Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
La falange lopezobradorista en redes sociales y medios de comunicación salió de inmediato a contrarrestar la gran derrota de su candidato presidencial en el debate de anoche con el argumento de que fueron “todos” contra López Obrador.
Esa es la mejor manifestación de que AMLO perdió el debate, por lo evasivo de sus respuestas, su inconsistencia en las propuestas y falta de argumentos a la hora de defender lo que cree.
¿Cómo no iba a ser el más cuestionado, si es el (todavía) puntero en las encuestas?
¿Cómo no iba a ser el más cuestionado si pone a México ante el abismo por amnistiar a delincuentes que han matado, torturado y secuestrado?
No tuvo salida ante las críticas sobre inseguridad, corrupción e inconsecuencia al llamar corruptos a unos y luego darles cobijo en su partido. Se equivocó López Obrador al no atacar a sus contendientes, porque argumentos hay.
Luego de acusarlos de todo en la campaña, en la precampaña y desde antes, esta vez, cara a cara, se enconchó, mordió el reboso, no hilaba sus ideas y sólo salió bien del paso cuando le dijo a Meade que le regalaba los departamentos si era cierto que son suyos.
Anaya lo zarandeó al decirle que no responde por Alfonso Romo, el que va a ser su jefe de gabinete, pero en uno de sus libros lo tilda de corrupto por haberse beneficiado del mayor fraude en la historia de México, el Fobaproa.
Le dijo que es mentira que desde el poder pueda hacer que no haya corrupción hacia abajo, pues no pudo contagiar ni a su secretario particular ni a su secretario de Finanzas, que extorsionaban y robaban a gusto.
Meade le dijo que es falso eso de que barre las escaleras de corrupción, pues lo que usa en lugar de escoba es “un recogedor”, ya que tiene con él a Napoleón Gómez Urrutia y a Elba Esther Gordillo, entre otros personajes.
Noqueado sobre sus piernas estuvo López Obrador en el tema corrupción y cuando le dijeron que tanto él como sus hijos y hermanos vivían de Morena, que subsiste con dinero público.
Ni eres honesto, mientes y traicionas, le dijo Meade: robas con tu partido, mientes con tus departamentos y traicionas a la niñez con su alianza con Elba Esther.
Y remató con un “Andrés Manuel, en 20 años no has aportado nada a México”, pues se ha opuesto a todo.
Sergio Sarmiento lo exhibió en la mentira cuando AMLO dijo que él no tenía ambición de poder ni buscaba ningún cargo, y el conductor de Azteca le recordó que era la tercera vez que iba tras la presidencia. ¿No busca ningún cargo?
Le dijeron que su ambición de poder es tan grande que para alcanzarlo ha pactado con criminales, corruptos y narcotraficantes.
Mintió en el tema de la seguridad durante su gobierno en el Distrito Federal, pues Meade le recordó que cuatro de cada diez secuestros que hubo en el país en esos años, ocurrían en la Ciudad de México.
Anaya le enseñó estadísticas de cómo se ha disparado la criminalidad cuando se ha experimentado con el tema de la amnistía para criminales.
AMLO sólo atinó a decir que después de que gane va a ver qué hace con la inseguridad y que piensa en una comisión en la que participe el Papa.
Locuras. Noqueado estaba el tres veces candidato presidencial.
Sin respuesta se quedó López Obrador cuando Margarita Zavala le dijo que no criminalizara la pobreza, pues los grandes capos que él pretende amnistiar están llenos de dinero.
Lo acorralaron con sus propias mentiras, pues ahí en el debate se dijo partidario de una fiscalía independiente, mientras que en su libro dice que debe ser designado por el presidente de la República.
Qué espectáculo de pobreza intelectual y conceptual dio anoche López Obrador.
Se vio indefenso ante sus propias contradicciones. Hace doce años su error fue no haber ido al primer debate. Esta vez su error fue sí haber ido. Lo vapulearon.
Es muy posible que en la siguiente ronda de encuestas continúe arriba en las preferencias, pero aún faltan dos debates y dos meses de campaña.
No ha ganado, y todo indica que, otra vez, no va a ganar.