundial.
Eso no justifica ni evita el juicio y mucho menos es pretexto para no redefinir y replantear las estrategias de políticas públicas en México para atender a los pobres de antaño y a los que ahora se agregan a esa nueva condición.
Dice el Presidente que su gobierno ha destinado como nunca antes recursos para destinarlos a los pobres.
Sería posible, pero ello no garantiza que se avance en abatir la calamidad.
Se puede gastar mucho dinero sin tener los resultados que se buscan.
Se puede invertir menos dinero con mejores resultados.
No estoy diciendo que eso pase ahora. Lo que sí es cierto es que resulta absolutamente necesario revisar las estrategias y los resultados.
No es momento para juzgar las políticas públicas en atención de la pobreza.
Se puede dar un millón de pesos a cada familia pobre sin que su condición en el futuro se modifique. Más vale un análisis de las vocaciones regionales de aquellas partes del país con mayor capacidad para producir pobres para insistir en ellas la aplicación de políticas que promuevan la inversión, aprovechen esas vocaciones y generen trabajo de calidad, formal y con la alternativa de que con capacitación los talentos de la población, educación y salud en las localidades y la inversión en infraestructura, la condición de pobreza tenderá a superarse.
Hay datos en abundancia y se pueden inventar o maquillar otros.
Lo que es inadmisible es que se pretenda evadir la responsabilidad del gobierno en atender esta nueva realidad, si es que esa fuera la intención… Si es que esa fuera.
¿Quién paga la factura, señores?