Poder y dinero
Comienzan a surgir los datos económicos que conforman la foto con la que termina México en 2023.
Así se ve un país sonriente en un escenario soleado con un cielo azul esplendoroso como pocas veces ha tenido en su historia.
En esa foto, para empezar, hay 5.4 millones menos de pobres.
Un crecimiento económico muy cercano a 3.5 por ciento, que rebasa por bastante margen lo que en promedio se obtuvo entre 1978 y 2018 (promedio anual de 2.1%), una tasa de desempleo abierto de 2.6%, la más baja en 18 años, inversión extranjera directa que al tercer trimestre del año ya manifestaba un crecimiento de 30 por ciento respecto al mismo periodo del año previo y que apunta a ser la cifra más alta en una década.
El 30 de enero se da a conocer la primera lectura del PIB y ahí tendremos una impresión muy cercana a la realidad del comportamiento económico nacional durante 2023.
La foto finish del año pasado refleja un final majestuoso digno de un aplauso de pie y de justificados festejos.
La foto completa, que comprenda el escenario de 2024 no varía el color y majestuosidad del cielo y el sol que apunta a un contexto feliz y estable, pero ya se distingue al país, con amplia sonrisa en el final del año que acabamos de dejar, a escasos centímetros de un precipicio muy profundo.
Lo queramos ver o no, estamos a centímetros de caer por un precipicio que pudiera convertir esa foto feliz en una desgracia.
No hablemos del principal problema que queda evidenciado por el avance ostentoso de la inseguridad, que imponen los grupos de delincuencia organizada, que es ya claramente el problema más grave que tiene México en la realidad presente.
Hablemos del escenario macroeconómico con el que transitará el país durante el año que inicia.
El margen fiscal del gobierno mexicano es muy pequeño. Se lo pongo en un ejemplo muy fácil de entender. Supongamos que usted encabeza una familia cuyo ingreso es de 10 mil pesos al mes. Usted y su familia realizan una lista detallada de compromisos a cumplir mensualmente. Está la hipoteca, la despensa, el pago mensual de la tarjeta (que no tiene ya espacio para seguir absorbiendo deuda), lo necesario para transporte, ropa, calzado, etc. Lo que resta a esa familia entre lo que requiere pagar o comprar y lo que “le sobra” para dedicarlo a otras misiones o para enfrentar alguna emergencia sería de 100 pesos, 100 de los 10 mil pesos. Esos 100 representan uno por ciento de los 10 mil pesos de ingresos.
Pues el margen o espacio fiscal que tendrá el Gobierno de México este año, en el 2024, es menor a 1 por ciento. Es de 0.9% según datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. Esto es tanto como caminar a una altura de 100 metros de altura por una cuerda estrecha sin red de protección durante todo el año.
Cualquier emergencia, una sequía, inundaciones, alguna contingencia de salud, algo inesperado será imposible de atender con ese espacio fiscal disponible. Se tendrá que recurrir a deuda para poder atenderlo o a una combinación de sacrificio presupuestal y contratación de deuda.
Ciertamente, esta situación no condena o es determinante para una obligada crisis económica pero sí exige, si no queremos enfrentarla, una urgente reforma ascenderia, que implique ingresos extras superiores a 8 por ciento del PIB, incorporar a la actividad informal a la formalidad, combatir a los malandros que están secando la actividad microeconómica con las extorsiones a pequeñas unidades económicas e imponen carga o presión inflacionaria en los bienes socialmente más necesarios.
Si no hacemos eso, si no garantizamos al Gobierno más ingresos y la recomposición progresiva de la normalidad legal, la vulnerabilidad económica del país será muy alta.
La foto, insisto, no habla de una caída al precipicio imposible de evitar, pero exige un cuidado extremo en la estrategia financiera nacional y no creo que el movimiento en el poder ahora lo quiera ya no digamos reconocer, el verlo ya es para ellos imposible.
Ojalá me equivoque, pero el riesgo está ahí si queremos ver la foto.