Poder y dinero
El semanario inglés The Economist publicó esta semana que México necesitaba estrategias de Estado, pero su Presidente ofrece un espectáculo. Correcto, pero no hay ni habrá más.
López Obrador es una persona que crea espectáculo y hasta convence con sus acrobacias retóricas. De hecho, 30 millones de personas lo consideraron apto para ser Presidente de la República.
Luego de un martilleo que duró más de quince años en todos los municipios del país, donde le dijo a cada mexicano que él era la solución para la pobreza, la inseguridad, el empleo y la precaria economía, pues todos sus males eran culpa de una minoría rapaz, le creyeron.
Sin embargo The Economist sugiere que se comporte como hombre de Estado para solucionar los problemas de México, y eso es imposible.
Al ilustre semanario británico hay que recordarle el adagio que es tan antiguo como la vida en comunidad: “nadie da lo que no tiene”.
Y López Obrador no es un estadista. Sino un showman con vocación social, aunque esto último ya también parece haberlo perdido.
Los hombres de Estado resuelven problemas, y López Obrador no ha corregido ninguno de los que encontró al asumir el poder.
Nadie le impuso la presidencia a AMLO, sino que él la buscó desde los primeros años de este siglo. Y ahora que la tiene, junto con el dominio de los otros poderes más los gobiernos estatales que se suman a sus iniciativas, nos muestra que sabía crear problemas pero no solucionarlos.
Lo dijimos en este y otros espacios durante muchos años: siempre buscó que los gobiernos fracasaran, para que algún día le fuera bien a él.
Según The Ecocomist México tuvo un mal desempeño en 2019 por la cancelación del NAIM, en el que, dice, ya se habían invertido trece mil millones de dólares. Por el Tren Maya, que costará siete mil 400 millones de dólares, pero los inversionistas no mostraron interés. Y el estancamiento de la inversión privada “por motivos nacionalistas”.
Tiene razón el semanario, sin embargo hay que precisar: este año, 2020, nos va a ir igual de mal que el año pasado o posiblemente peor.
La razón es sencilla: no corrigieron sus errores y se proponen ahondar en ellos y cometer otros.
Fue un error calcular, sin bases, un crecimiento de la economía de dos por ciento para el presupuesto 2020, que daría un nivel de recaudación determinado por ese ritmo de expansión de la economía.
No va a ser así y el gobierno contraerá aún más el gasto.
Banco de México bajó sus estimados de crecimiento, como también lo hicieron, esta semana, Goldman Sachs (a 0.6 por cento), J.P. Morgan (a 0.7 por ciento) y la OCDE (0.7 por ciento).
Lo anterior quiere decir que en 2020 tendremos un crecimiento de cero. Es decir, nada.
A lo anterior faltan por agregar los efectos del coronavirus, hasta ahora imposibles de precisar con certeza, pero van a afectar la economía mundial porque China bajó su producción de manufacturas en el primer trimestre, indispensables para las cadenas de producción en otros países.
Los expertos de este diario señalan que es posible que Europa entre en recesión y Estados Unidos no tendrá tan buenos resultados como en 2019.
Banco de México dio a conocer esta semana su Encuesta de Expectativas del sector privado, que arroja que sólo el nueve por ciento indicó que es buen momento para invertir en el país, debido a las dudas sobre las políticas del gobierno.
El pesimismo es fundado en materia económica, y en seguridad –el otro brazo que atenaza el crecimiento y el bienestar- no hay ninguna razón para suponer que habrá mejoría.
La Guardia Nacional es una estafa, sin presupuesto para inversión (las 2,500 camionetas que presentaron como suyas son propiedad de la secretaría de la Defensa) y, lo fundamental, sin una estrategia de seguridad.
Así es que sólo nos quedaremos con “el maestro del espectáculo”, como denomina The Economist a nuestro Presidente, mientras el país se deteriora en sus aspectos fundamentales: economía, seguridad, salud, empleo y servicios básicos.