Libros de ayer y hoy
Los precios, la nueva amenaza
Inicia 2022 con la noticia de que al cierre del año anterior la inflación en México avanzó 7.36 por ciento.
Lo sabíamos y no debemos de alarmarnos… mucho.
Para la mayor parte de los lectores hablar de que México experimentó una inflación de tres dígitos es parte de la historia antigua.
La mayor parte de quienes leen estas líneas muy seguramente nunca experimentaron inflaciones de 159 por ciento como sucedió en 1987.
No saben lo que se siente tener un precio de tortilla, pan u otro producto necesario en la mesa y, un par de semanas después tener que adquirirlo con un sobreprecio respecto al que pagaron siete días antes.
Recuperarse de una inflación así no es fácil.
De hecho la inflación del año 87 responde a una estrategia de choque para combatirle.
Se alinearon los precios en 1987 para procurar bajarlos, paradójicamente.
Así sucedió. Los pactos sociales ayudaron a lograr el cometido.
Para 1988 la inflación ya estaba en 51.66% y para 1993 se consiguió tener una inflación de un solo dígito (8.01%).
El camino para lograr inflaciones de un dígito llevó tiempo: desde 1987 hasta 1993 fueron 7 años, pero en 1995 se volvieron a descomponer las cosas porque llegó a 51.9% y de ahí hasta 2000, para tener una inflación de 8.96%.
Tendrá que tener cuidado el Banco de México para coordinar una estrategia que evite que los precios se mantengan altos el resto del año o que incluso la inflación avance.
Es responsabilidad del Banco de México atender la estrategia antiinflacionaria.
Pero hay un componente importado en la inflación que existe actualmente en México.
Para citar un ejemplo pudiéramos mencionar que los fletes comerciales entre China y Estados Unidos han aumentado entre abril del 2020 y Diciembre del 2021 hasta 871%.
En la ruta Shangai-NY el costo del flete aumento 375% y entre Shangai y Los Angeles los costos de flete aumentaron 496% .
Nadie puede creer que el comerciante absorbe esos costos sin traducirlos al comprador.
Pero no todo es por la “importación de inflación externa”.
La Canasta Básica aumentó el año pasado 9.8%, señalan los datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas.
Según este grupo de investigación, la tortilla incrementó el año pasado 20 por ciento, 12% la Harina de Maíz, 118% el limón, 61% el aguacate, 32 por ciento el promedio de incremento de precios en las frutas, 26 por ciento las hortalizas, los chiles en promedio 113% y el tomate verde 132 por ciento por mencionar algunos de los más relevantes.
El problema es que importamos gran cantidad de los alimentos que se requieren para las mesas de las familias mexicanas.
Compramos hasta 36 mil millones de dólares en alimentos de primera necesidad; el 50 por ciento de los granos y oleaginosas son importados.
Somos el segundo importador mundial de soya; el segundo, de maíz forrajero; el sexto de trigo.
En los 80 éramos autosuficientes en el arroz y ahora tenemos que comprar alrededor de 85 por ciento de nuestras necesidades.
Y esto no va a cambiar de la noche a la mañana.
Si un día todo chino se despierta con ganas de comer arroz con carne de puerco, más de la mitad del mundo se va a quedar sin los platillos y la otra mitad tendrá que pagar más caros los ingredientes.
Esto lo único que quiere reflejar es que hay distorsiones estructurales que van a hacer compleja la tarea de bajar la inflación.
Tenemos una nueva Gobernadora del Banco Central Mexicano y un reto mayúsculo en materia monetaria si se toma en cuenta que todos los bancos centrales combaten el mismo mal y que entre las medicinas que ya comienzan a aplicar está no solo el aumento en las tasas de interés sino también el retiro de estímulos monetarios, lo que ocasionará la mayor salida de capitales invertidos en deuda mexicana de lo que hasta ahora se ha manifestado y de lo que ya dejamos constancia en trabajos anteriores.
Vamos a ver cómo nos va.
Mientras tanto, lo mejor de lo mejor para usted y sus familias y cercanos le desea el autor de estas líneas agradeciéndole por supuesto la generosidad de su lectura.