Libros de ayer y hoy
Para decidir la ubicación del nuevo aeropuerto, desde el gobierno entrante armaron un acto de simulación democrática y esconden a su ganador.
Esa consulta, además, es ilegal.
Y es una burla a las mínimas reglas de la urbanidad democrática con la que quieren impresionar.
Esta semana el presidente electo dijo que en caso ganar la opción de Texcoco, su gobierno no desembolsará un centavo y que el aeropuerto se construya con dinero del sector privado.
Que lo haga el ingeniero Carlos Slim, al frente de un grupo de constructores e inversionistas, y se queden con la concesión del aeropuerto.
A finales de agosto se subió a la página electrónica del presidente electo el anteproyecto de la ampliación de la base aérea de Santa Lucía, que ya hasta trae logo… y está firmado por el Grupo Riobóo.
Con un poco de sinceridad, entonces, la consulta sobre el nuevo aeropuerto debería preguntar a quién quiere usted que se lo entreguemos, a Slim o a Riobóo.
Pero el problema mayor es que se trata de una consulta manipulada hasta el tuétano.
Va a ser del 25 al 28 de este mes y los ciudadanos no conocemos qué se nos va a preguntar.
La consulta es en dos semanas y mantienen en lo oscurito las preguntas.
Mientras ocultan el contenido sobre lo que hay que pronunciarse, el equipo de López Obrador, y él mismo, han hecho campaña abierta en favor de Santa Lucía.
Si la posibilidad expresada ayer en estas páginas por Enrique Quintana se concreta, que se inclinen por Santa Lucía (donde los aviones no chocan porque se repelen en el aire, según el ingeniero Riobóo), es de ponerse a temblar por las consecuencias.
En una consulta manipulada todo es esperable.
Si fueran serios, verían los dictámenes de los organismos de aeronáutica civil más respetados en el mundo, y aceptarían que deben continuarse los trabajos en Texcoco.
Aceptarían el dictamen del Colegio de Ingenieros de México que concluyó que en Santa Lucía no es viable y debe hacerse donde ya se está construyendo.
Pero como no son serios y sí populistas afines a manipular los hechos, decidieron ir a una “consulta popular” para que decida el pueblo sabio.
Si quisieran conocer la opinión de la población, bastaría con ver las encuestas nacionales que se han publicado (ayer El Financiero), en las que 62 por ciento se inclina por Texcoco y sólo 25 por ciento por Santa Lucía.
Van a hacer una votación ilegal, que no coordina el INE sino una Fundación que sólo ha hecho consultas para el EZLN a petición del subcomandante Marcos.
De acuerdo con los organizadores, votarán, cuando mucho, el 0.6 por ciento de los ciudadanos empadronados.
Eso tendrá más valor que los dictámenes de los organismos especializados internacionales que fueron consultados sobre la materia.
El 0.6 por ciento del padrón que se tome la molestia de acudir a votar, o lleven a votar, estará por encima de decisiones técnicas y de la opinión de la abrumadora mayoría de los mexicanos.
Se trata de una locura por donde se le quiera ver.
Una locura ilegal, porque las consultas vinculantes (los resultados obligan) deben hacerse junto con las elecciones federales y las realiza el INE, que es la institución facultada para ello.
¿Qué enjuague prepara Morena con esa consulta?
Pronto lo sabremos, pero el hecho es que tres meses antes de las elecciones López Obrador prometió “una lluvia de amparos” para frenar los trabajos en Texcoco.
Su secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, dijo que “el peor lugar del país para construir un aeropuerto es Texcoco”.
Miembros del gabinete de AMLO han hecho proselitismo en favor de Santa Lucía y recorren los terrenos de Texcoco acompañados de los macheteros al grito de “frijoles sí, aeropuerto no”.
La consulta es ilegal.
Está manipulada.
No es procedente ni representativa.
Y tiene por objeto dar un barniz democrático para que se lave las manos el presidente electo. Lo dijo el pueblo sabio.