Poder y dinero
RIP a los gobiernos de coalición
Todo indica que la propuesta de cambiar la Constitución, a fin de hacer posibles los gobiernos de coalición, no tuvo los consensos necesarios en el gobierno y en consecuencia en el PRI.
La habían impulsado Manlio Fabio Beltrones y distinguidos juristas para tener un gobierno fuerte a partir de 2018, al igual que panistas connotados como Diego Fernández de Cevallos, Roberto Gil y Rafael Moreno Valle. También la apoyaban en el PRD.
Los tiempos se vinieron encima y en Los Pinos no quisieron experimentar con la elección presidencial a la vuelta de la esquina.
Nos vamos a ir a una elección con las reglas tradicionales, y con una legislación en materia electoral que impide la propaganda negativa, los contrastes, y amenaza a los medios de comunicación si destacan los aspectos positivos u obscuros de los candidatos.
A ver qué sale, pero con esas reglas de comunicación política no estamos ante un horizonte halagüeño.
Frente la nueva realidad mundial, y específicamente regional con Donald Trump en la oficina oval de la Casa Blanca, en México hubiera sido deseable una presidencia fuerte, respaldada por un elevado porcentaje de la población. Pero en política lo deseable no siempre es lo posible.
Con las actuales reglas y la pulverización del voto entre tantos partidos y candidatos que competirán en 2018, no es extraño que el próximo Presidente llegue a Los Pinos con el 28 o 30 por ciento de los sufragios emitidos. Una minoría en tiempos que se necesitan amplias bases de consenso para gobernar.
Hasta ahora nadie ha reclamado por el naufragio de una buena propuesta, que incluía la segunda vuelta en la elección presidencial. No era una segunda vuelta en frío, sino ligada al concepto de coalición para gobernar.
El candidato que saliera triunfante de la elección presidencial tenía hasta un mes para formar una coalición gobernante que le diera el 42 por ciento de la votación total y mayoría en el Congreso.
Pero en caso de que ese candidato no quisiera hacer coalición, tenía la opción de llamar a una segunda vuelta en la elección presidencial entre los dos con la más alta votación.
Se trata de un esquema novedoso que garantizaba una Presidencia fuerte para el próximo sexenio.
Vamos a seguir en el camino de que triunfe la primera minoría, y las minorías restantes se dediquen a hacerle la vida imposible al gobierno en turno.
El freno al proyecto de gobiernos de coalición se dio con el argumento de que ya está encima la elección presidencial y los cambios constitucionales en materia electoral nunca se han hecho tan pegados a la fecha de los comicios.
Lo anterior es cierto, pero inquieta un elemento que cambia los escenarios tradicionales. Dentro de unas semanas llega a la Presidencia de Estados Unidos un declarado anti mexicano que trae una agenda agresiva en contra de nuestro país.
Vamos a necesitar, como pocas veces en nuestra historia reciente, de unidad nacional.
Y eso se conseguía con una Presidencia fuerte, proyecto de gobierno en común entre dos o más partidos, y con una clara y legítima mayoría en el Congreso.
Nada de eso va a ocurrir, porque lo deseable no siempre es posible. Los tiempos están encima. Vamos con las reglas de siempre y a esperar un nuevo año que ojalá sea menos malo que todos los vaticinios.
Felices fiestas y que lluevan emociones y buenas noticias para cada uno de ustedes en 2017. Tenemos un gran país que disfrutar y defender. Nos volvemos a encontrar, aquí, en enero.