Libros de ayer y hoy
Una presidencia fallida
AMLO está de muy mal humor.
Para quienes trabajan y tratan con él cotidianamente la actitud del Presidente se convierte en una pesadilla.
Sabe que las cosas no van bien y que transcurrido más de 50 por ciento de su ejercicio en el poder, la transformación planeada se complica mucho.
Quizá las cosas hubiesen marchado mejor si al inicio de su gestión, y aprovechando el enorme bono político que le concedió el resultado de las urnas, hubiese iniciado la transformación fundamental en sus ejes básicos: la (contra) Reforma Energética, la Reforma Político Electoral (INE), la Reforma Fiscal (muy necesaria para soportar la carga social tan relevante de su estrategia) y la Reforma Administrativa.
En la primera mitad del sexenio se pudo haber aprovechado el soporte ciudadano para ejercer esas transformaciones con amplio apoyo en el Congreso.
Ahora la (contra) Reforma Energética es un masacote amorfo que luego de la derrota legislativa ahora exige a las empresas sobrevivientes estrategias legales para trabajar en el sector y ejercer productivamente lo que se pueda (como si los afectados estuvieran interesados para ello).
La Reforma electoral está destinada aparentemente va al fracaso por la voluntad de una oposición envalentonada de rechazarla y la Reforma Fiscal es ya imposible de concebir en los términos tan ventajosos que pudieron aprovechar en el primer trienio del sexenio.
El escenario de la pandemia, por supuesto, provocó un daño importante a la estrategia de gobierno.
“De lo perdido, lo que aparezca”, comentaría Carlos Monsivais.
Detrás de todo esto que el Presidente quiere vendernos como triunfos de su gestión está una inconcebible improvisación que solo puede entenderse por la terca voluntad del Presidente de hacer las cosas que él quiere hacer como las quiere hacer y en los tiempos que se le pega su gana.
El desaseo es terrible y explica los resultados.
Por ejemplo; el Litio ya es nuestro al estar en el subsuelo. Pero lo nacionaliza y reserva para una institución pública la exploración, explotación y aprovechamiento.
En buen español : una empresa paraestatal. A los legisladores votantes a favor se les olvidó que la iniciativa debe de llegar con un análisis del impacto presupuestal pero bueeenoooo… eso puede llegar luego.
Pocas horas después de que los diputados morenistas votan a favor de la propuesta ( con claros misterios) sin que muchos hubieran leído su contenido incluso, el Presidente declaraba que su gobierno estaba por revisar las concesiones existentes (66 decían relatos periodísticos confiables) lo que abre la puerta a considerar que la nacionalización (estatización parece más correcto mencionar) respetaría algunas de ellas.
Cierto esto o no, pues alguien debió decirle al Presidente que ese asunto de explorar, explotar y aprovechar el litio es un asunto muy complejo y costoso por la cantidad e recursos necesarios, la sofisticación técnica de los procesos de exploración y la cantidad de dinero que se necesita para llegar a la tecnología o alquilarla (contar con lo derechos para su uso) en el caso de la explotación y aprovechamiento.
En la columna anterior explicábamos que nos parece que es mucho más práctico e inteligente conceder a terceros la posibilidad de explotar el litio de manera integral y en beneficio del país, la generación del empleo calificado, la capacitación y la instalación en el país de empresas, desarrollar cadenas de suministro en empresas mexicanas y conseguir un ecosistema productivo claramente favorable a nuestro país y los mexicanos.
Delegar en terceros también puede ofrecer muy amplios beneficios al país, sus habitantes y la economía.
Claridad en las metas y buenas negociaciones pueden ofrecer esos resultados sin que el gobierno tenga que invertir un peso.
Pero el terreno futuro a la vista está repleto de dudas, complicaciones y sobre todo debates legales por el hecho, por ejemplo, de que, como lo señala Ramón Cosío, el litio no está reservado en nuestra Constitución Política como mineral específico a ser controlado por el estado lo que abre la posibilidad de que los afectados puedan recurrir a amparos para defender sus concesiones o su posibilidad a participar en la industria.
Para no mencionar el caso del Te-Mec que cuenta otra violación que puede reclamarse en los tribunales respectivos del propio acuerdo.
¿Por qué la administración pasó la oportunidad de reservar el litio y el sector energético a los términos que tenía planeados antes de que se firmara la actualización del acuerdo?
El gobierno de México actual tuvo un asiento para reservar tanto el litio como el sector eléctrico al menos. No haberlo hecho garantizaba tener que ir a tribunales para definirlos en el ejercicio de cambios de jugada. Ahora si que como dice el clásico: ¿qué necesidad?
Quienes ya están en terrenos de litio o de generación de energía eléctrica tendrán que defender sus posiciones y quienes no están difícilmente decidirán establecerse en un país en donde tienen que defender en tribunales su posibilidad a participar en el mercado. México no es la única nación que favorece la posibilidad de participar en el mercado de litio.
Lo mismo sucederá en el mercado eléctrico. Se quedarán en México quienes quieran defender las posiciones que México les había abierto para su participación, pero quienes no tengan que litigar evitarán venir al país.
¿Qué caso tiene complicarse el escenario?
Lo único que hace esto es impedir que la inversión se establezca en México aprovechando todo su potencial.
Menos inversión significa tener menos empleos y una economía con menos torque para ofrecer resultados positivos.
Lo más grave de todo es que hacia a donde apuntan las cosas como resultado final ofrece un escenario en el que México no ha conseguido avanzar en la disminución de la pobreza y pobreza extrema ni una mejora en los esquemas de la distribución del ingreso ni más y mejor actividad económica en las regiones que lo que mejor ofrecen es la pobreza.
Y nadie quería eso, comenzando por el habitante en Palacio.
Hay resultados que no se buscan pero con éxito llegan solos… como consecuencia.