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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 25 de abril 2020.- La incertidumbre invadió a Sandra Alemán Arellano rumbo a su primer día de trabajo en el Hospital 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la capital de San Luis Potosí, transcurrieron 15 días desde la agresión que la dejó con varios dedos fracturados, abrasiones y secuelas emocionales, esta joven enfermera de 32 años, se convirtió en el primer blanco de ataques durante la pandemia de Covid 19 que avanza aceleradamente en México.
Su caso fue conocido en todo el país, indignó a la comunidad médica y de enfermería, los llamados ángeles blancos entendieron que comenzarían a enfrentarse a un demonio todavía peor que el coronavirus: la ignorancia de la población mexicana, que los considera transmisores de la fatal enfermedad y optan por relegarlos y agredirlos.
EL PRIMER ATAQUE
El pasado 3 de abril, Sandra conducía rumbo a su turno nocturno en el hospital número 1 de la avenida Nicolás Zapata, decidió parar en un Oxxo de la calle Damián Carmona por el elixir de café que la mantiene despierta toda la madrugada, nunca pensó que recibiría un trago más amargo que el Andatti.
Cuando bajó con su pulcro uniforme blanco y se dirigía a la puerta de la tienda, dos mozalbetes llamaron su atención a gritos: “¡Aléjate, culera; estás infectada, eres Covid!”, luego le arrojaron líquidos, apenas pronunció palabra para pedir un alto a las faltas de respeto cuando salió la embravecida madre de los pubertos -corpulenta y grosera- y la tomó de su filipina para zarandearla a placer, mientras secundaba los comentarios agresivos.
“¡Tú no tienes que andar en la calle porque infectas todo!”, le reclamaba a la enfermera, mientras los causantes del incidente observaban impávidos desde el otro vehículo; enseguida tropezaron con una contención del estacionamiento y ambas cayeron al piso; Sandra no hizo más que esquivar golpes y cuando pudo levantarse, corrió a su auto para huir.
Desaliñada, con el uniforme desgarrado, bañada en café y jugo de naranja, llegó con voluntad de cumplir su turno en el nosocomio público, pero, dos dedos fracturados frenaron su intención.
“Creo que no era para tanto, lo que hice fue pedirles respeto y me afectaron de muchas maneras, incluso económicamente por la incapacidad que tuve que tomar durante 15 días”, recuerda.
No hubo denuncia de los hechos, aunque sus compañeros de trabajo le recomendaron presentarla ante las autoridades. No sabía a quién tenía que acusar, mucho menos reconocer a su agresora si vuelve a toparse con ella, todo fue rápido, en la obscuridad y muy confuso, tardó en asimilarlo.
ABUNDAN LOS DEMONIOS
Además del daño físico, para Sandra esta desagradable experiencia ha dejado un impacto emocional difícil de superar, por la gravedad de la contingencia sanitaria; no es sencillo tener que cuidarse las espaldas de las personas que más deberían proteger al personal médico en esta histórica batalla contra el nuevo coronavirus.
“Es por la ignorancia de la gente que nos estigmatizan, te ven como bicho raro, sin saber que somos los más protegidos ahí dentro precisamente por el riesgo, la gente no sabe que terminamos poniendo dinero de nuestra bolsa muchas veces para darles un mejor servicio, como para que nos hagan este tipo de cosas”, lamentó en entrevista con Quadratín SLP.
Sobre el incidente, asegura que ha reflexionado y agradece haber tenido la capacidad de ponerse a salvo, antes de que algo peor le hubiese ocurrido; sin embargo, al igual que sus compañeros, adoptará medidas radicales para no volver a exponerse a algo similar o peor.
Su caso fue el primero, pero no el único en San Luis Potosí, en la zona media el propietario de una tienda de abarrotes -del municipio de Rioverde- decidió prohibir la entrada a su negocio a todo el personal hospitalario, comenzó con dos jóvenes pasantes de enfermería que buscaban comprar alimentos.
POCO SUELDO, MUCHOS RIESGOS
El sentir colectivo del personal médico en el país es que reciben sueldos precarios para el nivel de riesgo que deben correr, ellos y sus familias, han trascendido historias de médicos y enfermeros(as) que pernoctan en hoteles, autos o los propios hospitales para no exponer a sus seres queridos al contagio.
Para el terror que están viviendo a diario entre esas paredes, el dinero que perciben resulta nada. “En esta situación se me hace poco el sueldo por el riesgo que corres, hay muchos pacientes que han llegado y nos dicen que se sienten mal, que traen síntomas o algo, es un riesgo”.
De acuerdo con el portal Observatorio Laboral, en el país existen 238 mil 631 médicos que perciben un promedio de 12 mil 149 pesos mensuales; en San Luis Potosí ganaban 19 mil pesos en promedio, antes de la pandemia por el Covid 19.
Actualmente la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ofrece sueldos mensuales de 35 mil 572.90 pesos a especialistas; 22 mil 569.20 pesos a médicos generales; 18 mil 359 pesos a enfermeras generales y 20 mil 969.20 pesos a las especialistas.
SOPORTAN LO INSOPORTABLE
Es su vocación lo único que los sostiene en tiempos críticos, porque el Covid 19 no ha sido la única fase complicada para los servicios de salud, lo fue también la influenza tipo A H1N1.
“Hemos tenido agresiones siempre, hay pacientes psiquiátricos también, hay gente que te patea, te escupe, te muerde… te agreden, vaya; durante mis nueve años he tenido experiencias de ese tipo, pero cuando están agresivos o alterados a veces no es porque el paciente quiera (…), estoy algo acostumbrada a lidiar con la gente”.
Pero esto no significa que justifique las actitudes de quienes han atacado al personal por miedo al Covid 19; asegura que las medidas de protección para ellos son triplemente estrictas, saben el correcto lavado de manos, desarrollan más defensas en el ambiente donde laboran y esto los hace menos propensos al contagio, no es el caso de las personas que transitan en la calle sin ninguna medida.
‘NO SABES SI VAS A SALIR’
La joven madre de familia expuso que han tenido que adoptar medidas para protegerse de la gente, entre ellas no usar el uniforme cuando salgan de su labor en los hospitales, para no llamar la atención.
“Estamos indignados, no tenemos por qué escondernos, pero es lo que estamos haciendo ya; todos tenemos miedo, llegas a trabajar y todos nos saludamos con una sonrisa fingida, vamos preocupados, dejas a tu familia, no sabes cómo te irá en esa guardia, no sabes si vas a salir o no vas a salir”.
Ha observado a compañeros que se asustan, entran en histeria, se vuelven hipocondriacos y aseguran sentir los síntomas, pero en realidad no ha pasado de eso, asegura que todo depende de cada persona y cómo se mentalicen.
“No he pensado nunca en dejar de hacer lo que hago, porque me gusta, pero también tenemos familia, quisiéramos quedarnos en casa y no podemos hacerlo porque nos toca hacerle frente al Covid 19; creo que resumiría lo sucedido diciéndole a la gente: si tú me cuidas, yo te puedo ayudar”
Sandra Alemán Arellano / Enfermera del IMSS-SLP