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TLAXCALA, Tlax, 01 de Abril de 2018.- Con dos orejas conseguidas en el último de la noche, segundo de su lote, Rafael Gil Rafaelillo se alzó con el triunfo en una noche de toros llena de expectativa por ver en el ruedo a tres toreros de más de 60 años, triunfadores todos en su época, quienes saltaron al coso de la Ranchero Aguilar para a través de su arte homenajear al exgobernador de su época, Tulio Hernández Gómez, y al mismo tiempo para impulsar una causa, ya que a través de lo recaudado en este encierro se apoyó al Instituto Tlaxcalteca para Personas con Discapacidad.
En el marco de las celebraciones de la Semana Mayor, y como ya es tradición en la capital del estado de Tlaxcala, se llevó a cabo la corrida nocturna del Sábado de Gloria, pero esta vez, a diferencia de las anteriores ediciones, se echó mano de tres toreros de época para además de ponerle sabor al cartel, agregarle algo de morbo a la corrida, ya que desde que se anunció a los tres alternantes, la curiosidad no dejó de circular entre los aficionados por ver a tres espadas pasados de más de 65 años, enfrentando a toros bien puestos en edad, peso y trapío de las ganaderías de Tenopala y Felipe González.
Y la verdad es que la noche no decepcionó.
Con una plaza casi llena, en punto de las 20 horas, al son de metales y clarines, Miguel Villanueva de Apizaco, Ponce de León de la Ciudad de México y Rafael Gil Rafaelillo partieron plaza en una noche de toros que para muchos será inolvidable.
Rafaelillo, regreso a los ruedos después de que hace exactamente seis años, también un sábado 31 de Marzo, se cortara la coleta en la Plaza de Texcoco, desde que salió al ruedo, el gitano de los ruedos dejó ver lo que traía en su percal: lances finos y de época.
En el primero de la tarde abrevió, pero en el segundo pintó una par de verónicas y se hizo del fino astado, para después tejer una tanda de quites en el centro del ruedo para llevar al astado hasta el varilarguero.
Ya con la muleta, Rafaelillo inició su faena con una tanda de naturales y lo mejor vino cuando mirando al respetable ejecutó un par de pases mirando al respetable para encender la noche con una tanda de manoletinas, marcando profundamente cada uno de sus lances con ese andar agitanado, haciendo vivir el toreo.
Remató su faena con tremenda estocada hasta la empuñadura, tan efectiva que el burel no requirió trabajo de enterramiento, en agonía, sin más ayuda que la lazada mortal, buscó las tablas y ahí encontró la muerte que le valió arrastre lento y la donación de los dos trofeos para el maestro que, cabe decirlo, como buen compadre del fallecido Pana, mostró que el genio se lleva hasta el final.
Histriónicamente, con lágrimas en los ojos, y tras besar la arena del ruedo tlaxcalteca, Rafaelillo fue cargado en hombros para que, junto con sus alternantes, diera una vuelta al ruedo entre emocionados asistentes que afanosos buscaban la foto con los tres integrantes del cartel.
Ponce de León no se fue sin trofeo en esta noche, después de haber recibido tremenda voltereta del primero de su lote, así como un cate en la mejilla izquierda, el sexagenario diestro, con su segundo toro se hizo ver con el capote, pintando una tanda de buenos lances pegado a tablas para posteriormente, ya con el paño, dedicarse a templar y encauzar la lidia del astado, dejándose ver en un par de cambiados por la espalda.
Culminó su faena con una efectiva estocada que pasaportó a su astado y obligó al juez a entregar el primer trofeo de la noche.
El diestro de Apizaco, Villanueva, no corrió con tanta suerte, sin embargo, se dejó ver en cada una de sus faenas, más de dos tandas con la mano izquierda, de muy buena manufactura nos hicieron recordar a aquel joven espada que triunfó en ruedos nacionales y extranjeros.
Al final, la terna del sábado de gloria cumplió con creces, no hubo pases extraordinarios ni espectaculares, sólo lances finos cargados de añejo temple y buen sabor que sólo se consigue con el paso de los años.
Mención aparte merecen los banderilleros, sobre el joven Martell, quien en cada uno de sus actuaciones fue sacado al ruedo por colocar los garapullos con excelente técnica, en el adecuado lugar y haciéndose ver, su compañero Paul no se quedó atrás, también colocó dos excelentes pares que también merecieron la ovación del respetable y de la misma manera lo hicieron salir al tercio a agradecer.
Al final, noche redonda, alumbrada por la luna llena de pascua, respaldad por la infaltable torre del campanario que da marco a la tantas veces reseñada Plaza de Toros Jorge el Ranchero Aguilar.