Gladis López/ Quadratín Tlaxcala
Desde 2011, cada 11 de octubre conmemoramos el Día Internacional de la Niña con el objetivo de recordar que tanto niñas y niños tienen iguales derechos, pero quienes sufren mayor vulnerabilidad y marginación alrededor del mundo son las niñas. Ellas son las que arrastran las consecuencias toda su vida de un mal trato y menores oprtunidades recibidas en su vida.
En México, durante 2002 se decretó que la educación preescolar debe cursarse de forma obligatoria y conforme a la Ley General de Educación es obligación del Estado (Artículo 3) y de los padres (Artículo 4) hacer cumplir este derecho que tienen todas las niñas y niños de 3 a 5 años de edad.
Datos de la Encuesta Intercensal de INEGI indican que 63.3% de las niñas de 3 a 5 años de edad cuenta con algún grado de preescolar (ligeramente mayor al 62.7% de niños), por lo que un millón 146 mil 359 niñas, que representan el 35.4% del total de niñas de 3 a 5 años no asisten a la escuela, por lo que no se encuentran desarrollando aún sus habilidades para este nivel y conforme a la opinión de especialistas en esta materia, puede repercutir en su aprendizaje y futura socialización en los subsecuentes niveles escolares.
El año pasado, 24 de cada 100 partos registrados fue de una niña menor de 18 años. Tres de cada mujer casada o en unión libre lo hicieron cuando eran adolescentes. El 51.1% de las mujeres jóvenes de 15 a 24 años que estaban estudiando interrumpieron sus estudios y solo el 6.4% los retomó.
Si una niña no recibe educación elemental que potencialice su habilidad de leer y escribir, se atenta contra un derecho universal y el efecto para quienes lo padecen resulta devastador.
Les comparto un dato escalofriante; de acuerdo a estimaciones de la Secretaría de Salud, en México ocurren alrededor de 120 mil violaciones al año, es decir, aproximadamente una cada cuatro minutos. De éstas, 65 por ciento son contra mujeres de entre 10 y 20 años. Sin embargo, el abuso y la violencia sexual son temas tabú que causan en las niñas y en su entorno una sensación de vergüenza e incluso de culpa; sumado al hecho de que los operadores de justicia y hasta la familia culpa a la víctima y no al violador.
El derecho más elemental de todas las niñas, niños y adolescentes es el de la vida, a la supervivencia y al desarrollo, así lo establece el artículo 14 de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA); además establece que tanto autoridades federales, estatales y municipales, en el ámbito de su competencia, deben coordinar las acciones que lleven a garantizar el desarrollo y prevenir cualquier conducta que atente contra su supervivencia, así como para investigar y sancionar efectivamente los actos de privación de la vida.
Aún existen muchos obstáculos en la vida de las niñas. Sabemos que los gobiernos que invierten en la niñez e incorporan la igualdad de género en sus políticas públicas avanzan más rápido y llegan más lejos. ¿Qué estamos esperando? Si no tomamos las medidas necesarias, las niñas seguirán quedando atrás impactando no solo en la desaceleración del crecimiento económico, sino en el avance de sus derechos humanos y por ende, el desarrollo de nuestro país. Es mi opinión…