Libros de ayer y hoy
Salvo que cometan la locura de inclinarse por ampliar la base de Santa Lucía, el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México será para Carlos Slim.
Todo indica que ese es el trasfondo de tanta aparente indecisión y rechazo a invertir en un proyecto altamente rentable.
López Obrador le quiere entregar la terminal aérea más importante y con mayores ganancias del país al hombre más rico de México y uno de los cinco más acaudalados del mundo.
Capitalismo de compadres, se le llama.
Todos los sobresaltos y maromas que se han hecho hasta la fecha apuntan en esa dirección.
Lo que planteó el presidente electo esta semana acerca de que no piensa invertir en la continuación del aeropuerto en Texcoco, no tiene ninguna base de sustentación económica.
Es maquillar una decisión ya tomada. Asustan con Santa Lucía para, en solución intermedia, concesionar Texcoco.
A ver, si se decidiera por la base aérea de Santa Lucía, ¿las dos nuevas pistas van a ser gratis?
El acondicionamiento de Santa Lucía para recibir a millones de pasajeros al año, ¿va a ser gratis?
Lo que ya se invirtió en Texcoco, más las penas por cancelación de obras, suman alrededor de 120 mil millones de pesos. ¿Se va a tirar ese dinero?
El mantenimiento del actual aeropuerto cuesta más de lo que costaría en el nuevo. ¿Quiénes lo van a pagar?
Vamos más allá: el tren Maya, que pretenden construir y que no tiene asegurado el retorno de la inversión, ¿va a salir gratis?
La refinería en Tabasco, ¿va a ser gratis?
Esa refinería, oficialmente, costará ocho mil millones de dólares y en los hechos saldrá en 200 mil millones de pesos, no generará mayores utilidades ni abaratará el precio de las gasolinas, ¿se construirá con dinero que cae del cielo?
En NAIM, en cambio, es un proyecto altamente rentable para el gobierno. Se paga solo.
Por eso el actual aeropuerto de la capital del país no se concesionó al sector privado: porque sus ganancias son elevadas.
Vamos a renunciar a esos ingresos porque el presidente López Obrador se los va a dejar a Carlos Slim.
El Estado va a invertir donde habrá pérdidas (Pemex Refinación pierde al año 50 mil millones de pesos), y se retirará de donde hay ganancias.
Ya lo dijo el propio presidente electo la primera semana de agosto: estaría bien que “inversionistas -si son mexicanos mucho mejor- decidan continuar la obra con una concesión. Nosotros no tendríamos inconveniente, porque no ejerceríamos dinero público”.
Así es que esa decisión ya está tomada. El nuevo aeropuerto será para Carlos Slim y un grupo de inversionistas que trabajan actualmente en la obra.
Por eso salió a decirnos el lunes que su gobierno no invertirá en el Nuevo Aeropuerto (a pesar de ser una inversión rentable).
Esa es la razón por la cual van a realizar una consulta política -cuyos resultados se manejan a discreción-, sobre un tema eminentemente técnico.
Va para Carlos Slim. Ya estaba decidido. En este espacio lo apuntamos el 8 de agosto.
Ahora bien, de eso a Santa Lucía, sí, mejor que sea para Slim. Mil veces.
Salvo que creamos -contra la opinión de MITRE- lo que dice el otro magnate cercano a AMLO, José María Riobóo, promotor de Santa Lucía.
Dice que los aviones no chocan porque se repelen en el aire.