Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Agobiada por el impacto de las tendencias bajas en las encuestas electorales que repudia, pero lee y usa para sus estrategias en función de esos resultados demoscópicos, la precandidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz acaba de anunciar el pasado fin de semana el relanzamiento de su candidatura a partir de lo que puede considerarse su arma secreta o el eje dominante de su autodenominada maniobra de reactivación de su campaña: reconciliar a los ciudadanos con los partidos.
Algunos analistas y expertos en procesos electorales sólo dijeron una palabra respecto a esta nueva –por así decirlo– estrategia xochilista: “suerte…”, porque las circunstancias políticas señalan no nada más el repudio de los ciudadanos a los partidos, sino que se acumulan evidencias del desprecio de los partidos hacia los ciudadanos. Y en medio de todo el desorden en la oposición, la senadora Gálvez Ruiz demostró que carece de liderazgo interno en su coalición como para imaginar meter en cintura a los presidentes de los partidos y subordinarlos a su nominación.
En su evento del domingo como parte de la toma de control de su propia campaña, la senadora panista/no-panista pareció descubrir por sí misma lo que ya es de sobra conocido: los ciudadanos están alejados de los partidos; pero con su propuesta de reconciliación de ciudadanos con los partidos, la senadora dejó muy claro que su candidatura no es ciudadana, con los partidos sumados y sumisos a los promotores no partidistas de su figura, sino que su propuesta se basa en regresar los ciudadanos a los partidos para que los líderes partidistas sigan mandando en el poder político en nombre de los ciudadanos.
Lo malo de este modelo político-electoral de la senadora Gálvez es que los partidos políticos –sobre todo, los tres que la promovieron– no están interesados en abrirle sus puertas a la ciudadanía o en reconciliarse con la población no partidista, sino que los dirigentes del PRI, del PAN y del PRD quieren otra vez que los ciudadanos se sometan a las reglas del juego de las oligarquías que controlan a los partidos.
Justo cuando la senadora Gálvez está preocupada por reconciliar a los ciudadanos con los partidos, el PRI, por ejemplo, reconfirmó su estructura de un partido controlado por una minoría de dirigentes y en función de ello siguen expulsando del partido a aquellos militantes que no se sometan a las directrices autoritarias de la dirigencia.
Las intenciones oligárquicas de los partidos se están exhibiendo en todo su esplendor con el reparto amañado de candidaturas plurinominales para obtener posiciones en las dos cámaras sólo por una lista definida por las direcciones oligárquicas de los tres partidos, sin que siquiera se hayan tomado la preocupación superficial de ofrecerle a su candidata alguna posición plurinominal para su equipo de trabajo o de invitar a los ciudadanos a esas posiciones privilegiadas.
La propuesta de la candidata opositora de reconciliar a los ciudadanos con los partidos sólo está demostrando su impericia e ignorancia en cuanto al conocimiento y gestión del sistema político todavía priista, sino que su ingenuidad busca que los ciudadanos vuelvan a creer a los partidos, y de paso adelantar que las posiciones de su gobierno estarían en manos de los partidos y no de los ciudadanos.
Lo menos que les interesa a los partidos es que los ciudadanos crean en las estructuras de gestión de cargos públicos; todos los partidos políticos –incluyendo a Morena y a Movimiento Ciudadano– no quieren que ciudadanos externos comiencen a exigir rendición de cuentas, supervisión de recursos y participación en la definición de proyectos ideológicos.
Las últimas cifras electorales revelan el desmoronamiento de los partidos: las tendencias por el PRD apenas llegan a 1%; el PAN alcanzó sólo 22% con la candidatura de su “chico maravilla”, Ricardo Anaya Cortés, hoy exiliado en Estados Unidos huyendo de la justicia mexicana; y el PRI que llegó a tener el 100% de cargos públicos en su era dorada, apenas llegó a 13% de votación sólo por el partido en el 2018 y perdió prácticamente todas las gubernaturas, manteniendo sólo Durango y Coahuila por sus alianzas con el PAN y el PRD.
Si la reconciliación de ciudadanos con los partidos es el arma secreta de la precandidata Gálvez Ruiz, entonces los mensajes de las encuestas estarían mostrando que a nivel de estructuras sociales ciudadanas la oposición no pinta y que ella y la argumentación de sus apoyadores sólo tendría mayoría en el ambiente de las redes sociales que se mueven por estímulos anímicos y no por tendencias sociales electorales.
Política para dummies: La política es la correlación de fuerzas sociales y productivas.