Frente a la guerra
REFORMA EDUCATIVA. ¿PARA ATRÁS, O PARA ADELANTE?
Grave en extremo, que López Obrador insista en echar abajo la Reforma Educativa. Tal pretensión, como escribió Javier Solórzano Zinser: “La está viendo… como parte de una negociación con el magisterio, bajo la promesa de derogarla para asegurar el voto…” (La Razón. 22.01.18)
Eso explica las adhesiones a la candidatura de López Obrador, por parte de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que no es de apenas y recientemente, del propio Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), vía Elba Esther Gordillo, a través de su nieto, René Fujiwara.
Es claro que la Reforma Educativa pegó en lo más profundo que duele a los líderes sindicales oficiales, oficiosos y disidentes: sus intere$e$ y privilegio$, por tantos años disfrutados. Así lo refiere Javier Solórzano: “Devolverle privilegios a un sector del magisterio para ganar votos es descartar la posibilidad de que los profesores puedan acceder a mejores condiciones laborales en función de su desempeño y así poder evitar que queden expuestos a la decisión de líderes que heredan a familiares plazas o que cobren por ellas…” (ibid)
Atraigo su amable atención al tema educativo, derivado de los resultados presentados por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) correspondientes a la evaluación de los aprendizajes alcanzados por quienes cursaban el tercero de secundaria en 2017.
En Lenguaje y Comunicación, el 73.9% del alumnado de tercero de secundaria del país, alcanzan apenas entre 3 y 4 de calificación, lo “que dificultan la adquisición de saberes futuros” (La Jornada. 26.01.18). En Matemáticas, 8 de cada 10 alumnos, tienen conocimientos insuficientes, puesto que solo dos de esos ocho alumnos, a duras penas pueden resolver problemas de operaciones básicas (suma, resta, multiplicación y división) con decimales y son alumnos que ingresaron o están por ingresar a bachillerato.
Los resultados 2017, no son muy diferentes de los obtenidos en 2015 y consolidan la brecha entre los aprendizajes alcanzados en las escuelas particulares y las escuelas comunitarias, que podría referir el peso de la pobreza como un obstáculo para alcanzar un mejor aprendizaje.
Desde luego, la atención de las condiciones de pobreza es un factor que va a seguir presente, en tanto no se focalicen los programas sociales efectivamente en las comunidades más apartadas del país y en tanto, no se generen economías de autogestión en dichas comunidades, aprovechando sus propios recursos naturales y sus habilidades, para generar mercados locales que incrementen los ingresos económicos de las comunidades más pequeñas del país.
A la par de atender los dos aspectos anteriores, se tiene que atender el nivel educativo de las madres y padres de familia de esas comunidades, puesto que ahí persiste el analfabetismo, luego entonces, es imposible que los adultos de dichas comunidades puedan apoyar al trabajo escolar de sus menores y adolescentes, lo que también explica los resultados alcanzados en las escuelas comunitarias.
Y si a todo lo anterior, agregamos, que por las distancias y los tiempos de traslado, maestras y maestros de dichas escuelas comunitarias, no cumplen mínimamente con el calendario escolar, puesto que las funciones administrativas y las referidas a sus percepciones y prestaciones, las siguen realizando de forma presencial, seguro que en lugar de cinco días de clases o seis, que es el caso de las secundarias ordinarias, seguro que alumnas y alumnos de las escuelas comunitarias, habrá semanas que reciben clases cuatro días de la semana, sino es que solo tres, a eso agregue los “puentes” por días de descanso obligatorio.
Usted y yo, sabemos que además de los anteriores motivos, habría que agregar, cuando maestros y maestras son convocados a manifestaciones, marchas, plantones y paros. Todo en conjunto se mezcla y el resultado es precisamente el bajo, bajísimo nivel de aprovechamiento escolar. Reprobatorio.
Así las cosas, ¿cómo pretender echar abajo una Reforma Educativa que precisamente busca que quienes se incorporen al magisterio, sean profesionales que conozcan las materias que van a impartir y que lo hagan, sabiendo de antemano que tendrán que cumplir con un calendario escolar y un programa con objetivos de aprendizaje medibles?
Que obtengan una plaza de maestro, por sus conocimientos y habilidades, ya no por recomendaciones, acuerdos económicos o herencia, como ocurría antes de la Reforma. Sostiene, Javier Solórzano: “… más que verla como un proyecto sexenal hay que verla como una necesidad educativa para el país… que tiene virtudes…”
La Reforma Educativa no debería ser motivo de disputas, si en verdad viéramos por las necesidades de la población, en particular la más vulnerable y si de verdad quisiéramos lo mejor para México, en momentos en que el mundo se está moviendo hacia una economía basada en el conocimiento, las tecnologías y la información.