Dignidad humana y la polémica que no fue
PARA QUE MÉXICO CREZCA, LEGISLADORES, ¡ESCUCHEN!
México requiere de servidores públicos que estén informados y que piensen en función del futuro, del mejor futuro para las y los mexicanos.
Lo anterior, visto desde la perspectiva de acciones y decisiones por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de las medidas que se estarán instrumentando en el ámbito del comercio exterior, al aprobar el Congreso federal, la Ley de Austeridad, en los términos que lo hizo.
El asedio de Manuel Bartlett, director de la CFE, en contra de la inversión privada desde que asumió la dirección de la paraestatal, ha sido constante y para justificar sus medidas anti inversión privada, ha mentido sistemáticamente tanto al presidente, como al Poder Legislativo.
El asunto es que el Poder Legislativo está legislando sin consultar previamente a las partes interesadas en los temas sobre los que legisla y poder contar con información útil al momento de integrar las leyes que están en vías de aprobación.
Una cosa es que el presidente de México instruya que haya austeridad y otra es que se debilite al propio Estado, como podría ocurrir en materia de comercio exterior, que es el tema que nos ocupa el día de hoy.
La Secretaría de Economía tiene ocho oficinas de representación en el mundo ubicadas en Washington, DC y en Ottawa, las cuales ven temas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; en Bruselas para tópicos del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea; en Ginebra para la OMC; en Uruguay para los temas con la Aladi; en Francia para la OCDE; en Tokio a raíz del acuerdo bilateral; así como en Beijing y Hong Kong.
En materia agroalimentaria, México, vía la Sader, cuenta con oficinas en Bruselas, Washington, DC y Tokio, representaciones que se encargan de promover las exportaciones del sector.
Seguramente los legisladores federales desconocen que una de las escasas fortalezas que tiene la economía mexicana es su capacidad de exportación, al grado de provocar un enorme déficit a la economía estadounidense, en tanto México exporta más a los Estados Unidos de lo que importamos de ellos y que ha sido su slogan permanente de campaña del presidente Trump, para justificar sus medidas anti México.
El asunto es grave: “Nosotros vemos que esta austeridad pone en riesgo las tasas de crecimiento de las exportaciones, pero no nada más por ese lado. El presupuesto del sector agroalimentario bajó un 12 por ciento, se están restringiendo los temas de sanidad e inocuidad, entonces, eso también es otro riesgo muy grande porque llegamos a perder un estatus fitosanitario y nos cierran la frontera”, señaló Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (El Financiero. 3.07.19)
Kenneth Smith, exjefe negociador del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, alertó por el cierre de las representaciones: “El poco ahorro que le generaría al Gobierno el clausurar estas oficinas sería ampliamente rebasado por el daño ocasionado al país al perder capacidad de interlocución y defensa ante Estados Unidos, Canadá, la OMC, la Unión Europea, Japón, China y Aladi. Adicionalmente, la representación de la SE ante la OCDE es clave para el análisis de las mejores prácticas internacionales” (ibid)
El presidente de México, el pasado primero de julio, afirmó: “Es buena e indispensable la relación con los empresarios del país. Tenemos que unirnos para lograr el progreso”.
Eso no lo está haciendo Manuel Bartlett. El Congreso federal no está escuchando a los empresarios. Escuchar, es también gobernar y ni Bartlett, ni los diputados y senadores federales, lo hacen.
Ellos, todos ellos, tienen un juramento hecho ante la Constitución, por lo tanto, tienen que rendir cuentas ante las y los mexicanos. El crecimiento económico de México está en sus manos, en sus decisiones, en sus acciones. Es una alta responsabilidad. El crecimiento económico, solo será posible si aumentan las inversiones.
Sin crecimiento económico, ¿cómo poder seguir sosteniendo los programas sociales? Piénsenlo y escuchen.