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TLAXCALA, Tlax., 12 de abril de 2022.- José Bayro es considerado como el artista plástico barroco y neogótico de la pintura colonial sudamericana, que muestra a través de los colores la expresión de lo simple de nuestra tierra en un lenguaje moderno y cotidiano.
Él se cataloga como un creador multidisciplinario de antaño con varias propuestas, aquel que saca su colección fuera del estudio y que se inspira de los hechos cotidianos, para ofrecer a través de su paleta trabajos en oleos sobre lino, grabados, monotipos, arte objeto, vajillas, joyería, cerámica, Bakú, bronces de pequeño y gran formato, así como de arte para vestir (calcetines Bayro) y varios objetos.
Este artista plástico boliviano nacido en Cochabamba, nacionalizado mexicano y avecindado en Puebla, ha dado a la Angelópolis el Hombre Azul, que llena el Paseo de San Francisco, un inmigrante que en sus palabras lo describe como aquel que llegó y se instaló en Analco, un hombre trabajador, el personaje del mundo, sin religión ni nacionalidad, un emigrante.
Ese Hombre Azul también se encuentra en sus grabados hechos en Oaxaca y que forma parte de una colección de 50 obras que se exponen en el Centro de Negocios del Hotel Holiday Inn de Atlihuetzía, Tlaxcala.
Se trata de la exposición Bayro Barroco, que está destinada a fortalecer los lazos institucionales entre los sectores económico, cultural y social en la entidad.
La pandemia detuvo su exposición en el Museo Barroco de Puebla y durante dos años se ha ido atrasando, no así, refiere que las grandes obras se encuentran no solo en los museos internacionales como el Metropolitano de Nueva York, sino en espacios como Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, donde la expresión y la cultura son más vivas y donde se pueden apreciar grandes ejemplos de pincel y la expresión de los sentidos, como el Museo de Arte de Tlaxcala (MAT) que ofrece al mundo Las Fridas, seis obras tempranas e invaluables de Frida Kahlo, además del trabajo de otros artistas de gran talla y nuevas propuestas creativas.
José Miguel Bayro Corrochano en Tlaxcala, es una exposición que tiene un hilo conductor, tiene una paleta donde se ve Bayro con un estilo de muchos años, su principal cuadro “La marchanta y el albañil”, captura la vida cotidiana y la plasma en un cambio de objetos en un espacio dignificado que cambia el discurso, “si mi pintura lo pongo en un contexto contemporáneo, pero en un lenguaje colonial del siglo XVII o elementos de un palacio, o elementos de un mercado como voltear los dignificados sale otro lenguaje”.
“Hay amigos que me cuentan y yo digo ¡ah, eso sirve para un cuadro!, por ejemplo este se llama “La marchanta y el albañil”, la marchanta por el negocio tiene bastante dinero y en este cuadro tiene una tiara inspirada en la joyería peruana, del museo de oro del Perú, todos los diseños vienen del sitio de Nazca, el albañil está con su copa de cristal cacarizo. Una vez estaba con mi hermana comiendo en Oaxaca en el mercado en la mañana y había unas niñas sentadas junto a nosotros en la tabla, caímos en cuenta que las niñas tenían rímel y el peinado, eran unas niñas trabajadoras de la noche y estaban echándose su desayuno en la mañana y una ¡está ahí trasnochada!, tiene una libélula, entonces es lo más cotidiano y lo más sencillo, de ahí salió esta obra”, dijo al describir el cuadro a sus espaldas.
Su inspiración viene de lo vivido, de viajes, cosas cotidianas, pláticas cuentos, canciones como La Luna de Joaquín Sabina, la Malinche y muchos otros temas más que se convierten en color, grabados y arte objeto.
“Todo lo que vivo, viajo, hago tiende a ser un cuadro, los cuadros y los temas son muy cotidianos, no se necesita tener la Batalla de Puebla para tener un gran cuadro, vamos a hablar de la “Chalupera” y vamos a tener una gran obra… siempre lo cotidiano, lo normal, lo que vemos mucho le podemos sacar partido y hacer visible, lo que la gente ve, la gente piensa que para ver una obra tendrá que ser algo espectacular y no, es lo más simple y de ahí sale mi obra”.
Carlos Monsiváis se refiere como Bayro neogótico, “luego un crítico de arte del Washington Post me puso Bayro The Tinkerer (el inventor Ciro Peraloca) y ahora estoy como Bayro Barroco porque tomo mucho de la pintura colonial sudamericana para tratar de hacer un lenguaje más simple de nuestras raíces de nuestra tierra, tratando de ser lo más moderno posible, de aquí hacia el mundo”.
Sobre la pintura refirió que ya no hay nada que hacer técnicamente pero sí para contar, “lo que nosotros hemos vivido en la pandemia con la obra no la vivieron en los años 60s o en el siglo pasado, lo que estamos viviendo no lo vivió Rembrandt, por ello tengo la esperanza que algo se puede hacer, más que proponer yo creo que es un registro lo que estamos viviendo… estoy tratando de hacer esos diálogos que hace la fotografía porque más ya no se puede hacer”.
Asimismo, aconseja a quienes estudian el arte, a los que se dedican a la plástica que tienen que trabajar mucho, de informarse, ir a los museos, salir, tomar muchos cursos y así poder lograr y alcanzar cierta calidad, “también algo que yo descubrí que aunque uno trabaje mucho, mucho, hay que tener paciencia, hay que tener madurez, porque el tiempo te da una riqueza de vida, por eso hay que salir, hay que viajar para tener experiencia, es cuestión de paciencia, que vivan, que salgan, que se enfrenten al mundo”.
Siempre ha abordado temas de la gente anónima, los oficios, el zapatero, el carpintero, el bolero, la chalupera, la vendedora del mercado, la travesti, la prosti, la verdulera, lo que son los anónimos, es una forma de darle voz a la gente que nadie conoce, a los que están ahí y nadie conoce, aquellos que conviven en el diario caminar, esos, dijo Bayro están en los óleos, en los grabados en el Bayro Barroco.
Su quehacer artístico refiere, son la mezcla del cubismo, el surrealismo, la línea no marcada, la unión de los colores, la otra dimensión de la contraposición, del rojo, el azul, ese dijo es Bayro.