Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
EU en nuestra elección presidencial
Lo vimos en la cumbre del G-20 en Hamburgo: con Trump en la Casa Blanca el mundo está en el umbral de un cambio profundo que debe ser uno de los temas centrales de la próxima elección presidencial en México.
Es el final del proyecto hegemónico mundial que ejerció Estados Unidos después de la Guerra Fría.
“Diecinueve contra uno. Ese ha sido el resultado de la cumbre del G-20 celebrada ayer y antes de ayer en Hamburgo y que ha evidenciado el creciente autoaislamiento de Estados Unidos”, dice la entrada de la nota de los enviados de El País en su edición dominical. Nada más certero y descriptivo.
Se acabó el Estados Unidos (brevemente) defensor de los valores liberales, la democracia, los derechos humanos, el medio ambiente y el libre comercio.
Y la pregunta para México, y para quien aspire a conducir los destinos del país, es cómo se va a defender la soberanía.
Un vecino que renuncia al liderazgo mundial, tiende al aislacionismo, desprecia a sus aliados tradicionales y manda señales de que el proteccionismo comercial es su nueva vía, debe merecer la mayor atención de los intelectuales y políticos del país.
La agresividad de este nuevo Estados Unidos no la conocemos todavía. En el terreno de la seguridad no hay indicadores claros, más allá de algunos buenos deseos del secretario Tillerson.
Pero esto no ha comenzado, y el que manda es Trump.
Ya lo repitió en Hamburgo el presidente del país vecino: “México debe pagar el muro”. Por más que relativicemos el peligro con poner en duda su equilibrio emocional, tenemos en el muro una metafórica expresión de hostilidad de su parte. Y una señal clara de que en ciertos temas no cambia de opinión.
Dentro de poco tendremos una nueva probada de este viraje en Estados Unidos, cuando se inicie la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Es posible que constatemos que el vecino nos desprecia tanto como a sus demás aliados.
Rechazo al Acuerdo de París sobre protección al ambiente, un muro físico a los mexicanos en la frontera, y contrario a la existencia de la Unión Europea. Más claro, ni el agua.
¿Qué hacer ante este giro en la política exterior estadounidense que se va a reflejar en la relación con México?
El actual gobierno deberá hacer una buena negociación del Tratado, pero el problema es mucho más amplio, profundo, y toca responder a los que aspiran a gobernar.
¿Qué perfil debe tener el nuevo Presidente de México para hacer frente a ese energúmeno, sin perder al país en el intento?
¿Quién tiene la capacidad para ubicar a México en este nuevo orden mundial que sin duda va a nacer?
De soberanía hablamos.
Y la soberanía no la puede defender un fósil que tardó 14 años en terminar la carrera en la universidad, que no conoce el mundo ni entiende nada de lo que pasa en el mundo (por eso no opina).
Hay que poner la casa en orden, desde luego.
Pero eso en cualquier circunstancia, gobierne quien gobierne en el país vecino.
Lo que plantea el cambio de Estados Unidos con la presidencia de Trump es un reto a la inteligencia de partidos y candidatos. El tema es toral.
Esperemos y exijamos definiciones de los partidos. Y de los precandidatos.