Escenarios nacionales/José Luis Camacho Acevedo
Los líderes, tanto de los grupos parlamentarios mayoritarios como de las mismas cámaras que representan, de Senadores y de Diputados, respectivamente, Monreal y Muñoz Ledo, están obligados a no fallarle, al pueblo de México, a las y los electores, a las y los ciudadanos. Para que sea posible la cuarta transformación, se requiere fortalecer y renovar a las instituciones, en particular el federalismo, la república y la democracia. Si no lo hicieren, la desigualdad, la impunidad y la injusticia social seguirán mandando en México. Por lo tanto, la corrupción.
La cuestión social de México, no es propiamente económica. Más bien es una cuestión de igualdad de oportunidades para todas y todos, es decir, que no haya monopolios económicos ni monopolios políticos, por lo que ha sonado la hora de la inclusividad, de más sociedad y de un sistema semipresidencial o semiparlamentario. Ha sonado la hora, de Cero Impunidad.
El problema toral de México, es la impunidad.
A la reducción de la impunidad, es hacia donde se deben dirigir todos los esfuerzos de los tres niveles de gobierno y de los poderes Legislativo y Judicial. Urge cerrar los espacios y las amplias avenidas para la impunidad, existentes en la legislación penal y de la administración pública. Urge reformar dichas legislaciones para quitarle fuero a la impunidad, a la mayor brevedad.
Así como hubo un momento histórico en que se crearon y fortalecieron instituciones electorales para hacer valer el voto de las y los ciudadanos, así también ha llegado el momento histórico de acelerar el nuevo sistema de justicia penal, con mejores instrumentos jurídicos, para que pueda ser eficaz. De qué sirve un nuevo sistema de justicia penal, si el marco jurídico penal, de procuración de justicia y de la administración pública, siguen siendo los mismos de la era de la impunidad.
El Poder Legislativo federal en sus ámbitos de competencia y los poderes legislativos de las entidades federativas del país, pueden estimular el desempeño decente de los gobiernos (el de México país, el de los estados y de la ciudad de México y el de los municipios) preparados, abiertos, transparentes y que rindan cuentas, con información fácilmente accesible y entendible para el público, sin tantos candados cibernéticos. Ello implica que el propio Legislativo (Senadores y Diputados federales y locales), sea ejemplo de decencia, preparación, apertura, transparencia y que también rinda cuentas, solo así estaría cumpliendo con su función central de control del ejercicio de la función pública.
La decisión del Presidente López Obrador, de no incrementar las tasas impositivas ni crear otro impuesto, es correcta, a condición de que se mejore la capacidad de los entes fiscalizadores para incrementar los ingresos del erario público, identificando todas las fuentes de ingreso de las y los contribuyentes, así como incorporando a los que debiendo estar pagando impuestos, no lo han hecho y ni siquiera están registrados en la Secretaría de Hacienda, para incrementar el universo de los contribuyentes.
Inclusión, debe ser la divisa de todo buen gobierno y la única forma de hacerlo con justicia, es mediante el cumplimiento de la ley. Si se da cumplimiento a la ley, habrá menos posibilidades para la impunidad y podrán generarse las condiciones para una mayor igualdad social. Lo anterior, a la par de dar seguimiento a la acción central de gobierno: hacer universal el acceso a la salud, la educación y a las condiciones de vida dignas para las y los mexicanos.
Para que todo ello sea posible, se requiere mantener los índices macroeconómicos estables y hacer crecer el clima de apertura y competencia industrial, comercial y de servicios en todos los sectores económicos, para que no se genere ahora, una nueva clase de privilegiados al amparo del nuevo gobierno. Cualquier acción de cerrar mercados a la competencia, va a beneficiar solo a unos cuántos. En igual sentido, pretender establecer controles de precios y de paridades, solo beneficia a los más poderosos. Peor, todas estas acciones, perjudican a las mayorías, principalmente a los que menos posibilidades económicas tienen.
Así es que, Monreal y Muñoz Ledo, buzos, caperuzos y a trabajar en serio por la cuarta transformación, pegándole a la impunidad. Si es que de verdad dicen estar en contra de la corrupción, hay que acabar con la impunidad, en lugar de seguir acosando a las y los inversionistas que están en México. A la inversión, tanto privada como pública, hay que hacer que cumplan con la ley. Si de verdad quieren beneficiar al pueblo, abran más a la competencia, todos los ramos de la economía. No pierdan de vista algo: si en México no hay condiciones favorables para la inversión, ésta se irá. Fuera de México, hay muchas oportunidades para invertir. Si se cae la inversión, adiós cuarta transformación.