Conversan Cuauhtémoc Cárdenas y Emilio Ulloa sobre desafíos nacionales
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de junio de 2018.- En 2010, los tumores malignos ocasionaban más del 10 por ciento de los decesos y eran la tercera causa de muerte en México. Éste es un problema de salud pública y todo indica que será mayor conforme pasen los años.
No obstante, la carencia de recursos humanos e infraestructura especializados limitan las posibilidades de enfrentar esta epidemia, advirtió en la UNAM, Enrique Soto Pérez de Celis, del Departamento de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), según explica un comunicado.
Hemos adoptado estilos de vida que nos predisponen a padecimientos que antes no teníamos, como el cáncer de colon y mama, que se relacionan con la obesidad. Además, el sistema de salud en México fue diseñado para enfrentar enfermedades infecto-contagiosas, pero no crónicas y complejas que requieren abordajes multidisciplinarios.
En el Instituto de Investigaciones Biomédicas, Soto Pérez de Celis señaló que las predicciones refieren que la incidencia de cáncer en 2035 aumentará alrededor de 58 por ciento en menores de 65 años, y en adultos mayores el número de casos nuevos se multiplicará en 160 por ciento. “Es un grave problema para el que nos tenemos que preparar”.
En torno al tema se enfrentan retos como la falta de datos epidemiológicos confiables, la carencia de personal de salud, problemas de acceso a la atención médica y deficiencias en investigación y desarrollo, precisó.
Además, en nuestro país sólo existen 1.07 oncólogos –contando médicos, quirúrgicos y radioterapeutas– por cada 100 mil habitantes, mientras que en Texas, Estados Unidos, hay 4.5, ejemplificó. Para una población de más de 100 millones, se cuenta (según el Consejo Mexicano de Oncología) con 383 oncólogos médicos, 864 cirujanos oncólogos y 237 radio oncólogos. “En infraestructura también estamos limitados, con poco equipo de radioterapia, aceleradores lineales y unidades de braquiterapia”.
Hasta hace poco, prosiguió el experto, el cáncer se “medía” utilizando estadísticas de mortalidad, registros histopatológicos de los centros de cáncer y por reportes epidemiológicos. Había necesidad de crear un registro poblacional en la materia, que se concretó en 2016.
Hoy, cinco ciudades (Mexicali, La Paz, Campeche, Mérida y Guadalajara) ya registran sus casos, y cuatro más están por integrarse. En esos lugares se han detectado, en lo que va de 2018, dos mil 329 casos. En la “ciudad blanca”, por ejemplo, el cáncer más común es el de mama en mujeres, y el de próstata y riñón en varones.
Este reto de salud se debe enfrentar con prevención, con sistemas de salud resilientes centrados en enfermedades crónico-degenerativas y la creación de equipos multidisciplinarios. Hay que garantizar el acceso a la atención médica, aumentar la cobertura de todas las neoplasias, generar fondos de protección para personas vulnerables, como indígenas y adultos mayores, y crear conocimiento que influya en la atención que se da a los pacientes, concluyó.
En el encuentro, coorganizado por la Facultad de Medicina, el INCMNSZ, el Shaare Zedek Medical Center y la Bar-Ilan University, de Israel, Ephrat Levy-Lahad, directora del Instituto de Genética Médica en el hospital israelí, recordó que antes se pensaba que el cáncer no era hereditario, pero en los años 90 se determinó que las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 predisponen a esa enfermedad.
“Uno de cada cuatro judíos asquenazí, hombres y mujeres, tiene mutaciones en esos genes; 11 por ciento del cáncer de mama y 40 por ciento del de ovario en esa población tiene esa causa”, subrayó la también integrante del Comité de Bioética Internacional de la UNESCO y ganadora del 2018 EMET Prize.
Ahora se sabe que las mujeres que tienen cáncer de mama por esas mutaciones deben ser tratadas de manera diferente, porque son sensibles a diferentes tipos de quimioterapia e inhibidores biológicos. Esos datos señalan que se puede identificar a los portadores antes de que sean afectados y prevenir el padecimiento.
Al inaugurar el simposio, al que asistió el embajador de Israel en México, Jonathan Peled, el director del INCMNSZ y profesor de la Facultad de Medicina, David Kershenobich, expuso que uno de los objetivos del encuentro fue establecer la posibilidad de colaboración entre científicos mexicanos e israelíes.