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Es Gabriela Hernández Islas virtual ganadora por el Distrito 02
TLAXCALA, Tlax., 2 de enero de 2017.- En el primer día hábil del actual gobierno estatal, que a partir del primero de enero de 2017 y hasta el 30 de agosto del 2021 estará encabezado por Marco Antonio Mena, las oficinas gubernamentales siguen vacías, y en ellas se respira un aire de incertidumbre y silencios incómodos, ante los posibles cambios que puedan darse en los próximos días y la falta de ratificación de los jefes de la administración pasada que aún despachan en sus oficinas.
Sin importar que a diferencia de las tres administraciones pasadas, en esta ocasión hay continuidad de colores y partido político en el Poder Ejecutivo estatal, la duda entre los servidores públicos de mandos medios se percibe.
Como se recordara, hace 18 años, en 1999, hubo cambio de todo con la salida del gobernador José Antonio Álvarez Lima. El PRI dejó de gobernar el estado después de casi 70 años, para dar paso al gobierno perredista de Alfonso Sánchez Anaya.
En el 2005, el PRD perdió el gobierno de Tlaxcala para dejar la administración estatal en manos de Héctor Ortiz Ortiz, quien llegó a la máxima magistratura del estado bajo los colores del Partido Acción Nacional.
Y hace apenas seis años, los panistas-orticistas salieron de las oficinas, para dejar sus puestos en manos de los priistas marianistas, quienes llegaron al poder en un segundo intento por conquistar el gobierno del Estado de Tlaxcala.
A diferencia de estos tres relevos en la administración estatal, en esta ocasión, en teoría, hay una doble continuidad, ya que el PRI mantuvo el poder y Marco Mena, quien ocupará la silla del Ejecutivo estatal, es una persona cercana al gobernador saliente.
Sin embargo, en un rápido recorrido por las oficinas de gobierno, el ambiente es de titubeo, los de a pie preguntan quién es el nuevo jefe y los de Directores y Jefes de Departamento se cuestionan si seguirán en su puesto o si comienzan a guardar sus cosas para dejar libres de las oficinas que ocuparon en los últimos meses.
En otra oficina del ex rancho la Aguanaja, los funcionarios se preguntan si el carro oficial que tenían bajo su resguardo lo pueden seguir utilizando o a partir de hoy tendrán que dejarlo en los patios de su dependencia, pues aseguran que no los han ratificado en sus puestos y “si nos pasa algo en carretera, quién sabe si la pendencia nos respalde, pues en teoría se nos despidió del gobierno del estado en diciembre del año pasado”.
En otra oficina del mismo municipio de Apetatitlán, los funcionarios que no se vieron los últimos días del año, se dan efusivos abrazos deseándose lo mejor para el año entrante, pero el abrazo sirve de saludo, despedida y al mismo tiempo para preguntarse si van a continuar en la misma oficina o si van a darse cambios. El abrazo tiene un dejo de despedida.
En alguna otra dependencia de capital del estado, los trabajadores de niveles bajos se asoman para ver quién ocupa ahora la silla que era de su jefe. No se sabe si la risa es de satisfacción o de nervios al ver la misma cara que vieron en los últimos meses.
“Estamos en el limbo, nadie nos ha dicho nada”, quizás sea este, el comentario más preciso que oímos en una oficina, luego de preguntar cómo les fue en el primer día laboral de la administración de Marco Antonio Mena.