Libros de ayer y hoy
La economía mexicana durante el tercer tramo trimestral de este año presentó una caída de 0.2%, respecto al trimestre previo, que nadie anticipó, según el cálculo, que el INEGI habrá de revisar en las siguientes tres semanas.
Con respecto al tercer trimestre del año pasado, la economía creció 4.8% y respecto al tramo de los tres primeros trimestres del año, en comparación con el mismo periodo de 2020, el crecimiento es de 6.4 por ciento.
Nadie puede poner en duda que el resultado de todo el año será positivo, pero ahora se pone en riesgo que la economía crezca 6 por ciento o más.
Hubo en el transcurso del año analistas que llegaron a creer que la economía pudiera alcanzar un proceso de recuperación superior a 6.5%. Eso será historia. El sector primario y el secundario en el trimestre tercero y respecto al previo presentaron un crecimiento de 0.7% en ambos casos.
El mal dato estuvo ubicado en el sector terciario que refleja el comportamiento del mercado interno.
El ajuste fue de -0.6%. Este es un dato muy malo tomando en cuenta que la economía no ha dejado de recibir mensualmente remesas superiores cada mes a los 4 mil millones de dólares.
Sería irresponsable culpar a la administración federal de todas las razones que explican la caída económica durante el tercer trimestre en relación al trimestre previo. Juegan en el resultado final una serie de factores entre las cuales los internacionales no son poco importantes.
La presencia de desabasto en las cadenas de suministro en sectores como la automotriz, el encarecimiento y escasez de algunos productos básicos necesarios en cualquier economía, derivado fundamentalmente de la demanda desmedida de China, el cuello de botella que ahora priva en puertos y canales mercantes oceánicos, la falta de capacidad para la carga y descarga de mercancías e incluso la existencia de cientos de miles de contenedores vacíos que tienen que ser reubicados en otros puertos para su distribución equitativa, han generado distorsiones en la economía global y entre otras calamidades han impulsado los precios hacia arriba con un resultado casi parejo de4f inflación global.
No obstante, el actual gobierno mexicano también cuenta con responsabilidad en la contracción económica nacional.
En primera, la casi total ausencia de recursos fiscales invertidos en disminuir el daño en el tejido económico por la pandemia y la inexistencia de un programa ordenado para propiciar la actividad económica durante la recuperación, así como la confrontación evidente entre el sector público y el privado tienen un peso en la contracción económica.
Lo tiene sin duda alguna la propuesta de la Reforma Eléctrica que no solo juega contra la posibilidad de que México avance en la generación de energías limpias, sino también es contrario a la participación que los privados tienen al amparo de la Reforma Energética que se aplicó durante el gobierno anterior y ante la cual el actual Presidente y su director de la CFE que son particularmente reacios de respetar.
Las consecuencias que esta reforma ocasionaría en lo internacional, ante los acuerdos comerciales vigentes tan solo para mencionar lo más relevante, ya pesa en la voluntad de inversionistas y plantes de empresas globales y domésticas.
La sola propuesta y la manera beligerante con la que Manuel Bartlett defiende el cambio ha jugado un papel en la contracción de inversiones o intenciones de inversión en suelo mexicano.
No reconocerlo así es equivocado. Lo primero a observar es cómo apunta la revisión de la primera lectura del PIB en cuestión para conocer si la contracción se mantiene en los términos ya informados o se acusa o corrige hacia terrenos positivos.
Lo segundo es apreciar el peso de la Reforma Eléctrica en caso de pasar por el Congreso mexicano.
En esa posibilidad la Reforma Eléctrica ya jugará un papel más definitivo en el comportamiento de la economía cuando las empresas y sus inversiones probables se escapen de México y comencemos a recibir las facturas por el cambio.
El Presidente estará feliz, pero no estoy seguro de que le gusten las consecuencias que tendrá que enfrentar su gobierno aunque las desestime desde ahora.
Habrá facturas a pagar, indudablemente.
De hecho ya las hemos comenzado a pagar.