Poder y dinero
Que la gran mayoría de la gente le crea todo al presidente no quiere decir que esté en lo correcto.
Ha usado su inmensa credibilidad para sostener desaciertos que nos cuestan y nos van a costar más.
Ningún presidente toma medidas con la intención de fastidiar al país y a los habitantes. Pero son seres humanos, no dioses, se equivocan, y eso sucede con Andrés Manuel López Obrador, aunque tenga el aplauso de la galería y la tribuna.
Si el objetivo es destapar cloacas de corrupción de funcionarios y autoridades coludidas con grandes capos del huachicol, excelente. Todo sacrificio vale la pena.
Pero hasta ahora, dieciocho días después de que cerraron ductos y provocaron desabasto de gasolina, no hay un solo ladrón de combustible preso.
Existen investigaciones contra gasolineros por facturas que presentan “inconsistencias”, pero los detenidos ascienden a cero.
Y para investigar las cuentas de funcionarios y empresarios no era necesario cerrar ductos y dejar sin combustible a once estados.
El presidente dijo que el 80 por ciento del robo de gasolinas se daba en las instalaciones de Pemex y que “la ordeña es una pantalla”.
Vuelvo a la pregunta que no se ha contestado: si no había robo de gasolina en ductos, o era sólo el 20 por ciento, ¿por qué los cerraron?
Los cerraron porque el presidente se equivocó: sus asesores le informaron mal. Ahí en los ductos se da la mayor parte del robo de combustibles.
Nos quieren ver la cara de ingenuos e insuflar de patriotismo el pecho de la nación al afirmar que esta es la “segunda expropiación petrolera”.
¿Dónde están los expropiados?
Enséñennos los millones de litros recuperados en esta “expropiación petrolera”.
No los hay. Lo que sí dan a conocer son los millones de litros que han dejado de robarnos… porque ya no pasan por ductos.
Además, dicen que cerraron ductos, pero en la Ciudad de México tenemos desabasto de gasolina porque hay “sabotaje” … a un ducto (Tuxpan-Azcapotzalco). ¿Entonces?
Ese sabotaje consiste en horadaciones, como lo han presentado en fotos. Esas las hay en plena “guerra contra el huachicol”, con siete mil miembros de las Fuerzas Armadas (Marina y Ejército) en tareas de vigilancia.
¿Qué va a pasar cuando se vayan los uniformados? Seguirá el huachicol.
Y seguirá porque en el negocio de la ordeña de ductos, además de empleados o funcionarios de Pemex, están los grandes grupos criminales, como el Cartel Jalisco Nueva Generación en el centro del país.
Ellos controlan a poblaciones y personas de escasos recursos para practicar la ordeña y luego obligan a gasolineros a comprarles el producto que trasladan en grandes pipas.
¿Cuál es la razón por la que el gobierno no se mete con ellos?
Las autoridades no los han mencionado una sola vez en esta lucha que, por lo visto, se da contra fantasmas o sujetos hipotéticos: “ladrones de cuello blanco”.
La alternativa a los ductos es el transporte terrestre. El lunes anunciaron la compra de 800 camiones cisterna y la semana pasada acordaron con la Canacar que el sector privado intervenga en el traslado de combustible.
¿Por qué no lo hicieron antes de cerrar ductos?
Todo ha sido improvisación por desconocimiento de los funcionarios del ramo.
El presidente tiene la razón en querer destapar cloacas de corrupción y de saqueo, pero está equivocado en el procedimiento.
Deben usarse instrumentos científicos (como hizo Colombia) para detectar la gasolina robada cuando se descarga.
Dar prisión preventiva al robo de combustible.
Aplicar la ley.
Combatir a los grandes grupos criminales que usan a gente modesta que arriesga su vida para llenarles las pipas que ellos obligan a los gasolineros a comprárselas.
El respaldo popular lo tiene, sin lugar a dudas. ¿Entonces, por qué no llamarlos por su nombre?