Pulula el medicamento chatarra después del Covid 19 en México
CIUDAD DE MÉXICO, 29 de enero de 2018.- Josefina Ávila Gálvez, de 29 años y originaria del Estado de Zacatecas, tuvo que trasladarse este enero a Torreón (Coahuila), a 400 kilómetros, para operarse de una lesión en la vía biliar posterior a una intervención de vesícula. Tras pasar dos días con su familia en esa localidad, con todo el gasto que supone para una economía humilde, el hospital público canceló la operación casi en el mismo momento de abrir, sin previo aviso, porque “no tenían hilo para suturar” o eso le dijeron.
De acuerdo a la información de El País, se menciona que Angélica Díaz, nacida en Puebla, trabaja como empleada de hogar en varias casas de la Ciudad de México, pero ninguno de sus patrones le paga el seguro social. Tampoco lo tienen sus padres, campesinos, ella con diabetes y él con hipertensión, que abonan de su bolsillo los gastos médicos. Lo último: una operación de apendicitis para su hermano que les costó 40.000 pesos (unos 2.100 dólares), una auténtica fortuna teniendo en cuenta que el salario mínimo es 88,36 pesos diarios.
Son solo dos ejemplos de la situación en la que viven muchos millones de mexicanos para los que ponerse enfermos es un lujo solo reservado a las clases pudientes y curarse de verdad algo solo al alcance de las élites, a pesar de que el derecho a la salud está consagrado en el Artículo IV de la Constitución.