Contexto
¡POR FIN! ACUERDOS EN SECTOR ENERGÈTICO
La semana pasada cuestionaba que el C. presidente Andrés Manuel López Obrador, tuviera que desatender asuntos más vitales para el país, para irse a sentar con empresarios y corregir o tratar de componer, los desbarajustes que hacen Manuel Bartlett en Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Rocío Nahle en la Secretaría de Energía.
Y no tanto porque el presidente tuviera que hacerlo, sino cuestionando qué entonces que hacen Bartlett y Nahle, en el sentido de que si no ayudan al presidente, pues que se hagan a un lado y que no estorben.
El caso es, que la intervención personal del presidente con los empresarios, dio resultado y se llegó a un acuerdo con los demandados por Bartlett, entre ellos Carlos Slim.
El propio empresario apareció en una de las mañaneras presidenciales, precisamente para hacer patente el acuerdo alcanzado y para anunciar que el sector productivo del país trabajará en mil 600 proyectos de infraestructura. Ello, a la par de haberse reunido con Rocío Nahle, donde por fin, la secretaria de Energía aceptaba la necesidad de aceptar inversiones privadas en el sector energético y particularmente en el petrolero.
Ambos temas: acuerdos con los demandados por la CFE, al mando de Bartlett y la aceptación de inversiones privadas en el sector energético, vienen a dar luz, al negro o gris panorama económico que se cernía sobre México. Desde luego, falta ver que se materialicen tales acuerdos y aceptaciones, para que la inversión efectivamente empiece a fluir, ya que las inversiones cayeron drásticamente durante el primer semestre de 2019, lo que explica el nulo crecimiento alcanzado y desde luego, las bajas expectativas en cuanto al cierre del año.
Empresas japonesas, españolas, alemanas y estadounidenses, asentadas en México, redujeron sus inversiones durante el presente 2019, entre 25% y 50%, comparando con los montos invertidos en el mismo periodo de 2018. No perder de vista, que de cada siete pesos invertidos en México, seis pesos es inversión privada y solo un peso, es inversión pública.
Como podemos ver y como el propio presidente López Obrador ya lo reconoció: “A nosotros sí nos importa el crecimiento, pero nos importa más el desarrollo, repito, crecer es crear riqueza y el desarrollo es crear riqueza y distribuir la riqueza.” (diarios OEM. 24.09.19)
Aquí el punto es, que tanto el gabinete económico y en general todo el equipo del gobierno federal, entiende esto, ya que por sus decisiones en materia económica y también en materia jurídica, penal y demás que tiene que ver con el ejercicio de gobierno, pareciera que andan lejos de la apreciación presidencial a favor de las inversiones.
“En la mañanera de ayer el mandatario destacó que “me interesa mucho la economía popular, lo que más me importa es que la gente tenga para satisfacer sus necesidades básicas, eso es lo que más me importa”. (Carlos Fernández-Vega. La Jornada. 30.08.19).
Está comprobado, aquí mismo en México, en China, hasta en Cuba, la mejor política económica es aquella que permite la participación creciente de la inversión privada y que ésta refuerce a la inversión pública, donde ésta no sea suficiente, como es el caso del sector energético, solo así será posible que se fortalezcan, tanto Pemex como la propia CFE.
Aperturando todos los mercados que siguen cerrados a la competencia, en tanto ello hace posible que los precios bajen real y consistentemente, lo que hace posible que la gente pueda acceder a los productos y servicios que satisfagan sus necesidades básicas y otro poco más.
El caso de las y los adultos mayores, es un tema que queda fuera de la siguiente consideración. Los programas sociales de apoyo a la gente joven y no tan joven, tienen que ir desarrollando en ellos su propia autosuficiencia, de lo contrario se constituirán en otro programa asistencial que a la larga no podrá ser financiado de manera sana para las finanzas del país.
Como quiera que sea, para financiar esos mismos programas, se requiere incrementar los ingresos del erario público. Si aumentan las inversiones, habrá no solo más empleo, habrá más ingresos por impuestos. Si las inversiones disminuyen, es obvio que habrá menos empleos y se recaudarán menos impuestos. La ecuación es muy simple. A ver que tanto el gabinete de gobierno le entiende al presidente. Él está siendo muy claro: quiere inversiones, quiere desarrollo, pero ya dijo que para que éste se dé, las inversiones tienen que crecer.