Regresa el Festival Viva Pa’l Niño; buscará diversión para las infancias
MORELIA, Mich., 04 de agosto de 2018.- Conocida como la ciudad de la cantera rosa, Morelia es uno de los destinos turísticos favoritos de México en donde caminar por su Centro Histórico y disfrutar de su arte y cultura, se convierten en una experiencia única.
Si estás de visita en la capital michoacana o simplemente te quedaste en casa durante estas vacaciones de verano, hay sitios icónicos que por su belleza e historia se han convertido en atractivos turísticos que no puedes dejar de conocer o de volver a vivir.
Y es que gracias a su belleza arquitectónica y de estilo barroco, el primer cuadro de la ciudad, en donde suman más de 200 edificios históricos, fue reconocido en el año de 1991 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La Catedral
De estilo barroco, su construcción inició un 6 de agosto de 1660 y su edificación, a cargo del arquitecto italiano Vicente Barroso de la Escayola, duró 84 años.
Su interior está dividido en tres naves y su fachada es muestra de una de las mejores manifestaciones artísticas, pues cuenta con relieves y esculturas en cada uno de sus nichos y torres.
Además, alberga uno de los órganos más importantes, ya que en la década de los noventas estuvo considerado como el más grande de América Latina.
Los días sábado ofrece un espectáculo de música y luces en punto de las 20:45 horas que culmina con fuegos artificiales.
Fuente de las Tarascas
Caminando por la antigua Calle Real, hacia el oriente de la ciudad, podrás llegar a la Fuente de las Tarascas, una escultura de bronce representada por tres mujeres purépechas con el torso desnudo que cargan una batea con frutas.
Fue en 1934 cuando el gobierno local propuso construir la fuente que incluiría elementos prehispánicos, aprovechando el auge de recuperar componentes del pasado, pero años después fue modificada a la fuente que conocemos actualmente.
El Acueducto
Continuando hacia esta misma zona de la ciudad, podemos encontrar el Acueducto, obra conformada por 253 arcos que data de finales del siglo 18.
Tiene una longitud cercana a los mil 700 metros y una altura de casi ocho metros de alto en su parte más elevada. A través de él se dotaba de agua a la población vallisoletana de la época.
Otros sitios imperdibles dentro de esta misma área son el Bosque Cuauhtémoc y el Santuario de la Virgen de Guadalupe.
El Mercado de Dulces
Si lo que deseas es darle un poco de sabor y color a tu visita por la capital michoacana, sin duda debes de visitar el tradicional Mercado de Dulces. En sus pasillos podrás encontrar una variedad de dulces regionales y artesanías del estado.
Ubicado en pleno corazón del Centro Histórico, sobre la calle Valentín Gómez Farías, este sitio fue fundado un 14 de septiembre de 1986 y actualmente cuenta con 172 locales comerciales en una extensión de 170 metros cuadrados.
La Antigua Calle Real
Se le conoce actualmente con el nombre de avenida Madero, pero su diseño se remonta a la época colonial del Siglo 16 cuando recibió el nombre de la Calle Real.
Mientras caminamos a través de ella es posible apreciar la calidad de los edificios arquitectónicos que la flaquean desde diferentes perspectivas, tales como el templo de la Merced, el antiguo templo de la Compañía de Jesús, el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, el templo de la Cruz o el antiguo Convento de las Monjas.
Centro Cultural Clavijero
Por su belleza y tamaño, el Centro Cultural Clavijero -espacio que actualmente se dedica a la presentación y difusión de la cultura y las artes- es considerado como uno de los edificios más importantes y emblemáticos de la capital michoacana que sirvieron para darle el carácter a la llamada ciudad de la cantera rosa, como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO.
Considerado como el de mayor tamaño entre los inmuebles jesuitas que aún persisten en el país, la construcción que se ubica a un costado de la Biblioteca Pública, fue edificada por la Compañía de Jesús a mediados del Siglo 17, allá por el año de 1660 y sirvió por más de un siglo para impartir doctrina en la antigua Valladolid, desempeñándose como sede del Colegio Jesuita de San Francisco Javier.