Organizó UATX el taller Construyendo espacios sin violencia
TLAXCALA, Tlax., 26 de Febrero de 2017.- Ante un auditorio semivacío, y tras un retraso de casi media hora, Eugenia León hizo que la espera en el Centro Cultural Universitario de Tlaxcala valiera la pena, ya que en media hora de concierto la artista nos hizo viajar por parte de su larga discografía de más de 25 años.
La reconocida intérprete ganadora del OTI en el 85, inundó el foro universitario con versos de protesta contra el imperialismo y el neoliberalismo y, al mismo tiempo, nos recordó que se vive solamente una vez, que todos quisiéramos ser un pez, junto a ella evocamos a la luna para que nos diera inspiración por un instante, hizo que nos ardieran los labios de tanto pensar en el ser amado en medio de una vacía habitación, con un corazón gigante después de andar sobre la ciudad.
Entre boleros, bachatas, autocomplacencias (como ella misma dijo), cantos de protesta y alguno que otro lujo interpretativo que solo ella se puede dar, como fue la rola “Latinoamérica” de Calle 13, quien iniciara en el Grupo Sanampay logró que los pocos asistentes al concierto conmemorativo de los 40 años de la Universidad Autónoma de Tlaxcala disfrutáramos una de las pocas veladas que, en los últimos años, valdrá la pena en nuestra inalterable capital y provocó que los pocos testigos de este evento hiciéramos votos por más espectáculos de esta calidad.
E incluso, hizo que se nos olvidara el rumor sobre la obligatoriedad de la compra de boletos a la comunidad universitaria, dejáramos pasar que las autoridades, además de impuntuales, se dan el lujo de tomarse todas las fotos que quieren con quienes los acompañan en su entrada triunfal, retrasando aún más el inicio de los eventos y que la falta de cultura hace que llevemos niños a este tipo de espectáculos o evitemos que estos corran por los pasillos del graderío si es que nos acompañan.
Ataviada con un largo blusón oscuro, y al compás de los primeros rasgos de un bajo y una guitarra, Eugenia León saltó al escenario para interpretar Amar y vivir de la gran Consuelo Velázquez, seguida de la popular canción de Juan Luis Guerra para hacer burbujas de amor por donde quiera.
Siguió con canciones de Mercedes Sosa, Calle 13, Ornelas, Barba, Guillermo Briseño, Natalia Lafourcade y Rafael Hernández, y le dio ritmo a la noche con el Capullito de Alelí y con La Bamba al estilo del rockero Ritchie Valens, haciendo inevitable que se abriera el baile entre las butacas del auditorio, entre otras tantas.
Y dado que la fecha era propicia, 24 de Febrero Día de la bandera, y la situación que vive nuestro país lo ameritaba, recitó versos de José Emilio Pacheco y de Velarde para enaltecer el amor por nuestra patria y de paso, sin decir nombres, lanzar una crítica contra el imperialismo, la fallida democracia, las revoluciones inacabadas, criticar el muro y recordar que nos siguen faltando 43.
Asimismo, entre canción y canción, la multipremiada cantante y conductora agradeció al rector el hecho de que la hayan tomado en cuenta para conmemorar los cuarenta años de la UAT, celebró la autonomía universitaria, así como los espacios abiertos a la cultura y nos explicó el porqué de cada canción, la autoría de cada una de sus interpretaciones, así como una breve explicación de cada una de ellas.
Al final, nos regaló un breviario cultural sobre La Paloma, canción dedicada a la Emperatriz Carlota, pero que, a pesar de haber sido escrita allá por el 1866, continúa vigente hasta nuestros días, ya que lanza uno que otro párrafo contra los invasores y contra quienes intentan violar nuestra soberanía.
Sobra decir las porras, rechiflas y gritos de apoyo que arrancaron al respetable cada uno de los versos de la mencionada canción cuando esta fue entonada.
Los poco más de noventa minutos terminaron con El Fandango aquí, de Marcial Alejandro, y una su generis interpretación, a capela, de Un mundo extraño, del grande José Alfredo Jiménez, final que nos hizo regresar a nuestra realidad.
Finalizó el concierto y pasamos al lobby del Centro Cultural Universitario en donde la cotidianidad hizo notar que hay ciudadanos de primera y de segunda, ya que mientras unos cuantos celebraban los cuarenta años de la UAT dentro de un privado, tras de un cristal, el resto de los mortales tlaxcaltecas sólo veían a sus autoridades académicas brindar y comer canapés.
Muy lejos quedó el discurso del orador que pidió a todos los asistentes levantar sus copas para brindar por la unidad y por llegar a estos cuarenta años “compactos” y “en un sólo equipo”, quizás nadie le dijo que ellos estaban dentro y el resto de los asistentes fuera.
A lo mejor el rector Rubén Reyes Córdoba, y los ex rectores que se dieron cita al concierto, no notaron que algunos de quienes pagaron su boleto no tenían copas para brindar, ya que alguien giró la instrucción de que algunas de las decenas de copas servidas con vino, las cuales estaban sobre las mesas ubicadas en el lobby, no podían ser tomadas por los asistentes, “ya que eran para las autoridades”.
Todo se relajó un poco, casi al final de la velada, ya que vino la partida del pastel conmemorativo y las autoridades, en su paso a la mesa del postre conmemorativo, saludaron a algunos de los asistentes y posteriormente se dio paso al reparto de las rebanadas del mismo.