Frente a la guerra
Puede decir misa el mismísimo López Obrador, pero lo cierto es que es legal la denuncia anónima que involucra al ex presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, en presuntas faltas administrativas y supuestos delitos penales
Puede lloriquear todo lo que guste el propio ministro en retiro, Arturo Zaldívar, pero la verdad es que no le asiste la razón jurídica en ninguna de las “descocadas” demandas contra la presidenta de la Corte, Norma Piña, con las que busca una grosera y grotesca venganza, al mejor estilo de Palacio.
Y los farsantes del Partido Morena pueden montar todas las campañas sucias que quieran, contra la ministra Piña, en redes sociales, pero lo cierto es que no convencerán a nadie sobre la presunta inocencia de Zaldívar y, en el caso contrario, la supuesta culpa de la presidenta del Máximo Tribunal.
Y es que desde Palacio nos pueden seguir distrayendo con el pleito entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo contra el Poder Judicial, pero lo cierto es que esa disputa es otra simulación para desviar la atención de lo verdaderamente importante; la elección de Estado que está en marcha y los golpes finales de la dictadura de AMLO; golpes como el robo de las afores, la muerte de la figura de amparo y el perdón a criminales.
Pero también es cierto que el contenido de la demanda anónima contra Zaldívar es, en realidad, “el retrato hablado” de una mafia político-electoral que, por años entregó el Poder Judicial a los intereses de López Obrador.
Peor aún, por sus características, la demanda que involucra al ex presidente de la Corte en presuntas faltas administrativas es, en realidad, una radiografía puntual de un servidor público violador de la Constitución y a quien, su amigo Obrador, ya había señalado en no pocas de sus “mañaneras”.
Y si dudan, vale recordar que, en su “mañanera”, López reconoció estar coludido con Zaldívar para obtener beneficios políticos, legales y económicos, lo que llanamente significa que López y Zaldívar convirtieron en “letra muerta” la división de poderes, consagrada por la Constitución.
Es decir, que durante el tiempo que Zaldívar presidió la Corte y el Consejo de la Judicatura, en realidad entregó el Poder Judicial a los intereses del presidente quien, una vez que se hizo del poder absoluto del Estado –al controlar a su antojo los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial–, regresó a los tiempos de lo más viejo del PRI.
Y sólo bastaba abrir los ojos para ver que, por instrucciones de Palacio, desde el mismísimo Poder Judicial y con la complicidad de Zaldívar, fueron perseguidos, amenazados y despedidos jueces, magistrados, ministros y, en general, juzgadores, que se oponían a las venganzas del Obrador y que intentaron detener las obras faraónicas del dictador.
Pero acaso la parte más valiosa de la demanda anónima –que denuncia una presunta mafia judicial comandada por Zaldívar–, es que se trata de un robusto expediente que revela no solo hechos, sino que ofrece nombres, señala lugares, exhibe conductas y lleva de la mano a los juzgadores por un laberinto que nunca cruza los límites de lo verosímil y que siempre se mantiene dentro de los parámetros de la realidad.
Por eso, cuando la presidenta de la Corte conoció la denuncia anónima ordenó que, dentro de los márgenes de sus facultades legales, se llevar adelante una investigación que determine si los hechos, los nombres, los lugares y las conductas señaladas en la demanda, se apegan a la realidad y/o si violan la ley.
En pocas palabras, la ministra Piña ordenó investigar si se cometieron, o no, presuntas faltas administrativas y supuestos delitos señalados en la denuncia anónima. Y sí, la indagatoria llevará tiempo y obligará a muchos de los señalados a declarar y/o confirmar o desmentir lo denunciado.
Por lo pronto, hasta hoy nadie sabe si las denuncias desembocarán sólo en faltas administrativas o en delitos penales. Pero, en realidad, ese es el fondo de la investigación ordenada por la ministra Piña.
Pero lo que si sabemos es que, en el otro extremo, el ex presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, no acudió a la defensa en tribunales, “su especialidad”, sino que prefirió “la defensa” en los medios.
Sí, Zaldívar montó “un circo mediático” que intenta un beneficio de la ignorancia del ciudadano común, sobre los básicos del derecho.
Es decir, Zaldívar formuló acusaciones no solo temerarias, sino mentirosas, exageradas, fantasiosas y fuera de lugar contra la ministra Norma Piña, para “calentar a los medios”.
Y es que nada de lo que Zaldívar señaló contra la presidente la Corte, en sus acusaciones penales, tiene sustento. Lo que Zaldívar y los corifeos de Palacio buscan es una pelea en medios, en donde el poder presidencial no tiene rival.
Lo que no saben, tanto el ex presidente de la Corte, como sus cómplices de Palacio, es que la sociedad mexicana puede ignorar el derecho, pero no es una sociedad idiota.
Y eso no lo deben olvidar ni Zaldívar ni López, ni Claudia ni nadie.
Al tiempo.