Declaraciones de México y Oaxaca
Los incondicionales de AMLO pintan a Emilio Azcárraga como un oportunista al cambiarse la camiseta de Peña Nieto y ponerse la del candidato de Morena, a raíz de que éste va a cerrar su campaña presidencial en el estadio Azteca.
Momento, Televisa no ha cambiado. Es la misma de siempre. El que cambió, o finge cambiar, es López Obrador.
No fue Azcárraga el que eligió el Azteca, símbolo del poderío de Televisa en el área de entretenimiento popular, es AMLO el que quiere cerrar ahí.
En Televisa seguramente le rentan el Azteca a quien pueda pagarlo, y más aún si se trata del que va puntero en las encuestas de las cada vez más próximas elecciones.
Quien ha culpado a esa empresa de embrutecer al país y ser “fabricante” de presidentes para ponerlos a su servicio, es precisamente López Obrador.
Ahora lo vemos, feliz, porque va a cerrar en el Azteca con un festival artístico.
¿Eso era todo lo que quería con su movimiento y sus pataletas como pintarrajear las paredes de la televisora en Chapultepec 18?
¿Acercarse a Azcárraga para que le permita ser una estrella más del Canal de las Estrellas?
No es el único movimiento extraño que hizo esta semana López Obrador.
Fue con los empresarios del CMN, a los que ha insultado en lo personal y colectivo durante más de una década, y cuando los tuvo enfrente no les dijo ni pío.
Fue a abrazar a Claudio X González, al que siempre ha señalado como autor de todas las “conjuras” y “complots” que ha imaginado en contra suya.
¿Cambió Claudio X al abrazar a AMLO? Claro que no. Los empresarios, sobre todo los grandes, siempre querrán estar cerca del poder. El que había prometido alejarlos es AMLO.
Los empresarios son el motor del desarrollo y la fuente de inversión para crear más empleos y hacer progresar a México. Eso no ha cambiado.
El que dijo que eso cambiaría es otro. Que la “minoría rapaz” sería apartada del poder, sostenía.
Y apenas vio a Claudio X se le fue a los brazos.
Excelente que haya buena relación, sin duda. Pero ¿no hubiera sido mejor que se ahorrara todos los insultos y descalificaciones morales a los empresarios que bautizó como “mafia del poder”?
Nos habríamos evitado la polarización social, odio, marchas, plantones, quema de autobuses de grandes empresas y un ambiente de confrontación entre mexicanos.
Mientras se abraza con los grandes empresarios, a la gente humilde que lo sigue y ha sostenido su movimiento le dice que tienen bajos salarios porque esos ricos los exprimen con el modelo neoliberal que él va a cambiar.
¿Qué va a cambiar? Ante los empresarios no habló de cambios estructurales.
Al contrario, les dijo incluso que el aeropuerto internacional de la Ciudad de México es viable donde se está construyendo.
Qué bueno por el aeropuerto y por el polo de desarrollo que va a significar su construcción, pero qué mal habla ese zigzagueo de quien ante sus seguidores dice que no habrá tal terminal aérea porque es inviable y la construyen saqueadores de las arcas públicas, y cuando está ante los empresarios se va de lado y cambia de opinión.
A alguien le da atole con el dedo.
No le dice lo mismo a los grandes empresarios cuando los tiene de frente, que a los sectores populares que lo siguen en las plazas del país.
¿Qué oculta? ¿Cuál de los dos AMLO será el verdadero gobernante, si es que gana?
Falta poco para saberlo. Y en una de esas nos sale con que es un populista vacío de ideas, lleno de ocurrencias que cambian de acuerdo a quien tenga enfrente.