Pedro Haces, líder de la CATEM
El discurso del presidente López Obrador en la Casa Blanca fue una bonita pieza oratoria, aunque totalmente desconectada de la realidad y ante el presidente más antimexicano de la historia moderna.
Su contenido fue tan falso que ofende la inteligencia de cualquier persona medianamente informada.
Los elogios del presidente López Obrador estuvieron dirigidos a un hombre indigno de recibirlos.
Comparar a Trump con George Washington va más allá de la adulación. Quedará para la historia.
Desconozco si Somoza, el hondureño José Simón Azcona (que le regaló la base de Palmasola a EU y albergó a la contra nicaragüense), o el salvadoreño Napoleón Duarte llegaron a tanto, pero de haberlo hecho jamás elogiaron a un supremacista blanco de la catadura moral de Donald Trump, porque este es el peor.
Nadie, en un siglo por lo menos, nos ha querido hacer tanto daño como Donald Trump.
Hay que tener una buena relación con él, sin duda, pero ponerle límites a sus agresiones y chantajes. Nunca entregarse.
El presidente de México dijo ayer en la Casa Blanca que Trump ha seguido el consejo de Washington, “quien advertía que las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
Ahora resulta que el amigo del Ku Klux Klan, impulsor de la disolución de la Unión Europea, defensor del uso de las armas contra manifestantes de color, el caza mexicanos Donald Trump, es un ejemplo de discípulo de George Washington.
Sí, para la historia.
“Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente”, dijo López Obrador a Trump.
Y la imposición de que México sea el país donde Estados Unidos mande a los que solicitan asilo en su territorio, ¿qué es?
El año pasado México recibió a 84 mil personas, solicitantes de asilo en Estados Unidos, de distintas nacionalidades, que el gobierno de ese país manda a esperar en México como si fuera su patio trasero.
Entre ellos, 28 mil son niños.
Y Trump no da asilo. ¿Quieren venir a Estados Unidos? Váyanse a esperar a ese país, México.
Con un presidente como López Obrador, Trump -en las antípodas de George Washington, pues toda su vida se ha aprovechado de los que muestran debilidad-, está feliz.
Le dijo AMLO: “pero lo que más aprecio es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.
Trump nos amenazó con imponernos aranceles y quebrar nuestra economía si no frenábamos el cruce de migrantes hacia su país. Y AMLO desplegó a 26 mil miembros del Ejército y de la Guardia Nacional a corretear centroamericanos en el sur, y a mexicanos en el norte.
De acuerdo con hacer valer nuestras leyes en la frontera sur. Lamentable el hacinamiento de centroamericanos en centros de reclusión en Chiapas, pero son nuestras leyes.
Frenar con las Fuerzas Armadas a los mexicanos que quieren cruzar a Estados Unidos, eso sí es violatorio de nuestra Constitución, que consagra la libertad de tránsito.
Los presidentes “entreguistas y neoliberales” que antecedieron a AMLO, pusieron brigadas de auxilio en el desierto para ayudar a migrantes que padecían insolación y dejaban agua y víveres en su ruta.
Ahora se ponen soldados y Guardia Nacional para que no crucen el río ni desafíen el muro de Trump.
“Quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”, dijo López Obrador en la Casa Blanca.
Se lo dijo al presidente de Estados Unidos que esta semana, o la próxima, insistirá en echar abajo el DACA de Barak Obama y así expulsar a unos 700 mil Dreamers, que son jóvenes migrantes, en su mayoría mexicanos, que concluyen sus estudios en ese país.
Se lo dijo al presidente que separa a padres e hijos sin miramientos. Son sus leyes, puede alegarse, pero no se merece el elogio que hizo el presidente de México: “Hemos recibido de usted comprensión y respeto”.
¿A qué fue López Obrador a Washington DC?
Ayer lo comentamos en esta columna, y lo dijo AMLO en el último párrafo de su discurso en la Casa Blanca:
“Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto”.
Fue a votar por Trump. Y a pedir a la comunidad mexicoamericana que vote por él.
Aquí en México aún le funciona el discurso que no se apega a la realidad: “vamos requetebién… la economía está firme… la delincuencia va a la baja… domamos la pandemia”.
Tal vez algunos mexicoamericanos le compren sus palabras de ayer y voten por Trump. Para eso lo llamaron.
Y fue también porque esa alianza con Trump le permite seguir destruyendo las instituciones democráticas en México, la economía, y perseguir a adversarios políticos sin la observancia del poderoso vecino del norte.
Cuando necesite testigos protegidos en Estados Unidos para hundir a quien le convenga hundir en una corte de Nueva York o donde sea, los va a tener. Mientras le dure Trump.
Ayer alguien tomó nota del discurso de AMLO y escribió: “Trump lanzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos. Ha esparcido el racismo contra nuestra comunidad latina desde entonces”.
El que escribió eso se llama Joseph Biden, y es el candidato presidencial demócrata, contra quien AMLO fue usado ayer en la Casa Blanca.