De norte a sur
La fuerza del voto y de la democracia
<< Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos>> Octavio Paz
Las elecciones, son un conjunto de actos realizados en fases, por medio de las cuales, los ciudadanos de forma “libre” deliberan para elegir a sus representantes en los distintos cargos de elección popular; el voto es la forma, por medio de la cual, como ciudadanos tomamos la decisión de darle a una persona la facultad de representarnos en una función pública, es decir, ejercer el poder otorgado por el pueblo, tal como lo establece la Constitución Política de nuestro País, este poder público dimana directamente del pueblo, se trata de un poder emanado de la democracia y de la libertad para ejercerla.
Acabamos de concluir un proceso electoral histórico y complejo, lo anterior derivado del número de cargos que se eligieron, es decir por la dimensión, por el tamaño de la elección, pero también por los intereses políticos en juego; ya que una elección intermedia en el mandato legal y constitucional del titular del poder ejecutivo federal —también de los ejecutivos locales, ya sea a la mitad del mandato o al final— es también de forma paralela, la manera de calificar el desempeño institucional, es una especie de evaluación por parte de la ciudadania.
Pareciera, que ni las crisis conjuntas que estamos atravesando como sociedad, hicieron recapacitar a los mexicanos sobre la necesidad de emitir un voto analizado y razonado, en virtud de los acontecimientos, de las acciones y decisiones que estamos viviendo como sociedad, no es oculto que ha habido un manejo poco efectivo y poco transparente respecto a la pandemia derivada de la covid-19, que ha cobrado la vida a más de un cuarto de millón de mexicanos, así mismo las repercusiones colaterales, que han derivado en otras crisis, no se han atendido con eficacia y eficiencia.
La fuerza del voto, en la mayoría de las ocasiones, nos ha llevado a tener servidores públicos que realmente no representan los intereses, las necesidades y las aspiraciones del pueblo. El voto es una herramienta política que nos permite manifestar en las urnas nuestra aprobación o desaprobación respecto a la forma de gobernar de las distintas fuerzas políticas y de sus integrantes, que se constituyen como servidores públicos, funcionarios o mandatarios, el voto es una forma de emitir un juicio de opinión a favor o en contra, es una rendición de cuentas vertical.
La fuerza de la democracia, permite a las instituciones creadas por el Estado, para preparar, organizar y garantizar que el proceso electoral se lleve a cabo dentro de los principios rectores de: certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad, además que al terminar los comicios electorales, se respeten los resultados generados por los votos emitidos por la mayoría de los ciudadanos, respetando por todos los participantes lo que determine la mayoría, es decir, lo que de tres digan dos, desde luego respetando a las minorías, sin que se le ignore o se aplaste a ese uno que opinó diferente.
Hoy, las decisiones en los asuntos públicos, se deben tomar a través de acuerdos y consensos, en donde de ser posible participen todos los actores involucrados, ganadores, perdedores, mayorías, minorías, gobernantes y gobernados; se debe buscar que la mayor cantidad de personas participen en las decisiones, jamás hay que perder de vista que las minorías forman mayorías.
Las elecciones del pasado 6 de junio, fueron un ejercicio democrático con claros- oscuros, hubo una gran polarización política, enfrentamientos entre representantes de poderes públicos y de organismos constitucionales autónomos, lo más relevante de éstas elecciones fue el porcentaje de ciudadanos que participaron en ellas, ya que de acuerdo a los resultados proporcionados por la autoridad electoral, a nivel país hubo una alta participación ciudadana con más del 50 % del padrón de electores y en Estados como Tlaxcala con una lista nominal de electores de 976,256 ciudadanos, se rebasó el 65 % de participación.
Como corolario, debemos plantearnos la pregunta, ¿quiénes fueron los ganadores y los perdedores de esta elección histórica? Sin duda los ganadores fueron los ciudadanos, que decidieron a pesar de la pandemia, salir a votar poniendo a prueba el sistema electoral, aportando una postura sobre lo que les interesa en el ámbito federal y local, otro ganador es la autoridad electoral, que a pesar de los ataques y descalificaciones desde el centro del poder político de nuestro país, generó las condiciones para que el proceso electoral se generara con la mayor credibilidad, legitimidad y seguridad para los mexicanos.
Los perdedores son: aquellas personas que no salieron a votar y que permitieron que otros decidieran por ellos, también perdieron los grupos políticos de los partidos políticos que no alcanzaron el umbral del 3% de la votación valida emitida, para conservar el registro de sus partidos políticos nacionales como: redes sociales progresistas, fuerza por México, partido encuentro solidario; a nivel local, partido encuentro social Tlaxcala, partido impacto social sí. En este rubro también la sociedad mexicana pierde, ya que los partidos políticos que se encaminan a perder su registro nacional nos costaron de forma global más de 488 millones de pesos.
Para finalizar, cabe hacer una reflexión, ya que como “ciudadanos” debemos tener y mantener una participación permanente en los asuntos públicos, no podemos, ni debemos desentendernos de la política y únicamente activarnos cada tres o seis años, debemos ser partícipes continuamente, observando, vigilando, señalando, reconociendo los aciertos, denunciando los abusos y los actos de corrupción; ya que no podemos exigir buenos gobiernos, si primero no somos buenos ciudadanos.