Libros de ayer y hoy
“El presidente López Obrador encarna a la Nación, a la patria y al pueblo”. Eso afirmaron 54 senadores de la República.
De ahí, a su “Alteza serenísima”, “il Duce” o “Heil Hitler”, solo hay un paso.
La declaratoria realizada por los 54 senadores, los retrata de cuerpo entero. Así, eso de que: “¡Morena no permitirá que México regrese al viejo régimen!”, con la sola expresión de que Andrés Manuel encarna a la Nación, a la patria y al pueblo, ya regresaron a México al viejo régimen y más allá, lo regresaron al siglo XIX.
El artículo 41 constitucional dispone: “El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión…”
Esos 54 senadores están desconociendo el pacto federal y republicano vigente, al “conferirle” a Andrés Manuel, la “encarnación” del pueblo. En automático, ellos se están anulando, como parte de los Poderes de la Unión. Están desconociendo que somos República y que ellos representan un poder distinto, al que ostenta López Obrador.
Por lo que se ve, los 54 senadores se sienten “designados”, no electos, luego entonces eso explica su inclinación ante el Ejecutivo, en tanto sienten que le deben el cargo de senadores, y no a sus electores.
El artículo 49 constitucional declara que: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.”
Los 54 senadores desconocen con sus palabras, esta realidad constitucional vigente, al otorgarle una potestad que no tiene, ni ellos se la pueden conferir. Afortunadamente.
Estos tres años ponen en evidencia la necesidad urgente de continuar con la transición hacia la democracia y con la reforma de Estado, para darle sepultura jurídica al presidencialismo. Ya no más, el poder de una sola persona.
En igual forma, hacer que la Palabra, implique responsabilidad. Cuanto más, la palabra de una persona con poder.
Partimos del principio de que donde hay seres humanos, hay comunicación, razón, lenguaje y derecho, como lo sostienen Miguel Polaino Navarrete y Miguel Polaino-Orts, en “Cometer delitos con palabras”.
“… el habla constituye una forma de conducta, un modo de actuar… decir algo es hacer algo… los “actos perlocucionarios” (“perlocutionary act”), y AUSTIN los define de la siguiente manera: son los actos “que producimos o logramos porque decimos algo, tales como convencer, persuadir, disuadir… sorprender o confundir”, a los que podrían añadirse muchos más: amenazar, asombrar, atemorizar, intimidar, etc. Expone AUSTIN que “a menudo, e incluso normalmente, decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los sentimientos, pensamientos o acciones del auditorio, o de quien emite la expresión, o de otras personas. Y es posible que al decir algo lo hagamos con el propósito, intención o designio de producir tales efectos… Es evidente que la palabra es un medio idóneo para la infracción de la norma… porque hablar –emitir enunciados lingüísticos– constituye una forma de actuar, de hacer cosas con las palabras, y, por tanto, también, de cometer delitos con el lenguaje… “numerosos delitos se cometen al emitir un determinado enunciado lingüístico (injurias, calumnias, amenazas), o el enunciado forma parte del conjunto de la actuación delictiva (acusación y denuncias falsas, estafa, falso testimonio…) … Es evidente que no puede cometerse un homicidio mediante la palabra, pero sí inducirse oralmente a cometer un homicidio…” (Op. Cit.).
Lo escrito y dicho por los 54 senadores, debiera ser sancionado, en tanto constituye una violación a la Constitución federal. Si no fuera así, habría que legislar en la materia, para que no vuelva a ocurrir.
En igual forma la sección de supuestas noticias falsas que se destila los días miércoles en “la mañanera” presidencial, además de ser sancionable, por constituirse en una abierta violación de las Garantías Constitucionales y Derechos Humanos, es otra aberración de este sexenio que no debería de existir, en tanto los medios de comunicación solo informan y dan a conocer hechos, documentos, estadísticas y puntos de vista de actores políticos, sociales, económicos, académicos y ciudadanos que ejercen sus libertades. Por lo que de entrada no se puede afirmar que sean noticias falsas, por su propia naturaleza, si es noticia, no es falsa.
Y este es el punto, no se trata de Loret, como en su momento no se trató de Aristegui. Se trata de la Libertad, de las libertades, que están siendo asechadas desde el poder, por más que justifiquen o intenten sostener que en este sexenio se respetan las libertades.
“Los enemigos de la libertad de expresión aparecen bajo nuevas formas, siendo los más peligrosos los que se disfrazan con las vestiduras de la moralidad para ejercer la dictadura.” (Vilma Fuentes. La Jornada Semanal. 13.02.2022).
“… el ejercicio libre del periodismo es uno de los pilares básicos de los sistemas democráticos. Sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia. El asesinato de periodistas no solo persigue silenciar a la prensa… trata de socavar… la democracia… una democracia que es incapaz de garantizar el libre ejercicio del periodismo y de proteger eficazmente a sus profesionales… es una democracia fallida”, le dicen al presidente López Obrador, la Federación de Asociaciones de Periodismo de España, la Federación de Sindicatos de Periodistas, la Agrupación de Periodistas de la Unión General de Trabajadores y la Agrupación de Periodistas de Comisiones Obreras.
El mensaje de las y los periodistas españoles, es necesario que sea leído por quienes conducen La Jornada. En su Rayuela del 18 de febrero pasado, sostienen: “Cuando uno ve la opinión que sobre México se tiene en el extranjero, queda más clara la falta que hace una agencia nacional que informe en torno a la realidad que vive el país.”
Peligroso para las libertades, que un medio como La Jornada, apele a la supuesta necesidad de contar con una agencia informativa que difunda “la verdad oficial”. Como si La Jornada desconociera que es ya prácticamente imposible, esconder la realidad de lo que sucede al interior de los países, como sabemos que han detenido a casi un millar de rusos, por protestar y manifestarse en contra de la guerra de su país contra Ucrania; así como los cientos de detenidos en Cuba, también por manifestarse, durante 2021.
Parece que La Jornada no quiere que sepamos y menos que se sepa fuera de México, que apenas van vacunados contra el COVID-19 en nuestro país, con dos dosis, el 62 por ciento de su población y que no existen razones científicas para no vacunar a las y los menores de 12 años de edad.
Si la moralidad y la honestidad, no pueden ser encarnadas por ninguna persona, mucho menos la nación, la patria o el pueblo.
Quienes gobiernan, protestaron cumplir la Ley. Quienes gobiernan, no son libres para decir y hacer lo que quieran. Sus actos y sus palabras tienen que sujetarse a lo dispuesto en las leyes. Y solo pueden hacer lo que la Ley les faculta. Nada más.
La sociedad, las universidades y las instituciones, tienen que velar por el cumplimiento de las leyes. Hacer valer el principio de Legalidad. Alrededor del principio de legalidad, tenemos que girar todas y todos los mexicanos, no alrededor de una persona.